Columnistas
Método para el balance de un festival: aplicación práctica en el caso del BAFICI
Un procedimiento cabalístico-aritmético para medir la calidad de las películas exhibidas
Resulta muy tentador aplicar el método de medición de festivales que enunciamos en nuestra columna anterior a la edición del BAFICI que acaba de finalizar. Repasemos: se trata simplemente de medir el porcentaje de películas buenas empleando una serie de procedimientos cabalístico-matemáticos. En este caso, hemos empleado la variante Favre-Lebret del algoritmo como pasaremos a detallar a continuación.
Primero. se toma el catálogo, sin el cual es muy difícil la operación. Luego, se procede a excluir los cortometrajes, porque no se puede comparar peras con manzanas. También se eliminan los films incluidos en las retrospectivas a menos que sean muy recientes, dado que nuestro objetivo principal no es evaluar la historia del cine sino su presente. En seguida, recorriendo cuidadosamente las páginas y tras el tiempo de meditación necesario en cada caso, se clasifican las películas en cinco categorías preestablecidas. Películas muy buenas o geniales, películas buenas, películas más o menos, películas malas u horribles, películas que no vimos (la distancia entre las parejas de conceptos genial/muy buena y mala/horrible no justifica el agregado de categorías suplementarias).
El resultado de la exploración inicial para el BAFICI 2007 resulta: 11 – 23 – 7 – 17 - 192. Ahora se procede a una consolidación. Se agrupan las muy buenas y las buenas por un lado y las regulares y malas por el otro. Total: 34 a 24. Excelente, en principio: casi un 60% de buenas películas. Pero hay un detalle: la enorme cantidad de films que no vimos (recordemos, la cuenta no incluye retrospectivas). Nuestro muestreo es apenas una cuarta parte del total, con el problema adicional de que fuimos más bien a lo seguro a la hora de elegir, lo que da una muestra sesgada.
Para mejorar nuestro universo, agregamos dos categorías nuevas: películas que no vimos pero que personas confiables nos aseguran que son buenas y películas que no vimos pero personas confiables nos aseguraron que son malas. Hay 6 de las primeras y siete de las segundas. Las sumamos a los totales respectivos. La cuenta da 40 a 31. Muy bien, un 56%. Pero nos siguen quedando 179 películas de las que no sabemos prácticamente nada. Casi el triple de las que pudimos clasificar.
Y ahora, un dato interesante. En las dos primeras ediciones del BAFICI, la cantidad total de largometrajes no incluidos en retrospectivas rondaba los 80. De viajar en el tiempo a 1999, la muestra representaría un porcentaje enorme del total. Allí, la exactitud de nuestros cómputos sería máxima. Con muy poco margen de error podríamos saber si aquél fue un festival satisfactorio (al menos desde nuestra apreciación subjetiva), mientras que ahora no tenemos forma de averiguarlo. Es que el BAFICI actual desafía a la matemática moderna. Deberíamos proponer que empezara de nuevo y se repitiera dos veces más para beneficio de nuestras investigaciones científicas. De ese modo, ocuparía 33 días (inauguración aparte) y uno podría ver todas las películas, como (casi) ocurría al principio. Parece disparatado pero no lo es: Vancouver dura más de dos semanas y Seattle un mes, así que no es tanto.
Pero hay otro modo, aunque algo menos riguroso, de analizar el problema. Si uno pasa lista a los films de la primera categoría, se encuentra con que pudo ver los siguientes títulos: Bamako, de Abderrahmane Sissako; Honor de cavalleria, de Albert Serra; Woman on the Beach, de Hong Sang-soo; Quei loro incontri, de Danièlle Huillet y Jean-Marie Straub; Juventude em marcha, de Pedro Costa; Syndromes and a Century, de Apichatpong Weerasethakul; Santiago, de João Moreira Salles; Princess Raccoon, de Suzuki Seijun; Belle Toujours, de Manoel de Oliveira; A Short Film about the Indio Nacional y Autohystoria, ambas de Raya Martin. Y, si se agrega que también se pudo ver la obra de Tati, la de Moullet y la de Pennebaker en las retrospectivas, y que era posible confeccionar un programa con casi cuatro películas buenas por día, la conclusión es ineludible. Aunque la ciencia no se expida, estuvo muy bien el BAFICI.
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