Un documental exquisito

por Diego Batlle, desde Berlín
El pollo, el pez y el cangrejo real, nuevo trabajo del director español José Luis López-Linares, describe en 86 minutos la épica del chef Jesús Almagro en su obsesiva preparación durante seis meses para representar a su país en el concurso Bocuse d'Or, considerado el campeonato mundial de la gastronomía. Un largometraje notable y divertido sobre el arte de cocinar y de superarse a uno mismo. Y, también, un verdadero bálsamo entre tantos documentales politizados, pretenciosos, solemnes y previsibles que abundan en un festival bienpensante como la Berlinale.

Casi sin promoción, en una sección perdida (Berlinale Special) y con apenas dos proyecciones (una para prensa y otra para público), se estrenó aquí El pollo, el pez y el cangrejo real, el más reciente film del madrileño López-Linares (52 años, responsable de Asaltar los cielos, A propósito de Buñuel y Extranjeros de sí mismos, entre varios títulos de interés).

Durante casi medio año, las cámaras de López-Linares siguieron la compleja, minuciosa, sufrida preparación de Almagro -campeón español- para enfrentar a otros 23 grandes chefs de otros tantos países en este Mundial de la cocina de autor.

La cosa parece sencilla: cocinar en 5 horas y 35 minutos dos platos y tres guarniciones con los tres elementos del título como base. Un jurado de notables decide quién es el ganador (casi siempre de Francia) y otorga algunos premios más. Pero esta épica demuestra que no se trata de una empresa fácil en ningún sentido (sólo la preparación de Almagro demandó una inversión de 100.000 euros).

Más allá de la dinámica deportiva y la ideología bastante conservadora que tiene este certamen que lleva ya 20 ediciones, la película es un registro preciso y por momentos emocionante del esfuerzo y de la creatividad que conlleva trabajar a este nivel. Después de ver estos 86 minutos no quedan dudas de que la vanguardista Documenta de Kassel acertó al convocar al chef catalán Ferrán Adria para su reciente edición: cocinar es un verdadero arte.

Más allá del carisma de Almagro (un gran protagonista), del suspenso por saber el resultado final (España venía de un decepcionante 16° puesto en 2006), lo más interesante del film es cómo va narrando el proceso de concepción, creación y optimización de cada plato. En este sentido, resultan extraordinarios los encuentros en los que una docena de grandes cocineros españoles (y Serge Vieira, un francés ganador de la edición 2006 del Bocuse d'Or, que los asesora) se reunen cada dos o tres semanas para degustar los platos que crea Almagro y luego lo critican de manera despiadada, remarcando cada una de las fallas en la cocción, en los sabores, en las salsas, en las texturas, en la presentación estética y hasta en el color de las bandejas sobre las que sirve.

La media hora final está dedicada a los dos días del concurso y no tienen desperdicio. No vamos a develar el resultado que obtuvo Almagro (ojalá la película llegue a algún festival argentino), pero López-Linares logró un profundo retrato humano, un homenaje al arte culinario y un entretenimiento muy divertido. No es poca cosa.

PD: la velada terminó con una comida en el Instituto Cervantes de Berlín en la que, como no podía ser de otra manera, cocinaron Almagro y otros dos chefs que aparecen en la película.