La más iraní de las películas mexicanas

Una anécdota mínima (el viaje de dos hermanos) sirve para retratar una historia de alcance universal. Un film ambientado en una comunidad indígena, pero que parece tener como modelo el cine de Abbas Kiarostami.

Cochochi (México/20007). Guión, fotografía y dirección: Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán. Duración: 87 minutos. Funciones: Viernes 18, a las 21.15; y sábado 19, a las 15, ambas en el Hoyts 10; y domingo 20, a las 18, en el Atlas Santa Fe 1. En la conferencia de presentación de este 10º BAFICI, Sergio Wolf había anunciado que veríamos bastante del nuevo cine mexicano, que parece estar atravesando una reconversión similar a la del cine argentino. Una de las novedades mexicanas en competencia es Cochochi, que obtuvo entre otros, el premio FIPRESCI en el Festival de Toulouse.

Película de una bienvenida modestia, filmada en una zona rural del noroeste de México, con actores indígenas no profesionales, tiene una anécdota muy sencilla, pero esencialmente humana. Dos hermanos reciben la orden patriarcal de llevar un medicamento a una tía anciana, para lo cual emprenden un viaje cuya ruta no conocen bien, a través del valle y el bosque. Se llevan -transgrediendo una prohibición- el caballo de la familia, y en el camino no sólo pierden al animales sino que ambos hermanos se separan y se extravían entre la niebla y el paisaje desconocido. Temerosos del castigo, ambos demoran su regreso y transitan diferentes caminos y experiencias. Los dos chicos encarnan arquetipos de dos personalidades opuestas y cada uno vive de manera distinta ese viaje que los inicia en otros caminos de la vida, más adultos o responsables.

Por momentos, la historia puede quedar subsumida en la potente imagen de la naturaleza, espléndidamente fotografiada, y del fuerte localismo; pero como sucedía en ¿Dónde queda la casa de mi amigo?, del iraní Abbas Kiarostami, la anécdota de esta sensible road-movie pre-adolescente trasciende el color local y expresa una experiencia humana universal.