La piel que habita en Almodóvar

El director manchego regresó a la Competencia Oficial con La piel que habito, un thriller negro y perverso protagonizado por Antonio Banderas, Marisa Paredes y Elena Anaya.

“Creo que no tengo que aclarar que no soy nazi”, arrancó diciendo Almodóvar en la conferencia de prensa, en referencia a las declaraciones que anteayer había hecho Von Trier. Lo que no sabía aún es que en ese mismo momento el consejo de administración de Cannes -en una reunión de urgencia y en un hecho inédito en la historia del festival- declaraba  “persona non grata” al director de Melancholia por considerar que sus palabras “son inaceptables, intolerables, contrarias a los ideales de humanidad y generosidad que presiden la propia existencia de esta muestra”. Además, en caso de que gane algún premio, no podrá asistir a la ceremonia.

Luego, el creador de clásicos como Atame y Matador se refirió a otros temas no tan extremos pero sí controvertidos como la ingeniería genética: “El ser humano, tal como lo conocemos hoy, desaparecerá y se convertirá en otra cosa. Hoy ya se puede determinar casi todo a la hora de tener un bebé, incluso se descubrió la célula que crea la vida. Estamos frente a un abismo, no sabemos hasta dónde podemos llegar”.|

La opinión no fue antojadiza, ya que La piel que habito -su nuevo film que se presentó ayer en Competencia Oficial- se centra en los experimentos que un psicopático cirujano plástico (Antonio Banderas) realiza en su laboratorio para cambiar la piel (y luego también el sexo) de una de sus víctimas (Elena Anaya).

“Es una historia de supervivencia, en condiciones extremas, un problema eterno de la humanidad”, indicó Almodóvar, que se inspiró en una novela del francés Thierry Jonquet que leyó en un avión hace 10 años y que luego retomó para darle -claro- una impronta personal.

En verdad, La piel que habito combina varios temas, climas y géneros (es una historia de amor y venganza, un retrato de una familia salvaje y amoral, un ensayo sobre la bioética y una comedia negra) y, en ese sentido, Almodóvar dio varias referencias esenciales: el principal modelo fueron los thrillers mudos y sonoros de Fritz Lang (“hasta pensé en hacerla en blanco y negro y sin diálogos”, confesó), el clásico Les yeux sans visage (1960), de Georges Franju con Pierre Brasseur (“me la sé de memoria”, indicó); y el mito de Prometeo, que a su vez es el origen de Frankenstein
.
Si bien en el film hay muchas incisiones en los cuerpos, perversiones varias, escenas sexuales y disparos, el realizador manchego habló de cruces de géneros y de su intento por evitar la sangre propia del gore: “Durante mi trayectoria he incursionado en casi todos los géneros, empecé con la comedieta pop, luego pasé al melodrama y ahora estoy muy entusiasmado con el thriller, aunque soy incapaz de respetar sus reglas. También hay algo de terror, de fantástico y de ciencia ficción en las escenas de laboratorio”, explicó.

(Esta crónica fue publicada en el diario La Nación del 17/5/2011)

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