Cine en Casa

Orange is the New Black y las delicias de las series originales de Netflix

La nueva propuesta de Jenji Kohan (Weeds) es una tragicomedia carcelaria que aborda temas como el racismo, los abusos sexuales, las drogas, el lesbianismo, el suicidio o el fanatismo religioso sin prejuicios, pero con una altura e inteligencia asombrosas. Una joya que se suma a House of Cards para consagrar de forma definitiva a Netflix como un "jugador" esencial en la producción de series originales.

Estreno 19/07/2013
Publicada el 30/11/-0001

Desde hace ya varios años son muchos los críticos de cine que vienen sosteniendo que los mejores trabajos (y las mayores posibilidades de experimentación) se están dando en el universo de las series y no en el de las películas. Si The Wire, Homeland, Mad Men, Game of Thrones  o Breaking Bad -entre muchas otras- llamaron la atención por su calidad, en los últimos tiempos apareció un inesperado nuevo “jugador”: el gigante del streaming hogareño Netflix.

En un mercado que estaba dominado por producciones de HBO, Showtime o AMC, surgió Netflix con una certeza: era más “barato” y mejor para el marketing crear sus propias series que pagar millones y millones por materiales de terceros. Y su arranque en este segmento no pudo ser mejor: con House of Cards, impecable e implacable historia de intrigas políticas protagonizada por Kevin Spacey que acaba de conseguir nueve nominaciones a los premios Emmy (hecho inédito y por lo tanto histórico para una propuesta de VoD); y con la “recuperación” de Arrested Development (un “viejo” éxito de culto de Fox) dio dos pasos notables.

Pero la consolidación definitiva de Netflix como un competidor insoslayable en la producción de series originales llegó hace una semana con el estreno de los 13 episodios de la primera temporada (ya se confirmó que habrá una segunda) de la excelente tragicomedia carcelaria Orange is the New Black.


Creada por Jenji Kohan (Weeds) a partir de las memorias de Piper Kerman, una universitaria que se declaró culpable y a los 34 años pasó 15 meses de prisión por tráfico de drogas y lavado de dinero, Orange is the New Black se suma a la tradición de buenas series de y sobre mujeres que viene desde Sex and the City, The L. Word y Girls.

Para quienes esperen historias de explotación como las del cine argentino de los años ’80 (Atrapadas o Correccional de mujeres), deberán saber que Orange is the New Black aborda temas como el racismo (la inmensa mayoría de las detenidas son negras o latinas), los abusos sexuales, las drogas, el lesbianismo, el suicidio o el fanatismo religioso sin prejuicios, pero con una altura e inteligencia asombrosas.

Las poco más de 12 horas de Orange is the New Black permiten acercarse a una sociedad estadounidense que esconde bajo la alfombra (o, mejor, tras las rejas) sus no pocas contradicciones y miserias. La protagonista es una encantadora rubia de clase media (excepcional Taylor Schilling), pero el mayor logro de la serie es darle una infrecuente dimensión humana a inmigrantes, a marginales, a representantes de las minorías étnicas, religiosas y sexuales sin caer por eso en los estereotipos ni en el paternalismo de la corrección política.

Otro hallazgo de la serie es su estructura coral. Si bien hay una clara (anti)heroína que es Piper Chapman y los ejes principales de la trama son las relaciones con su novio (Jason Biggs), con su mejor amiga y socia Polly (Maria Dizzia) y con su ex amante (Laura Prepon), también enviada a la misma prisión, cada episodio recupera -a través de múltiples flashbacks- las historias de vida de cada uno de los conflictivos y conflictuados personajes secundarios que interpretan extraordinarias actrices como Natasha Lyonne, Kate Mulgrew, Dascha Polanco, Laverne Cox o Michelle Hurst (habría que nombrarlas a todas porque el elenco es formidable). Y no falta tampoco la mirada hacia los muchas veces manipuladores y abusivos guardiacárceles y funcionarios del instituto correccional. Así, con un fuerte sesgo de crítica social, pero con muchos momentos de humor negro e intensidad emocional que alcanzan una gran intimidad, Orange is the New Black surge como una verdadera joya dentro del amplio, diverso y muy rico panorama de las series contemporáneas.

(Este texto fue publicado con algunos cambios en la edición del diario La Nación del 19/7/2013)

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