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Crítica de “Miró: Las huellas del olvido”, de Franca González
La realizadora de Al fin del mundo y Tótem reconstruye la fascinante historia de un pueblo fantasma de la provincia de La Pampa.
Miró: Las huellas del olvido (Argentina-Ecuador/2018). Guión y dirección: Franca González. Fotografía: Pablo Parra y Franca González. Música: Guillermo Pesoa. Edición: María Astrauskas. Duración: 90 minutos. Apta para todo público. Salas: MALBA (Av. Figueroa Alcorta 3415), todos los domingos de julio, a las 18; y Gaumont (Av. Rivadavia 1635), del jueves 5 al miércoles 11 de julio, a las13.30 y 21.30.
Franca González, pampeana ella, se obsesionó en los últimos años con la historia de Miró, un pequeño pueblo fundado en 1901 por mayoría de criollos e inmigrantes italianos a la vera de las vías del ferrocarril. Llegó a tener unos 500 habitantes, almacén de ramos generales, hotel, bar, escuela, comisaría, peluquería, herrería y hasta un prostíbulo. Pero en 1912 fue abandonado por la gente, que se trasladó en su mayoría a localidades cercanas como Aguas Buenas y Alta Italia. Hoy quedan pocos vestigios (básicamente lo que fuera la estación del tren) y casi ningún recuerdo. Este país tiene un problema serio con la memoria y, a nivel económico, las plantaciones de soja han arrasado con (casi) todo.
Por suerte, todavía quedan cineastas como González que, a las búsquedas estéticas y hasta podríamos decir líricas de este film (la fotografía es bellísima y combina minuciosos planos fijos con panorámicas a puro drones) le suman un sentido detectivesco (y por momentos del orden de lo antropológico) al relato. Cartas, planos, objetos y algunos testimonios son las piezas que la realizadora va encontrando para reconstruir un rompecabezas escurridizo y enigmático. “Una especie de pequeña Pompeya”, resumió con acierto González.
Por momentos, puede que la carga melancólica resulte un poco recargada, pero al fin de cuentas es algo lógico, ya que se trata de un viaje a un pasado del que casi no quedan registros. Su película es un viaje en el tiempo. Un pertinaz, obstinado trabajo de investigación. Un antídoto contra el olvido.
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Por favor. bajen el link para ver esta joya de nuestra historia para los que somos descendientes directos de esos inmigrantes; como mi abuelo Pablo que fue uno de los fundadores de Aguas Buenas (Hoy Coronel Hilario Lagos) donde estuve llevado por un primo de mi Viejo - Julio Pepino-quienes nacieron allí . Pisé los campos de Miró, estuve en la estación de tren que es lo único que queda de aquel pueblo. Fue allá por 2002 mas o menos. Tengo 72 años. Visité, junto con Julio, el primo de mi viejo, la lápida de mis 2 bisabuelos .Estuve al menos 3 veces en Aguas Buenas (hoy Cnel Hilario Lagos) .
Quiero verla, ¿dónde la pasan?
Muy interesante el trabajo de los arqueólogos, el material cartográfico, y los testimonios. Es interesante este caso como paradigmático de los pueblos que se formaron en torno a la proliferación del ferrocarril