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Latinoamericanos en Hollywood / Críticas de “The Shape of Water”, de Guillermo del Toro; y “Disobedience”, de Sebastián Lelio - #TIFF17
Un mexicano y un chileno filmaron en inglés sendas historias de amores prohibidos.
-The Shape of Water / La forma del agua (Estados Unidos, 119'), de Guillermo del Toro ★★★★✩
The Shape of Water -reciente ganadora del León de Oro en la Mostra de Venecia- es un nuevo cuento de hadas de Guillermo del Toro y, como tal, invita al espectador a entrar a un universo fantástico en el que los buenos son muy buenos, los villanos resultan malísimos y el amor tiene cara de monstruo.
La historia se centra en Eliza, interpretada por la estupenda Sally Hawkings, una mujer muda que trabaja en un laboratorio del gobierno de los Estados Unidos, a principios de la década de 1960, en plena Guerra Fría. Allí conoce a un monstruo cuasi anfibio con el que establecerá una comunicación que no tiene con el resto del mundo, exceptuando a sus amigos, Giles (Richard Jenkins) y Zelda (Octavia Spencer), que también son considerados “diferentes” en esa sociedad, por su orientación sexual y raza, respectivamente. El malo de la película es Strickland (Michael Shannon), un personaje que reúne muchas de las peores características que puede tener un hombre; un agente despiadado y violento, encargado de mantener en secreto al monstruo que el gobierno espera utilizar para ganarle la carrera espacial a los rusos.
Esta inusual historia de amor del director de Cronos, Mimic, El espinazo del Diablo, El laberinto del fauno, Titanes del Pacífico, La cumbre escarlata y la saga de Hellboy está llena de detalles encantadores, incluyendo un número musical en blanco y negro, al estilo del Hollywood clásico. Los personajes ganan mucho con las impecables interpretaciones de los actores. No hay lugar para las sutilezas en The Shape of Water, pero sí para el romanticismo, la sensibilidad y el humor dentro de un paquete de una enorme belleza visual.
Conferencia de prensa de “The Shape of Water”
-Disobedience (Estados Unidos-Reino Unido, 114'), de Sebastián Lelio ★★★★✩
Hay un romance prohibido entre dos mujeres en el centro de la trama de Disobedience, pero no es el amor, ni el sexo, el tema central de la película. La libertad para elegir qué hacer con la propia vida es el punto fuerte del debut en inglés del director chileno Sebastián Lelio (La sagrada familia, Navidad, El año del tigre, Gloria y Una mujer fantástica) con la transposición de la novela de Rebecca Lenkiewicz.
Las mujeres que se aman desde la adolescencia son Ronit (Rachel Weisz) y Esti (Rachel McAdams). El regreso de Ronit a la comunidad judía ortodoxa de Londres en la que ambas se criaron reaviva ese romance que tuvo efectos distintos en cada una. Ronit, hija de un rabino admirado por todos, que acaba de morir, eligió mudarse a Nueva York, cambiarse de nombre, convertirse en fotógrafa, no casarse y no tener hijos. O sea, eligió una vida totalmente alejada de lo mandatos de la religión y de su propio padre. En cambio, Esti se quedó y se casó con Dovid (Alessandro Nivola), amigo de ambas de la infancia y discípulo del rabino.
Nada es de resolución fácil en Disobedience. Ronit intenta reconciliarse con su pasado y con una parte de su identidad, su origen, al que no sólo ella rechazó sino que también la rechaza a ella por haber tomado otro camino. Esti lucha con su deseo y no sabe cómo dejar de conformarse y vivir una vida plena.
Uno de los mayores logros de la película, que tiene una acertada puesta en escena y excelentes interpretaciones, es la forma en la que muestra el precio de la libertad personal, pero también subraya el valor infinito que esta tiene. La desobediencia del título no se refiere sólo a la afrenta que el amor de estas mujeres significa para sus creencias religiosas sino también a una mucho peor: la de ignorar los propio anhelos.
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