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Crítica de “El jardín de la clase media”, de Ezequiel Inzaghi, con Luciano Cáceres y Eugenia Tobal
Thriller político que va de mayor a menor.
El jardín de la clase media (Argentina/2018). Dirección: Ezequiel C. Inzaghi. Guión: Ezequiel C. Inzaghi, basado en la novela homónima de Julio Pirrera Quiroga. Elenco: Luciano Cáceres, Eugenia Tobal, Enrique Liporace, Leonor Manso, Esteban Meloni, Roly Serrano, Ludovico Di Santo, Lalo Mir, Walter Donado, Mónica Cabrera y Jorge Martínez. Fotografía: Ignacio Torres. Edición: Ernesto González López. Música: Yair Hilal. Distribuidora: 3C Films. Duración: 100 minutos. Apta para mayores de 16 años con reservas. Salas: 8 (Village Recoleta, Cinemark Caballito, Cosmos-UBA, Gaumont, Hoyts Morón, Hoyts Dot, Showcase Rosario y C.C. La Llave - Espacio INCAA de Bariloche).
El jardín de la clase media transcurre cuando las listas de candidatos para las elecciones legislativas están a punto de cerrarse. En ese contexto político agitado y de negociaciones tras bambalinas aparece el cadáver de una mujer decapitada en la casa de uno de los potenciales aspirantes a diputado (Luciano Cáceres).
El hallazgo obliga a su pareja, una médica a cargo del área de psiquiatría de un hospital público (Eugenia Tobal) y a un detective de la policía (Esteban Meloni) a unir esfuerzos para esclarecer el crimen. Leonor Manso y Enrique Liporace encarnan a las figuras más importantes y oscuras de la cúpula encargada de tomar las decisiones que involucrarán directamente al político ascendente.
Basado en la novela homónima de Julio Pirrera Quiroga, el film de Ezequiel C. Inzaghi se presenta como un thriller político donde nadie es quien parece ser. La investigación tirará del ovillo de una trama mafiosa que involucra al núcleo duro del gobierno en maniobras donde lo límites entre lo legal e ilegal se difuminan.
El problema de El jardín de clase media es que nunca logra trascender los límites férreos del thriller, volviéndose previsible y adoptando algunas vueltas de guión varias veces vistas. Dueña de un involuntario espíritu clase B, se trata de un film cuyo interesante punto de partida (el retrato de la cocina del poder nacional) se diluye a medida que el relato queda preso de los tironeos entre la vertiente policial y la política.
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El transcurso de la película es directamenete proporcional al empeoramiento de su trama. Increíble que algo que empieza tan bien no tengan idea de cómo terminarla.
Muy buena y buenas actuaciones. La peli es fuerte, tiene muchos puntos y al final termina abruptamente, dejandonos con ganas de seguir viendo. Pero claro termina como cualquier historia publica y terrible que nos conmueve hasta que cambiamos de canal. En esto me parece un reflejo de actualidad sobre nuestra sociedad. Aqui encuentro una denuncia clara.
Excelente película, dinámica y con muy buenos diálogos. La disfrutamos mucho. Las actuaciones de diez.