Columnistas
Los críticos protestones
Otra mirada -muy provocadora y punzante- que se suma al debate respecto del lugar del espectador (y del crítico) de cine lanzado por la revista El Amante y retomado luego por el blog Micropsia.
Es como si los redactores de El Amante, con su director y su jefe de redacción a la cabeza hubieran hecho una gigantesca catarsis, explotado en un malestar contenido a lo largo de muchos años y que puede resumirse en una frase: "Los despreciamos y los odiamos". Los argumentos son tan extremos, que Leonardo D’Espósito, hablando de quienes disfrutaron de Sex and the City -la película que ocupa el último lugar en el puntaje de los críticos consultados por la revista- llega a preguntarse cómo vota alguien que disfruta de un producto semejante. Así supone que ese bovoespectador o bovoespectadora es también un bovociudadano o una bovociudadana que "elige por obligación una boleta en el cuarto oscuro de la misma manera en que elige una película para ver 'porque voy con las chicas'. Si fuera así, muchas cosas de las que nos asombramos algunos tendrían explicación, pero me rehúso a creerlo", dice D’Espósito, coqueteando con un pedido de voto calificado digno del Almirante Rojas.
En ese mismo texto, el autor la emprende con el espectador al que nunca se le pasaría por la cabeza alquilar Honor de cavalleria y mira en cambio El Hombre Araña 3. A ese le corresponde el calificativo de "esclavo". "Finalmente, bajaste el cuello y sos un esclavo más, tan esclavo que ni siquiera optás por tomar por asalto tu ocio."
Además de su molesta declamación de superioridad moral e intelectual, lo curioso de la nota es que entra en contradicción flagrante con la que la precede, firmada por Javier Porta Fouz. Esta empieza consignando que entre los redactores de la revista y los alumnos de su escuela de crítica, Duro de matar 4.0 fue recibida con entusiasmo. Si uno no es un ciéfiloo empeñoso, lector de revistas como El Amante, es muy difícil saber por qué uno de los tanques de Hollywood es señal de oprobio para quien lo consume y otro tanque de Hollywood es motivo de regocijo. No he visto ninguna de las dos películas, ni tampoco la última entrega de Indiana Jones que El Amante elogia largamente en su número anterior, pero es evidente que si alguien no participa activamente del juego de la cinefilia, esas distinciones bordean lo esotérico o lo incomprensible. No quiero hacerme el distraído, porque hubo una época en la que yo mismo estaba dispuesto a aplicar toda mi energía para defender un blockbuster americano frente a otro. Pero no es menos cierto que esos juegos se hacen cada vez inaccesibles fuera de un estrecho círculo de interesados cuyos códigos, lejos de ser evidentes como parece desprenderse de alguna de esas notas, suenan inaccesibles y esotéricos al no iniciado.
Pero eso siempre fue de algún modo así. El otro día compartíamos con un crítico el recuerdo de una experiencia común, la de asistir a una reunión social en la que los presentes se ponían a hablar de cine de un modo totalmente silvestre y para el crítico resultaba mucho más saludable no dar a conocer su opinión para no entrar en una discusión de sordos. Quiero decir con esto que la cinefilia -entendida simplemente como la voluntad de amar lo que para el espectador común es exótico y establecer distinciones sofisticadas en el mainstream- es una pasión muy distinta de la búsqueda del mero entretenimiento a través del cine, que es lo que en todas las épocas caracterizó a la inmensa mayoría de la audiencia.
Resulta tan contradictorio el refinamiento del propio placer con el reclamo por que sea compartido, que Porta Fouz termina encerrado en un callejón sin salida. Hace tiempo que viene abogando porque las películas se vean en las salas y no en DVD piratas o mediante descargas de Internet. Pero, simultáneamente, además de mencionar el precio cada vez más inaccesible de las entradas en la Argentina, describe los nuevos hábitos del público de los multiplex, que incluyen comprar comida en el medio de la función, hablar por teléfono y producir todo tipo de ruidos molestos. Gracias a esas malas costumbres, dice Porta Fouz, los espectadores más exigentes "van al cine solamente en las funciones en las que saben que habrá poca gente." Es bastante absurdo pedir que la cinefilia se generalice y que vuelva a las salas para terminar concluyendo que la mejor manera de ejercerla es ir al cine cuando no hay nadie.
Con acierto, sin embargo, Porta Fouz señala que el BAFICI marca una diferencia frente a las calamidades de la exhibición. Es evidente el contraste: variedad y calidad de la oferta, entradas baratas, público más respetuoso. Pero la experiencia del BAFICI y su creciente popularidad a lo largo de los años parece indicar que el problema a plantear es otro: la evidente mutación de la cultura cinematográfica y su incierto futuro. En ese sentido, parece muy poco efectivo quejarse del comportamiento de los espectadores frente a una situación que deja tanto que desear. Si la asistencia a los cines de estreno se hace cada vez más complicada por razones de economía, de oferta y de urbanidad es porque hay que empezar a plantear las cosas de otro modo.
En principio, me parece que el peor camino es hacerlo mediante la fórmula del "nosotros contra ellos" (que tanto evoca, de paso, ciertas calamidades de la política nacional de estos días) y pensar en lo que ocurre en el interior del campo cinéfilo, en el estado de esa cultura cinematográfica que muestra signos de confusión y de agotamiento. Me gustaría dar el ejemplo con un ejemplo. En la nota titulada Contra los bovoespectadores, Noriega los acusa de haberse sentido defraudados por El aura, la segunda película de Fabián Bielinsky, después de haber disfrutado de su opera prima, Nueve reinas. En lo personal, también me sentí defraudado por El aura. Me sigue pareciendo una película fallida, en la que Bielinsky revela el costado más académico y manierista de su concepción del cine, lo que se traduce en una búsqueda ostensible del efecto y en el regodeo inútil en el preciosismo formal. En una mirada retrospectiva, lo más interesante de la película es su carácter profundamente mortuorio, que se revela como el testamento de alguien que siente su propia muerte muy cercana (Bielinsky, que sufría de una enfermedad coronaria, murió pocos meses después de estrenado el film). No creo que la intención de Noriega sea incluirme en la categoría de bovoespectador, aunque no me haya gustado El aura, pero déjenme insinuar al menos que es perfectamente lógico que una película tan sombría llevara menos público que una comedia veloz y chispeante como Nueve reinas.
Pero la divergencia es más profunda. En mi opinión, Nueve reinas es la única película comercial lograda del cine argentino en los últimos años. Se le acerca, creo, Los paranoicos, de Gabriel Medina. Sin embargo, El Amante y buena parte de la crítica -que sobre el cine de otros países se muestra más exigente-, ha venido elogiando en estos años (para mi gusto, de un modo desmesurado) otra serie de películas orientadas a un público masivo. El Amante ha insistido en promover un "cine comercial de calidad" o un cine industrial digno o comoquiera que se lo llame. Pero a mi juicio se ha equivocado: el cine industrial argentino sigue siendo malo y no creo que las películas apenas correctas de Burman o francamente mediocres de Szifron sean de un verdadero interés crítico ni cinéfilo. Del mismo modo, no me parece que el cine argentino en su conjunto esté en su mejor momento, como lo proclama El Amante en una de sus portadas recientes. Más bien me parece que la tendencia es inversa. El cine comercial no ha mejorado y el cine de autor se ha vuelto híbrido, comercial y especulativo y se hacen demasiadas películas orientadas a obtener la aprobación de los coproductores europeos. Lo verdaderamente interesante del cine argentino está cada vez más en los márgenes y cada vez más lejos del interés de críticos y programadores que, en cambio, dan su aprobación a engendros como SOS Ex, de Andrés Tambornino.
Pero no es mi intención aquí defender unas películas contra otras ni sostener que mi diagnóstico es el adecuado. Intento solamente señalar que la discusión de los críticos iluminados contra los espectadores descerebrados es insustancial (sobre todo porque uno de los bandos no puede defenderse), mientras que la que separa entre sí a los críticos está a la vista. La prueba más evidente de esta afirmación es El Amante mismo, donde cada vez con más frecuencia se publican reseñas a favor y en contra de una misma película. Esas controversias reflejan, por supuesto, el carácter democrático de la redacción y nada tengo contra esa práctica en principio. Pero una lectura de esas polémicas revela no sólo la existencia de pensamientos cinematográficos completamente encontrados, casi incompatibles, sino un grado de confusión que excede largamente a la distinta apreciación que un mismo film puede provocar en distintos especialistas. Entre esas concepciones se puede detectar incluso aun mayor distancia que la que media entre mi versión de lo que ocurre en el cine argentino y la de El Amante. Lo que quiero decir es que aunque nuestros argumentos se hagan cada vez más rotundos, sabemos con menos certeza cuál debería ser el núcleo de una cinefiia actualizada, capaz de entenderse verdaderamente con el presente, con sus películas pero también con sus novedades estéticas, económicas, tecnológicas y sociales.
Es lógico que el defasaje entre nuestra intención de comprender y una realidad cinematográfica que se hace más compleja e inasible genera cierta frustración. Nuestros hábitos como espectadores y nuestros métodos como críticos se vuelven paulatinamente ineficaces. En lo personal tendemos a volvernos irritados y protestones porque sospechamos que nuestras ideas del cine empiezan a girar en el vacío y de poco sirve aplicar las viejas recetas que alguna vez nos protegieron. Da la impresión de que hay mucho por aprender y cada vez menos para enseñar.
Tal vez sea una bendición. Especialmente para quienes hacen El Amante, un grupo privilegiado en muchos sentidos. Sus jóvenes redactores (incluyo aquí a los veteranos que nunca se anquilosaron) desbordan de entusiasmo, se comunican permanentemente y tienen un ámbito de pertenencia sumamente rico. Van gratis al cine y consiguen los DVD necesarios como para tener acceso pleno a la actualidad del cine mundial y a toda historia. Pero justamente por esa posición privilegiada y esa dedicación intensiva (cada vez más facilitada por la tecnología pero cada vez más exigente) se diferencian cada vez más de los espectadores comunes, de quienes hacen del cine sólo una pequeña parte de sus vidas. En lugar de demonizar a los espectadores, deberían tal vez ensayar una discusión interna orientada a iluminar los dilemas actuales de la crítica. En su descargo, se puede decir que, tal vez, ese camino haya empezado por una catarsis.
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Para retirarme de una polémica que finalmente no fue tal, me bastó con repasar el sumario del número de agosto de la revista El Amante (que la compré, como todos los meses): del tema que nos reunió, sólo aparece una nota sobre un cinéfilo que cuenta la tortuosa experiencia de ir al cine rodeado de pochocleros. O sea, de la mirada hacia adentro que reclamaba Q., ni noticias; de la reflexión sobre la crítica, tampoco. <br /> Ah, cierto que en El Amante se reflexiona sobre la crítica en cada crítica. Claro. Ay, la retórica...
Sr. D'Espósito.<br /> No entiendo su comentario sobre Gran Hermano, a menos que ud. mismo haya sido víctima de la confusión que menciona (puesto que según aclara, su trabajo fue "seguir ese programa" y no "a los espectadores de ese programa").<br /> Lamento como lectora que en las escuelas de periodismo (o al menos en la que ud. estudió) enseñen que el trabajo de un periodista o comunicador es PROVOCAR con sus textos en lugar de COMUNICAR.<br /> Sobre el comentario de la señorita Maria Valeria, es cierto, no tenemos nada que ver (yo no tengo primer nombre) pero coincido con ella, y por eso me molestó tanto el texto del señor LMD, en que "Viva la critica y muera la mala leche".
Lo que dice Q. es perfecto: sólo un cinéfilo puede notar la diferencia entre Duro de matar 4.0 y Sex and the city. Por eso D'Espósito se las agarra con la minita que prefiere Sex and the City y no con el estudiante de cine o cinéfilo que no ve Sex and the city porque es para minitas, pero si ve Duro de matar 4.0 y todas las pelis que puede durante el BAFICI, pero deja morir sin compasión "Aniceto" en las salas comerciales. Porque, seamos justos, ni Favio ni Condito ni nadie con dos dedos de frente puede creer que la vida del 'otro cine' depende de las minitas que ven Sex and the city. ¿No será que justamente los cinéfilos son los que votan mal? Saludos.
Dicen que no hay que aclarar que oscurece, pero en este choclo de comentarios quisiera aclarar a Leonardo, por las dudas, que la tal Valeria no tiene nada, pero nada que ver con esta que escribe. En cuanto a los dardos de Q. contra EA en general y LMD en particular, prefiero no seguir embarrando la cancha (a ud Q que le gusta tanto el fobal). Saludos, viva la critica y muera la mala leche.
No está de más aprender francés, inglés o cualquier otro idioma, sobre todo si nos interesan disciplinas como la crítica cinematográfica, pero para el que no tenga ganas, hay otras opciones, como por ejemplo la Cahiers du Cinéma española, que mes a mes es escaneada y digitalizada por los cinéfilos aristocráticos y egoístas de www.cine-clásico.com. Si Diego Batlle me lo permite, con mucho gusto pego los links a la descarga directa de la colección completa, ya que calculo que no todos pueden pagar los aproximadamente 147 euros que cuesta la suscripción anual. <br /> <br /> Y a propósito de la Cahiers española, en el último número publicaron un informe sobre las transformaciones de las formas de consumo cultural y e la cinefilia, haciendo foco en el "cine invisible"; de esa manera denominan al cine que no tiene distribución en España. Informe que acompañaron con la lista de las 50 películas que ellos consideran esenciales para asomarse a ese nuevo cine, películas a las que todos nosotros podemos acceder, algunos pidiéndolas en DVD en Amazon, otros descargándolas de Internet, y los que no sepan cómo hacerlo, no quieran aprender o no tengan una computadora con conexión a Internet, pueden comprárselas a los so-called "dealers" de cine minoritario, que abundan. Es verdaderamente revelador cotejar la toma de posición de El Amante y la de la revista española (que, sí, se publica en España, donde la persecución a la piratería es mucho más intensa).<br /> <br /> Claro que la línea editorial de El Amante condena todas estas prácticas, a la vez que trata al espectador como si fuera ganado, cuando ellos son los que mes a mes deciden llenar cuarenta páginas con críticas (y fotitos) de películas que no interesan a ellos ni a sus lectores, pero que, qué le vamos a hacer, son lo que hay en cartelera. El Amante conscientemente decide excluir de sus páginas (o asignarle un espacio mínimo) a todo ese otro cine, y hace lo mismo con toda la historia del cine, lo que hace que el pequeño e intrascendente fragmento de la producción cinematográfica que, según parece, sí les interesa, esté doblemente acotado, temporal y espacialmente, despreciando al mismo tiempo la reconfiguración del canon histórico que implican el descubrimiento de las zonas más oscuras de las obras de los viejos maestros y de otros tantos que siempre permanecieron a la sombra de la historia oficial del cine, a la vez que desestiman el cine que se hace fuera de dos o tres sedes de la industria cinematográfica. Queda por preguntarse si lo que sobrevive en las páginas de El Amante es "el cine", si la insurrección cinéfila que parece arengar D'Espósito pasa por ahí, si la agenda que imponen las distribuidoras son "el cine", en fin, si El Amante sigue siendo una revista que habla sobre cine. Como titularon alguna vez con respecto a David Lynch, "esto es el cine", ¿podrían poner esa frase en la tapa todos los meses? <br /> <br /> Uno se imagina que no es fácil, en los tiempos que corren, redefinir la agenda, las bases de un discurso sobre el cine que ya tiene como dos décadas de vida, y hacer un esfuerzo por comprender un poco la naturaleza de los cambios que están teniendo lugar. En cualquier caso, parece que cada vez quedan menos dudas acerca de cuál es la postura que El Amante adopta ante la nueva cinefilia, aun en pleno proceso de formación, que tiene a su favor una disponibilidad insólita, inimaginable hasta hace unos años, caótica si quieren, de películas, de revistas de crítica, de textos de teoría (esto último todavía está consolidándose, pero ya se está armando una linda colección online de textos clásicos), y que está absolutamente descentralizada, como rasgo quizás negativo, y que, nos guste o no, va a ser la cinefilia del futuro. Por mi parte, me voy a sentar a ver cuánto tiempo más pueden persistir en esa conducta obcecada de destructores de máquinas.
Coincido con Patricia, sin claudicar con la rigurosidad de la crítica y el nivel intelectual de la misma, hay que entusiasmar, promover, facilitar que el que ve solo entretenimiento empiece a ver el arte. <br /> <br /> El arte siempre fué algo aristocrático, de minorías como los cinéfilos. OK, nos quedamos ahí encerrados en la cápsula dorada ó abrimos la tapita e invitamos a entrar. Por ejemplo : propongo un Glosario de términos cinéfilos al final de revistas como El Amante. Yo no tengo porque saber francés para leer sobre buenas películas y me gusta mucho la revista . Mail : cineydiversidadcultural@gmail.com<br /> <br /> Juan Norberto Melo
Es inutil dirigirse a los espectadores para estimular su curiosidad si no la tienen incorporada: lo único que recibís son mensajes "ofendidos" como el de Valeria, que se vanagloria de ser rebaño.<br /> Y si preferís WALL-E a JUVENTUD EN MARCHA no es otra historia: es la demostración de que no estás tan lejos de lo que criticás...
Leí la nota de Leonardo, y me sobresalté. Me entusiasmé, me apasioné. Recibí esa pedantería y ese tono "reacccionario" como algo saludable. No me molestó en absoluto la nota, ya que lo que rescato de ella, y confirmo con las respuestas del mismo Leonardo, es la indagación a la curiosidad del espectador. Y el espectador (porque en este caso hablamos de cine) es también padre, amigo, hijo, estudiante, docente, gerente, ama de casa, en fin, es ser humano. Y está bueno reflexionar sobre la idea de curiosidad, entusiasmo y espíritu crítico, mas allá de la disciplina o profesión que uno practique. Y ahi para mi reside lo interesante del texto. Después están las coyunturas, que la crítica de cine (en teatro esta pasando exctamente lo mismo, ver sino el último número de Llegás donde Bartís arremete contra Lucho Bordegaray, y Mechi Halfon sale a proponer relfexiones), que el precio de la entrada, que a quién uno vota.<br /> Rescato, como ya dije, la propuesta, petulante, arrogante, soberbia y conscientemente snob, de mayor curiosidad, mayor búsqueda, mayor indagación. Desde el lugar que cada uno tenga, arengar, estimular, provocar y también señalar, indicar, mostrar, exponer. En la medida que esas cosas existan, bueno, siempre va a haber gente dispuesta a debatir.<br /> <br /> Saludos,<br /> <br /> Leandro.
Valeria: evidentemente piensa que "estrategia" es sinónimo de "falso", una confusión bastante frecuente entre los televidentes de Gran Hermano (lo sé; uno de mis trabajos hace muchos años implicó seguir ese programa). Decirle a los espectadores que se comportan sin curiosidad frente al cine es una estrategia para que dejen de hacerlo. Por lo demás, en El Amante siempre provocamos con cada crítica y cada editorial y cada texto. Se supone que la crítica no sólo seduce (como dijo Q) sino también provoca. Reflexión sobre lo que critica, claro. <br /> <br /> Santi: debería conocerlo para saber si debo tratarlo o no como pelotudo. Por lo demás, el texto, no lo dude, generó debate gracias a la inquietud de Lerer, la agudeza de Quintín...y los comments de Santi Valentino, entre otros. Gracias también a usted.<br /> <br /> José: lo único que hice fue ser un poco más claro para quien no quiso (no creo que no lo haya hecho, acá lee gente inteligente) comprender no el significado sino el sentido del texto. Prefiero Wall-e a Juventude en marcha y también El violín de Rhotschild a Mamma Mía! (Juventude es buena y Mamma Mía! no, pero esa es otra historia).<br /> <br /> Saludos
Ahh, entre tanto blablabla se me pasó lo mas importante, una formulita nomas: el peso de Diego Trerotola, sin acento muchachos, es directamente proporcional a su inteligencia, don de gente y densidad/capacidad neuronal. Mas de uno quisiera ser tan XXL como él.
En Santa Fe Capital hay un complejo cinematográfico con 9 salas desodorizadas, pulcras y olimpicamente fantasmas que ni el loro visita. Entre el ganado, el eslabón perdido, otras especies y el mentado loro, ¿no será necesario un arca de la diversidad que contenga a TODOS/AS y asi no zozobrar?, ¿o ese es otro debate?
D'Espósito: no me trates de pelotudo, ¿si?. Que tu carta abierta haya producido un debate -cosa que dudo- se lo debés a la inquietud de Diego Lerer y a la agudeza de Quintín.
Sr. D'Esposito,<br /> Su respuesta era la peor de las que esperaba leer. Escribió mas arriba: <br /> "Uno nunca es tan radical ni virulento como sus escritos; los escritos son también construcciones y ESTRATEGIAS".<br /> Queda claro entonces que su nota en El amante, que devino en esta polémica, es sólo una ESTRATEGIA. Ahora, yo me pregunto: menospreciar a los espectadores de cine (la gente para la que ud. escribe) ¿es una estrategia para qué?": ¿para vender más revistas? ¿para ubicar al amante en un primer plano donde, según cuentan acá mismo, ya no está? No veo esta ESTRATEGIA (que a esta altura ya podríamos llamar PROVOCACION) tan diferente a la que utiliza Tinelli cuando hace bailar a chicas semi desnudas en un caño. Parece que en los medios de comunicacion (sea Videomatch, paparazzi o el amante) manda la provocación como único fin para llamar la atencion. Una lastima realmente.
Leonardo: disculpame por la confusión, las reseñas de las que hablo fueron hechas este año y no coincidian con las declaraciones que hiciste en el blog. El intento es todo. Saludos.
¿Por qué te comiste los mocos si venias bien, D'Espósito? En EL AMANTE decis que el publico es ganado, y acá arrugás ante una señora que prefiere WALL-E a JUVENTUD EN MARCHA... Pero claro, vos tambien la preferis... Prefiero a los criticos que se la juegan (sin esnobismos) que a los que se convierten en amables pastores de rebaño.
Víctor: dejé Terra el año pasado. Sigo sólo con el blog. Quien se encarga de las críticas es mi colega y amigo Nazareno Brega. Una de las críticas que recibía en Terra era que mis textos eran demasiado largos para Internet porque, justamente, intentaba darle sentido a cada film. Que lo intente no implica que lo logre siempre, claro.<br /> <br /> Saludos.
Santi:<br /> En El amante siempre hay espacio para reflexionar sobre la crítica. Se hace en cada crítica, de hecho, aunque parezca que lo único que escribimos en las últimas 2112 páginas (64 por mes, 11 números al año, 3 años) fueron el artículo de Noriega sobre los chicos ricos con tristeza y estos tres artículos "contra" el espectador.<br /> <br /> Saludos.<br /> <br /> PD: En el último número se habla elogiosamente de La mujer sin cabeza y Batman-El caballero de la noche. Una tapa para los que dicen que sólo apoyamos el cine yanqui contra el nacional y otra para quienes dicen que somos unos elitistas que sólo queremos ese cine que a nadie le interesa. Saludetes.
Valeria, la discusión no pasa por ahí. Respecto de lo que piense de ella -de la discusión, hablamos- mi idea es que uno nunca es tan radical ni virulento como sus escritos; los escritos son también construcciones y estrategias. Eso por un lado. Por el otro: no, que se prefiera bajar Wall-e y no Juventude en marcha no indica ni falta de compromiso social ni ignorancia. Pero me pasa algo: yo, que pagaría más de una vez una entrada -a precio lógico- para ver Wall-e y no me animaría a rever Juventude, pienso: ¿por qué si Internet es el reino de la variedad, estadísticamente se reproduce la misma concentración que en las salas? ¿Por qué hay mucha más curiosidad por ver lo que va a inundar las pantallas de todo el mundo que por descubrir algo nuevo que, quizás, justificaría la existencia misma de Internet? Ahí no veo falta de compromiso social: veo falta de curiosidad y de riesgo, un indicio de comportamiento que es más bien nocivo (por lo menos a largo plazo). Por supuesto que fue un ejemplo. En mi texto, por otro lado, escribí que ejercer el riesgo y el sentido crítico no implica aceptar todo, que es perfectamente válido ver Pierrot, el loco y decir que no es para uno, o que es mala incluso, y que el problema es que ese cine no se ve. El ejemplo Juventud-Wall-e era más bien un indicador estadístico: conscientemente elegí dos películas que me parecen muy buenas y perfectamente distintas. Espero que se entienda.<br /> <br /> Saludos.
Recién ahora D'Espósito me doy cuenta que sos el bigote de Terra. Lamento que no todas las veces que haces la reseña (porque coincidirás conmigo que no puede llamarse crítica a lo que haces en la cartelera de Terra) de una película argentina estés con ganas de “encontrarle un sentido y una mirada a cada película”. Tampoco creo que ningún “bovoespectador” lea nunca “finalmente, bajaste el cuello y sos un esclavo mas, tan esclavo que ni siquiera optas por tomar por asalto tu ocio. O todo eso junto. Por la dudas, te aclaro la culpa es toda, exclusivamente, tuya. El día que digas “no”, volvemos a hablar”. <br /> La soberbia y la actitud desafiante son virtudes cuando pueden sostenerse en el tiempo a través de la razón y la obra. Si solo se sostienen en la arrogancia paternalista y acusatoria, en el prejuicio, la burla y en las ejecuciones sumarias solo son, en definitiva, actitudes cosméticas, que pretenden hacer pasar por importante lo que no es más que forma vacía. Mi ignorancia me impide saber frente a que clase de crítico me encuentro pero destaco tu intención de “ser cada vez mejor, de ver más”.<br /> Espero que la critica en argentina tenga su NCA, Nueva Critica Argentina, con críticos que renueven el panorama y que alcancen, como logró Quintín en su momento, reconocimiento internacional, que se hable de la critica argentina en el mundo, que las revistas de critica se vendan como pan caliente y que la cinefilia se contagie como la gripe.
o sea, la crítica de cine tiene sentido. los que no tienen sentido son los críticos que se creen superiores por haber visto una película un ratito antes que los demás.
Sr. D'Esposito. Vengo leyendo todos los comentarios de esta página y hay algo que no me queda claro y ud. no termina de explicar: ¿Cuál es el problema de que alguien prefiera ver Wall-E en lugar de Juventud...?. ¿Por qué la supuesta "falta de compromiso" en la elección de UNA PELICULA determina la falta de compromiso social o la ignorancia? ¿Usted es realmente tan ingenuo y naif como para pensar que ver determinado cine en detrimento de otro es el causal del comportamiento de una sociedad en las urnas o la consecuencia de una devastada educación pública?<br /> Siempre pensé que la soberbia de revistas como El amante (o su madre, Cahiers Du Cinema) eran más un juego provocador que una realidad. Que la virulencia se exageraba y que nadie era tan radical como sus dichos (he tenido la oportunidad de conocer al Sr. Quintín y confirmé que por lo menos en él era así). Ahora pareciera que no, o tal vez sí y todo este debate no es más que otro juego provocador.<br /> Sea una u otra la respuesta, veo que los espectadores/lectores siempre terminamos perdiendo.
D'Espósito: cuando salga el nuevo número de El Amante, lo leo y hablamos ¿Habrá en sus páginas un espacio dedicado a reflexionar sobre la crítica o seguirá la catarsis y la demagogia? Esa es mi gran duda. <br /> Abrazo.
¿Qué tipo de películas pueden disfrutarse comiendo panchos y tomando cerveza? Creo que las que se hacen para que sean pasadas en los complejos multisalas que venden panchos, pochoclos y cerveza para consumir en la sala. Sí, ya sé que también las pasan en otros cines que no son multisalas. ¿No es eso el sueño hecho realidad de un gerente de marketing?<br /> ¿Pasará con el cine lo mismo que pasó con la poesía?
Che, Santi, ¿vos sos gordo, bailarin, critico o cineasta? Si no entrás en ninguna de esas categorias no se entiende (según tu criterio) con qué conocimiento hablás... Confundir la critica con la praxis es pre-moderno. Con tipos como vos todavia estariamos en la edad media, practicando "el juicio de Dios".
...o sea, se habló de qué sentido tiene la crítica. Me parece que es algo y, de alguna manera, cierra el círculo que reclamaba Q.<br /> <br /> Abrazo.
D'Espósito: la 'gente' no discute el contenido del artículo, sino la postura que asumió el crítico al escribirlo. Si te fijás, el primero que alzó la voz fue Lerer, y lo hizo, en principio, porque no entendió a cuento de qué venía esa serie de notas rezongonas. Fijate: 'El Amante' intentó hablar del público y eso derivó a que se termine hablando de la crítica. O sea. <br /> Abrazo.
Glenda, si lo pensás bien, no es lo mismo. Mi ejemplo más cercano sería alguien que hable de sexo y nunca lo practicó. Pero no tiene sentido continuar este intercambio de opiniones. Te mando un beso.
Bueno, lo que dije más arriba no era para consolarme con que el problema no es solo local sino que el publico de cine esta jodido a nivel mundial. La idea (a veces estos espacios son medio escuetos para explayarse, creo) era que atribuir el "mal" comportamiento de la gente (léase comer pochoclos, hacer ruido, hablar, reirse, etc) en los cines a lo mal que esta la educacion en el pais, me parecio medio reduccionista. Aun en paises con mejor nivel educativo que el nuestro la mayoria de los espectadores de cine comete desmanes parecidos. Pero tambien tienen su cuota insoportable ciertos espectadores digamos mas "respetuosos": a mi tambien me caen mal los señores de campera de carpincho y esposa operada que van los sabados a ver "la ultima pelicula francesa", como tambien son imbancables muchos que van al BAFICI.<br /> Hay gente para la cual el cine es una expresión artística sagrada. Y hay gente que va al cine a entretenerse. Un buen logro de la critica de cine seria que pudieran entusiasmar a los espectadores comunes para no ir siempre a lo seguro, crear la curiosidad de tal modo que nos interesara investigar formas diferentes de cine y no quedarnos solo en lo standard. Pero la critica, tomando actitudes arrogantes de superioridad, no lograra nunca acercarse a quienes quiere "educar". Digamos que si por ejemplo uno sale de ver una pelicula todo contento porque la disfrutó, sintió empatia por los personajes, etc, y después va y lee una critica en la que te hacen sentir poco menos que un imbécil por haber disfrutado eso, entonces es muy dificil que cierto tipo de público se identifique con la critica o se interese por saber mas sobre lo que vio. No digo que los criticos de cine deberian ser unos buenazos bárbaros perdonavidas. Pero digo: sufren los criticos porque el gusto de la gente cada vez cae más en picada, pero a su vez los mismos criticos se alejan del espectador medio de cine con actitudes arrogantes y soberbias. Casi casi parece el conflicto gobierno-campo.
Santi: fijáte lo que pasó con el artículo. Sí salió de El Amante y lo empezó a discutir gente que no empatiza con esas ideas. El problema del contexto de publicación es otro: uno escribe a veces donde puede. Me hubiera gustado publicar algo así en Crítica, pero no hay lugar para tal tipo de columnas. Y en el Bigoblog es un poco peor que en El Amante, me parece (aunque también toqué el tema). Y seguro -imagino- que incluso el público "que empatiza" va a tirar cascotes. Poco a poco eso lleva a otras discusiones, afortunadamente, más cercanas a las que reclama Q.<br /> <br /> Saludos.
Santi, con el mismo criterio que vos esgrimís, ningun crítico de cine podría analizar los aspectos técnicos de una película a menos que haya filmado una.<br /> Tu aclaración sigue siendo igual de desafortunada.<br />
D' Espósito: no te falta razón en lo que decís. Lo que me parece es que en tu carta abierta te dirigís a un público que no te está leyendo, sino a otro que empatiza muy fácilmente con lo que decís porque basicamente piensa igual que vos. ¿Que clase de polémica y discusión puede darse entre personas que piensan igual?<br /> Con respecto al peso de Trerótola (para mí, uno de los mejores críticos del país) me refería a que es un poco aventurado criticar la performance de un bailarín profesional cuando probablemente nunca se practicó ese tipo de baile (no me salgan con esa pavada de que entonces sólo un futbolista puede hablar de futbol). Trerótola tiene todo el derecho de decir que no le gustó la manera de bailar de los protagonistas de "Aniceto", pero poner el acento en sus (in)capacidades técnicas es demasiado. Salvo que él haya practicado baile. Eso sí sería una sorpresa. Abrazos.<br /> PS: me parece lamentable que exista esa incapacidad deliberada por entender lo que quiere decir Q. cuando habla de la educación pública. Dejen de ensuciar los debates con rencores y disgustos personales, chicos.
La conclusión es que la crisis es global; como decía alguien antes, lo mismo pasa en otras partes del mundo, incluso en la cinéfila París. El tema con París es que hay alternativas. Pero eso sería "mal de muchos, consuelo de etcéteras". Hay algo claro: cuando los multiplex desembarcaron en la Argentina -esto lo comentó hace poco Luciano Monteagudo-, querían cambiar los hábitos del espectador para que comiéramos pochoclo y tomáramos gaseosas, que es lo que da rentabilidad al negocio de la exhibición por encima del precio de la entrada. Y lo lograron: lo que uno se pregunta es por qué el público fue tan permeable a ese cambio y, por extensión, genera las preguntas a todo lo demás. <br /> <br /> Saludos.
Gracias, Leo. Al fin alguien que me cree.
Patricia,<br /> <br /> Me gustaría contar una anécdota. En 1994 viajamos a Los Angeles con Flavia y no bien llegamos nos metimos en un cine, lo que después supimos que se llamaba Multiplex. Nos sorpendieron dos cosas. Una, la gran calidad de la imagen y el sonido (el dolby, THX, todas esas cosas) cuando en ese momento en la Argentina las proyecciones eran pésimas. La segunda cosa, el comportamiento de los espectadore. Comían, gritaban, hablaban entre ellos, entraban y salían. Un espanto.<br /> <br /> No sé bien cuál es la conclusión, pero sé que hoy sigue más o menos así, pero el mercado del DVD creció mucho y hay lo que se llama "cine independiente", que también existía de antes. En Los Angeles, en enero de 1994, no había una sola película extranjera decente para ver.<br /> <br /> Pero insisto, no sé cuál es la conclusión...
Quedó medio malinterpretable, Q, el "no simpatizo ni con la educación pública ni con el consumismo..." en el comment, de ahí seguro viene el ataque erróneo.<br /> <br /> Saludos.
Bueno Quintin. Al menos esta vez siento que te volviste a meter en terreno conocido, masticado y digerido. Me parecen muy acertadas muchas de tus reflexiones, aunque no coincida en un 100%.<br /> Ahora me pregunto: este tema de la "declinación" en la calidad del espectador medio ¿es un problema exclusivamente argentino?. Yo sugeriría que alguien se meta en sitios norteamericanos o europeos sobre cine e investigue sobre las peliculas mas vistas en esas partes del mundo. La cinefilia siempre será algo para grupos determinados de gente con determinados intereses o gustos. Y ni siquiera dentro de la cinefilia pensada como conjunto uno encontrara opiniones uáanimes. Asi como hay coleccionistas de mariposas, hay personas que ven al cine como una expresion sagrada y moderna del arte. En fin. Hay mucho para pensar y reflexionar sobre el tema.
Ah, y el otro comentarista habla de "sarcasmo derechista", extrapolando discusiones que en nada vienen al caso y se mete con mi vida personal. Macartistas del mundo, absteneos.
Ya me parece el colmo de la mala interpretación que se me acuse de no simpatizar con la educación pública a la que, en particular, debo toda mi formación. Si se leen los comentarios en orden, se deduce claramente que no simpatizo con el exterminio de la educación pública, que es el mal que señala D'Espósito.. <br /> <br /> Admito que leída ailsadamente la frase puede ser equívoca. Pero el comentarista dice haber leído "con dificultad" todos los comentarios. Bueno, puede ser por eso.
"La crisis en la crítica de cine debe ser resuelta con más crítica de cine y no con generalidades sobre la sociedad" Me pregunto cual es la diferencia entre O. y su odiado Faretta (que a esta altura me parece mucho menos reaccionario...). D'Espósito habla de la educacion pública y Q. responde con sarcasmo derechistas. Si la critica es solo un arma de "seducción", ahora entiendo porque hay tanto espectador "seducido y abandonado"... Dedicate a asesorar al campo, Q. Ser el Sócrates de San Clemente te está quemando el cerebro...
En la Argentina. Yo sí simpatizo con la educación pública, no necesariamente con sus programas. Y sí creo que esa destrucción sistemática tiene que ver con que más gente quiera ver Wall-e que Juventud en marcha. Una buena educación estimula dos cosas complementarias: la duda y el sentido crítico. El cuestionamiento lleva la curiosidad. Es cierto también que hay niveles, y que es obvio que mucha más gente en el mundo quiso ver Lo que el viento se llevó que La sal de la tierra; el fenómeno no es nuevo. Lo que me parece es que la concentración es mayor, que un mayor acceso a la tecnología no redundó en una mayor difusión ("democratización" no es un término adecuado) de contenidos que escaparan de por lo menos algunas convenciones y que en gran medida la des-educación es funcional a ello. Y sí, también la falta de sentido crítico es la que mutila la oferta. Consumir acríticamente películas o alfajores hace que quien produzca no se preocupe por la calidad o la necesidad de cualquiera de ambos productos.<br /> El problema, Q, es que los críticos de cine podemos seguir haciendo crítica de cine sin hacernos un mapa (incluso general, incompleto, mea culpa: chapucero) de la sociedad porque cada vez más escribimos para menos. Los que pueden sentirse seducidos o incentivados por nuestros textos, cada vez más, son los convencidos de antemano. Así las cosas, incluso si, como decís, la crisis en la crítica debe ser resuelta con más crítica de cine, tal resolución me suena inocua. Como bien sabés, no sólo no renuncié a la crítica de cine sino que trato de ser cada vez mejor, de ver más, de tratar de encontrarle un sentido y una mirada a cada película (eso que a veces parece justificarte de que me gustan demasiadas películas, en realidad no es así aunque sí me gustan más que a vos -cuantitativamente hablando). Eso sí, cada vez más siento que es un monólogo. A lo mejor es un estado personal y no debería compartirlo con el mundo, pero temo que las cosas están realmente más terribles de lo que eran.
Con dificultad lei los comentarios. Es dificil leer en la pantalla (inclusive ampliada). Tal vez el exterminio de la educación publica no tenga que ver con que la gente quiera ver una u otras peliculas. Lo complejo es que tiene que ver con cosas mucho más dificiles. Desmemoria, consumismo, individualismo, etc. Sr. Quintin de una vez por todas si no simpatiza con la educación pública, ¿a cual apuesta?
Pero Leo, "tres décadas de exterminio sistemático de la educación pública" (en la Argentina, supongo), no tienen nada que ver con que la gente quiera ver Wall-E y no Juventud en marcha (en todo el mundo). Ni tampoco "la falta de sentido crítico en gran parte de los espectadores de cine como consecuencia de un sistema que los ha mutado de individuos a consumidores". <br /> <br /> No simpatizo ni con la educación pública ni con el consumismo, ni con Cristina ni con Macri, pero la crisis en la crítica de cine debe ser resuelta con más crítica de cine y no con generalidades sobre la sociedad. Al menos, en el primer caso podemos hacer algo.
Hay un montón de cosas que me gustaría responder de lo que escribiste sobre mi artículo, Q, pero sería largo y -juro que es verdad- el laburo no me deja tiempo. Pero hay un par interesantes. La primera: es una vieja discusión de huevo y gallina esa de si el público va a ver lo que quiere o lo que hay. En parte es la segunda, en gran medida es la tercera y hay detrás una historia que explica eso, tres décadas de exterminio sistemático de la educación pública, como escribí en otro lado, no son ajenas a eso. En segundo, mi texto era catártico pero no tanto: pretendía este tipo de reacción. Decirle al espectador algo (porque sí, salió en EL Amante porque es el único lugar donde se podía publicar algo así pero también, por suerte "salió DEL Amante" y generó discusiones mucho más abiertas) desde un lugar (el acápite del texto, la cita de Baudelaire, estaba para eso, para marcar el tono sobreactuado y, sobre todo, marcar que uno mismo también cae muchas veces en esa clase de comportamiento) casi literario. Digo "casi" porque no me considero realmente un escritor, apenas un escribidor. Y tercero, hay una enorme cantidad de factores que hace que no haya sido la crítica la que dinamitó los puentes. Decís que deberíamos pensar cuáles son los problemas a los que la crítica de cine -la crítica en general- se enfrenta. Respondo que los tres textos refieren a uno de esos problemas básicos: justamente la falta de sentido crítico en gran parte de los espectadores de cine como consecuencia de un sistema que los ha mutado de individuos a consumidores. A eso también me refería con el "¿cómo vota?" y es algo que realmente preocupa (basta ver el estado del debate político en la Argentina hoy; basta escuchar las razones esgrimidas por cualquier ciudadano para haber votado a Macri y a Cristina casi al mismo tiempo). Respecto de que accedemos..., no todos ni a todo. Le respondí a Lerer en Micropsia con un pequeño experimento: ver cuántas fuentes hay para descargar en tu PC JUventude en marcha y compararlas con las de Wall-e. Lo que mi texto en particular atacaba era la falta de curiosidad. De hecho, esta respuesta -y tu respuesta a los textos- me temo que sólo serán leídas por un grupo pequeño de gente, quizás más amplio que quienes compran El Amante, pero no mucho mayor. De equivocarme, y lo espero, el texto, errado y reaccionario, habrá cumplido su cometido. Y en ese caso, la iniciativa será desafortunada pero a quienes creemos que aún se puede hacer algo -los pesimistas no son más que optimistas desesperados- seremos verdaderamente afortunados.
El problema no es elitismo o populismo (las dos caras de una falsa discusión). La cinefilia, la crítica de autor, o como se llame, siempre fue un tema para los interesados, digamos para un tipo de espectador de cine que para nada representa a la mayoria y al que le gustan realizadores como Serra, Bresson o Straub aunque le gusten cosas más populares también. Aunque sea minoritaria, la cinefilia no es necesariamente elitista: no se requieren credenciales especiales para ser cinéfilo, es una pasión abierta a cualquiera que quiera compartirla, que tenga ganas de seguir a ciertos directores, leer literatura especializada y sienta que el cine es decisivo en su vida porque el cine es más que el cine.<br /> <br /> El problema aquí, me parece, proviene de atacar a los espectadores. Es un error ético (arrogarse una superioridad moral no demostrada), político (la pelea contra los molinos de viento) pero, sobre todo, metodológico. Cuando se dice que los espectadores son bovinos y se los pone del otro lado, se desarticula cualquier posibilidad de un discurso cinematográfico consistente y lo que se dice empieza a girar en el vacío. Esencialmente, porque de ese modo la crítica renuncia a su herramienta principal, que es el poder de seducción. No se puede seducir a los que han quedado del otro lado porque uno ha dinamitado los puentes. Esos puentes imaginarios con el espectador es lo que los criticos de todas las épocas han intentado hacer. Hablo de los críticos en serio, no de aquellos que intentan ubicarse en medio de la manada. Porque los que realmente piensan que los espectadores son ganado son los Dlugui y los Carnevale. No los de El Amante, aunque hayan tenido esta iniciativa a mi juicio tan desafortunada.
El modelo elitista y snob de El Amante que Quintín critica es el que él mismo instaló en la revista, y a través de ésta en la crítica nacional, desde el número 1.<br /> <br /> Para llamar la atención, comenzó a aplicar de manera sistémica el método de castigar películas que el "establishment" crítico de entonces elogiaba en forma unánime. y, a la inversa, ensalzar títulos destrozados por esa misma crítica. de esta manera logró que todos hablaran de él y su revista.<br /> <br /> El éxito de El Amante generó, a la larga, que Quintín mismo formara parte del "establishment" y su método fuera multiplicado por jóvenes críticos que sueñan con ser Quintín (?)<br /> <br /> Ahora se horroriza del monstruo que ha creado. Es tarde.
La polémica entre un cine "narrativo" y otro mas "formalista" es mas vieja que Q. (y tambien se dio aca en el campo literario): es una boludez decir que tiene que ver con la "correcciòn" pero no errado que tenga que ver con la "politica". Es la famosa "politica de los autores".<br /> Lo que si es incorrecto es vincular el peso de Trerotola con su critica a los bailarines de una pelicula: no veo que tenga que ver una cosa con la otra (y sobre todo no veo que tenga que ver el peso en todo esto, a menos que se traduzca como "influencia"...)
Sigo insistiendo en la necesidad de una profunda autocrítica por parte de los críticos de cine. ¿A qué tipo de espectador van dirigidos sus comentarios sobre los films? Existe una amplia franja de espectadores-lectores de críticas cinematográficas que no nos interesa Spiderman o Duro de matar o cualquiera de los "tanques" norteamericanos, pero me aburre soberanamente el cine de A. Serra, Kiarostami o Sokurov por dar algunos ejemplos.<br /> Lo que pasa es que es "políticamente incorrecto" manifestar que no te gusta ese tipo de cine: serio, intelectual, "importante".
Una pequeña aclaración. Yo no digo que Spiderman y Duro de matar 4.0 sean lo mismo, sino que, al no haberlas visto, no tengo forma de saberlo de antemano. Para el no iniciado, esa es la sabiduría esotérica, nada evidente por lo menos, que distingue a la cinefilia, que no es precisamente una pasión de multitudes. Eso no tiene nada de malo, pero suponer que quien no haga la distinción es un "esclavo" parece un poco demasiado.
Santi, para los que no te conocemos... ¿vos cuánto pesás? Porque pareciera que es importante...
Martina cinéfila: disculpame, pero creo que estás equivocadísima. Las notas de El Amante sobre los espectadores no interroga ni inquieta a nadie, simplemente porque los lectores de la revista no se comportan en absoluto como describe D'Espósito en su artículo. Es una cuestión de target. <br /> Es como si en la revista partidaria de Boca Jrs. se trate de estúpidos a los hinchas de River. ¿Dónde está la gracia? Asi cualquiera. Fue un acto de demagogia baratísimo. <br /> Y encima, en la misma revista, hay que soportar que Diego Trerótola (para el que no lo conoce, un excelente crítico muy excedido de peso) critique la performance de los bailarines de "Aniceto". Es joda.
Llama la atención la manera tendenciosa en que un crítico del calibre de Quintín se cuelga de palabras y frases sueltas para después contrarrestarlas con argumentos de varios párrafos. También la búsqueda de supuestas contradicciones internas de la revista que, lejos de ser tales, siempre fueron los indicios más fuertes del espíritu polémico y democrático de El Amante. Me parece que gran parte de las ideas que esgrime Q se caen si hablamos de los textos de la revista en su totalidad y no de fragmentos. Por ejemplo, cuando Q habla de la contradicción en el texto de Porta Fouz; que arremete contra varias de las formas de ver una película fuera de una sala pero después justifica que muchas personas no vayan al cine:<br /> <br /> "Resulta tan contradictorio el refinamiento del propio placer con el reclamo por que sea compartido, que Porta Fouz termina encerrado en un callejón sin salida. Hace tiempo que viene abogando porque las películas se vean en las salas y no en DVD piratas o mediante descargas de Internet. Pero, simultáneamente, además de mencionar el precio cada vez más inaccesible de las entradas en la Argentina, describe los nuevos hábitos del público de los multiplex, que incluyen comprar comida en el medio de la función, hablar por teléfono y producir todo tipo de ruidos molestos. Gracias a esas malas costumbres, dice Porta Fouz, los espectadores más exigentes "van al cine solamente en las funciones en las que saben que habrá poca gente." Es bastante absurdo pedir que la cinefilia se generalice y que vuelva a las salas para terminar concluyendo que la mejor manera de ejercerla es ir al cine cuando no hay nadie."<br /> <br /> ¿Es una contradicción poner de manifiesto que la gente está cada vez más lejos de las salas de cine, aunque haya muchos elementos que justifiquen, en parte, como el precio de las entradas o el comportamiento de otros espectadores, ese alejamiento? De paso, algo que Q no dice; EA hace mucho tiempo (mucho) que viene quejándose del precio de la entrada y anticipando lo que está pasando ahora (incluso en los editoriales puede leerse sobre el asunto). No sé, la verdad es que no me parece en absoluto algo contradictorio, y lo mismo va para lo de las críticas a favor y en contra, las diferencias "esotéricas" que plantean algunos redactores entre tanques (como si Spiderman 3 y Duro de Matar 4.0 fueran lo mismo) y algunas otras cosas que marca Q. De nuevo, me resulta llamativo haber leído todo esto en un texto de un crítico bastante lúcido como Q.<br /> <br /> Algo que sí no me llama la atención es la facilidad, la virulencia, pero sobre todo la falta de ideas y argumentos que se puede leer en algunos comentarios sobre la revista. Esto, claro, no tiene nada de nuevo y ya a esta altura me importa poco. También pasó en Micropsia, donde Lerer debatía con ideas pero no así algunos de sus lectores. Para terminar, no deja de parecerme simpático que en unos pocos comentarios se pueda leer que EA llega a muy poca gente (2000 ejemplares) y por otra parte que "hay que terminar con la hegemonía de EA".<br /> <br /> saludos.
Coincido parcialmente con Quintín y con la redacciòn de El Amante, revista a la cual estoy suscripto desde hace varios años. Yo vivo en la patagonia (Trelew), así que la mayoría de las películas las veo en DVD o en descargas con la mulita (los films que no puedo conseguir en videoclub) porque en mi ciudad existe un solo cine y las condiciones para ver una película allí son pésimas. Me parece necesario un debate acerca de como internet democratiza el acceso al arte (en este caso el cine) para todos aquellos que no vivimos en Buenos Aires y no tenemos posibilidad de consumir cine de autor en salas como las existentes en la gran capital (sala lugones, cosmos, arteplex, etc). Sólo las descargas "ilegales" permiten acceder a este tipo de cine.<br /> Pero yendo al núcleo de la polémica, me parece que tambièn la crítica de cine debe hacer su propia autocrítica. Soy un cinéfilo intuitivo, no formado en universidades, y si bien detesto films como Sex and the city y gran parte del cine "mainstream" (ahora se puso de moda esa palabrita), también odio peliculas de autor ampliamente valoradas por la crítica como por ej Honor de cavallería o algunas películas asiáticas ahora de moda. Me parece que en algunos críticos hay una postura snob, buscan diferenciarse del resto de los mortales endiosando o supuestamente descubriendo nuevos directores que en mi opinión no tienen nada para ofrecer más que su visiòn sobre su propio ombligo.<br /> Para la crítica de cine recomiendo ver Upa una pelicula argentina!, que con mucho humor expone esta posiciòn soberbia de los "entendidos". En una escena muy graciosa de la película, Daniel Fanego le recomienda al personaje que encarna a un director de cine, que ponga diálogos, ya que el nuevo cine argentino carece de diálogos. <br /> Es cierto que los espectadores son reacios a arriesgarse con un cine que no sea el ampliamente publicitado por los medios, pero tambièn es cierto que la crítica de cine se muerde su propia cola, subestima al espectador medio y recomienda películas insufribles para ese tipo de espectador, en las cuales no existen diálogos o bien son mínimos.<br /> Me gusta el cine clásico, narrativo, como el de Scorsese, De Palma, Coppola, el cine de Trapero, de Burman, de Bielinsky, que tenga una historia para contarte, que tenga algo para decir. ¿Soy un bovoespectador y un pochoclero?<br />
Hay que terminar con la hegemonía de El Amante: son los mismos sátrapas que eligen las películas para los festivales.<br /> Por cierto, las críticas de Desposito siempre están escritas tratando de infradotado al lector.<br /> Cuando se fue Santiago García El Amante se terminó.
Y si, Q., son "ellos nosotros": si el argentino promedio es un voraz consumidor de "Bailando por un sueño" dificilmente pueda pasar por su quemado paladar algo como "Honor de cavalleria"... (y si, la formula Cobos-DE Angeli esta más cerca de Tinelli que de Serra).
Yo compro la revista hace dos años y me gusta. Son las únicas críticas que puedo leer porque las de los diarios son pesimas. Pero lo que dice Quintin es cierto, especialmente con la nota de DÉsposito me senti tratada como una infradotada (y eso que odio los celulares dentro y fuera del cine y la comida, etc).<br /> Además me cuesta creer que no se dan cuenta que ellos acceden a films que nosotros gracias si veremos alguna vez
Debo decir que esta vez estoy con El Amante. Y no por esnobismo sino porque es una verdad incontrastable que el gusto de la inmensa mayoría de los argentinos se ha vulgarizado ya no sólo en el cine sino en casi todo lo que consume. Ir al cine es algo tortuoso: hay que pagar 20 pesos para escuchar hablar a la gente o sentir el olor a pizza o pochoclos. El problema es que no existen, como en cualquier gran capital del mundo, buenos circuitos de cine arte (no me vengan con el Cosmos o los Artepelex). Allí se podría disfrutar del cine como se debe, con gente que hace del hecho de ir al cine algo placentero y respetuoso. Y donde el único lugar que se habla es en el café después de ver la película. <br /> Entre tantos medios que suelen lamer el c... de sus lectores o televidentes, justificando lo que no tiene la más mínima justirficación, me parece muy audaz lo que el Amante ha hecho: interrogar, inquietar a su propio público.
Muy acertado el comentario de Quintín, aunque él mismo a veces peca de lo que está criticando.<br /> <br /> Hace mucho que no leía el Amante, la compré hace poco y me arrepentí ni bien empecé a leer las críticas que son de un nivel paupérrimo, sub-blogger. No ahí nadie que le llegue a los talones a Mr Q, por ejemplo. Me llama la atención que 2000 personas compren la revista, como dijo alguien en otro post. Si es asi, no les va tan mal...
Impecable como siempre el analisis de Quintin. <br /> Mauricio
El problema con el artículo de Leonardo D’Espósito es que está dirigido a un tipo de espectador que no compra ni lee El Amante. Y el resultado es una cosa demagógica y sin el más mínimo rigor.
Encontrar en El Amante críticas berretas, contradicciones, defensas del snobismos y argumentos elitistas es moneda corriente desde hace algunos años.
Ja, ja, muy bueno el comment anterior, ya que todos aquellos que seguimos yendo al cine nos habríamos transformado en infradotados, en bovoespectadores o categorías similares. Me parecen muy oportunas varias observaciones de Quintín, sobre todo de cierta tendencia onanista propia del círculo de iniciados, de ese club cerrado de cinéfilos que siempre tienen la justa que conforman los muchachotes de El Amante. Lástima que la revista vende 2.000 ejemplares y encima varios de esos lectores la compran para confrontar, por lo que su radio de acción no supera las 1.000 o 1.500 personas. Demasiado poco para creerse tanto.
sho leo ziempde el amante podke ellos me ezplican pod ke indy ez una obda maeztda i spidy una podkedia... loz ke loz kditikan no entienden podke no pienzan bien pedo Podta Fuz i Nodiega entienden muy bien el zine i noz cuentan como ez<br /> y eshos tanbien zaben decid kual pedicula ez ab.. abdy.. abdyzzzecta, eso.. i ez impodtante ke noz digan ezo podke no ez facil dadse cuenta solo... o pod ejemplo con el zine chodonga.. eshos ze dan cuenta cuando las pediculas dizen cozaz impodtantez.. aunke en dealidad zon pediculas kalité y pdetensiosas... pedo la gente las va a ved i sale con el petcho inflado penzando ke viedon algo impodtante... pedo a nosotdos ke leemos el amante no nos komemos eza