Natalia Smirnoff, una argentina suelta en Park City

Por Celina Bartolomé, desde Park City
OtrosCines.com estuvo presente en el estreno mundial en el Teatro Egyptian de El cerrajero, segundo largometraje de Natalia Smirnoff (Rompecabezas) con Esteban Lamothe y Erica Rivas. Además, nuestra enviada -que es voluntaria del festival que dirige Robert Redford- cuenta la trastienda, el color, las anécdotas de esta muestra fundamental para el desarrollo del cine independiente norteamericano pero no tan conocida fuera de los Estados Unidos.

Publicado el 22/1/2014

El martes 21, a las 18, se produjo el estreno mundial de El cerrajero, película escrita y dirigida por Natalia Smirnoff (Rompecabezas) y protagonizada por Esteban Lamothe. La función se realizó en el Teatro Egyptian, que tiene una capacidad para 290 personas. La sala, ubicada en la calle principal de Park City, estaba colmada por invitados de todo el mundo interesados por ver una esta nueva participación del cine argentino en la sección oficial de World Cinema Dramatic Competition.

La historia se centra en Sebastián (Lamothe), un cerrajero treintañero aficionado a la restauración de cajas musciales que empieza a tener extrañas visiones de la vida de sus clientes tras enterarse de que su novia (Erica Rivas), está embarazada. Con una fotografía clara y cálida, grandes actuaciones (para destacar la de Yosiris Huripata, no actriz, en el muy querible papel de Daisy) y una gran precisión al momento de ubicar la cámara, Smirnoff logra un relato conmovedor, que deja al espectador pensando en las relaciones humanas y en las responsabilidades que conlleva amar a alguien.

Una vez terminada la presentación, Smirnoff subió al escenario entre aplausos. En el tradicional Q&A que aquí se hace con cada director, la realizadora fue interrogada tanto por cuestiones narrativas (se le preguntó por el desenlace del film) como técnicas (qué tipo de cámara utilizó, cuánto fue el presupuesto, etc.) y personales por parte de un público que agregaba elogios a sus dudas.

Al ser consultada acerca de una de las escenas más emotivas y climáticas de la película, en la que se lucen tanto Lamothe como Rivas, Smirnoff explicó que le dio sólo unos puntos claves a los actores “con el objetivo de lograr un momento verdadero, el de sacarse la máscara y decir: nos equivocamos y podemos vivir con ello".


La trastienda del festival

De las más de 50.000 personas que llegan cada año al pequeño pueblo de montaña de Park City, Utah, para participar del Festival de Sundance más de 2.000 son voluntarios, gente que da parte de su tiempo para que la muestra funcione de la manera más eficientemente posible, a cambio de ver la mayor cantidad de películas indies posibles, conseguir merchandising y comida gratis, y -por qué no- ver a celebrities como Aaron Paul o Rachael McAdams caminando por la calle o tomando un café.

En ese rally cultural me encuentro en este momento, deseando que los días tengas más horas y las colas para entrar a una premiere sean más cortas. Mi trabajo como voluntaria consiste en estar en las paradas de colectivo (que fueron especialmente incorporadas para el Festival), y dar indicaciones a los espectadores. Si bien el trabajo parece un tanto monótono, la gente que se sube a los colectivos no lo es y, por lo tanto, tampoco mi tarea. Más de una vez me encontré hablando con el director de un corto que me fascinó, con la productora de una película a la que no llegué a entrar, e indicándole a Chloë Grace Moretz dónde queda la oficina de inscripciones.

El aire que se respira es cine, nada más que cine. Los de la mesa de al lado, mientras escribo en el iPad discuten sobre las actuaciones en Boyhood, lo nuevo del aclamado director Richard Linklater que, dicen, va a ser la película de la que más se va a hablar en esta edición. En la fila para entrar al estreno mundial de El cerrajero se habla del hiperrealismo en el cine argentino y en el café del cine Eccles una chica le comenta a la otra que bailó con Jason Schwartzman en una fiesta la noche anterior. La gente reparte tarjetas personales en todas partes y los productores regalan postales de sus películas. Los medios digitales publican críticas pocos minutos después de los estrenos, y eso se nota en la cantidad de periodistas con laptops y anotadores en la fila de las salas, escribiendo como si fuese lo último que vayan a hacer en sus vidas, editando títulos y haciendo correcciones hasta segundos antes de ver un nuevo estreno.

Sundance, con su 30 años de vida, es mucho más que una oportunidad para que directores, guionistas, actores y productores independientes expongan sus obras y tengan la oportunidad de conseguir distribución comercial: es un núcleo central para el desarrollo creativo del cine norteamericano (y en menor medida también del internacional) que entiende que hoy en día la experiencia de ver una película transcurre tanto dentro como fuera de una sala. Y eso se siente y mucho.