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A favor de “Contra la cinefilia”

Por Diego Batlle
El ensayo del español Vicente Monroy -que recientemente fue lanzado por la editorial Clave Intelectual- es uno de los escritos más impiadosos y provocadores de los últimos tiempos, y dispara -como en el caso de esta columna- múltiples reflexiones.

Publicada el 10/08/2020

En El apóstata (2015), de Fernando Veiroj, el protagonista treintañero 
-desencantado con la Iglesia en medio de una profunda crisis íntima- intenta que la burocracia eclesiástica le autorice su emancipación de esa institución en la que ya no cree.

Salvando las distancias, el autor de este libro también expresa aquí su renuncia a una "religión", la cinefilia, y su forma de hacerlo es con un controvertido y apasionante, riguroso y al mismo tiempo caprichoso ensayo que va de lo confesional a lo intelectual, de lo íntimo al ajuste de cuentas con los grandes referentes (profetas) del culto por el séptimo arte.

Más allá de ciertas diferencias que tengo con Monroy (no termina de jugarse del todo en el terreno más personal, por momentos es injusto con André Bazin y Serge Daney, en su permanente cuestionamiento resulta un poco tendencioso a la hora de la elección de ciertas citas), Contra la cinefilia es un libro que en muchos aspectos me representa, con el que me identifico. Es un texto sobre el desencanto de aquellos que fuimos parte (o al menos eso creimos durante cierto período de nuestras vidas) y ya no nos sentimos representados. Los que abjuramos, los que renegamos, los que traicionamos, los cobardes que huimos. Los apóstatas.

Voy entonces con algunas reflexiones personales (más viscerales que intelectuales) mechadas con citas del libro. No se trata de una ampliación o un análisis de cada uno de esos párrafos elegidos sino de disparadores para pensar por qué la cinefilia nos contenía cuando éramos adolescentes y jóvenes, y ya no lo hace en nuestra adultez.




1- LA CINEFILIA ES FANÁTICA. Los cinéfilos se creen superiores por su saber y su experiencia, pero son profundamente conservadores. Rechazan prácticamente todo lo nuevo (salvo a los autores neo-clásicos), se muestran cínicos frente a las nuevas teorías, frente a las nuevas generaciones, frente a las manifestaciones artísticas que no entran dentro de su limitado universo de opciones. Son fundamentalistas, obtusos y cerrados. Se consideran una élite ilustrada y no entran en ningún tipo de diálogo o intercambio con el vulgo. Resultan, por lo tanto, decididamente endogámicos y reacios a cualquier forma de evolución.




2- LA CINEFILIA ES TRISTE, MELANCÓLICA Y DECADENTE. Me encanta ir al cine solo o acompañado, me fascina cubrir festivales con su hábito de ver tres, cuatro o más películas cada día, el desafío de enfrentarse a las 14 horas de La Flor me parece una tarea hermosa. Lo que ya no disfruto son los gestos, las poses, los rituales, los clichés, las frases ampulosas, altisonantes, "definitivas", las miradas y actitudes sobradoras de los cinéfilos. Y, aunque suene despectivo de mi parte, tampoco me gusta su precariedad: cómo se visten (porque comprar ropa es del orden de un mundo ajeno), su austeridad producto no ya de una convicción de vida sino de la permanente falta de dinero y hasta cómo huelen (el libro de Monroy comienza con esta provocadora cita: "Le olía mal el aliento, como a todos los cinéfilos", Elizabeth Moreau en Les sièges de l'Alcazar (1989), de Luc Moullet). Vivir para el cine y dentro del cine te desconecta y te disocia del mundo real y de las posibilidades de disfrute que incluso en forma limitada hasta la peor de las sociedades te ofrece. 





3- LA CINEFILIA ES MACHISTA, TESTOSTERÓNICA, REPRIMIDA, REPRESORA Y VIEJA. Incluso con las diferencias que puedo tener con la "dictadura" de la corrección política o la cultura de la cancelación, me parece que uno de los aspectos que no se pueden desdeñar en estos tiempos son los profundos cambios sociales y culturales, la apertura a nuevas problemáticas, las nuevas sensibilidades, las nuevas sexualidades, la ampliación de derechos para las minorías. El cinéfilo, en cambio, se mantiene firme en las suyas. Heredero de una bohemia masculina y nocturna ya bastante decadente y perimida, disfruta como pocos del film-noir, del western, del cine bélico, de los discursos reaccionarios, de los héroes duros, de la superioridad del hombre y de la mujer como mero objeto del deseo. Se ríe (se burla) de los nuevos discursos aperturistas y reivindicatorios, salvo que los haga... Clint Eastwood.






4- LA CINEFILIA LO EXIGE TODO PERO DA MUY POCO. Los viejos cinéfilos eran un oráculo. Se acordaban de cada título, de cada nombre, de cada fecha, habían visto y leido "todo" y su ufanaban de esa superioridad. Se entregaban con absoluta perseverancia a la causa, querían ser mejores que los otros cinéfilos, eran dueños de una gula y una avidez insaciables. Cuando llegó la TV por cable y, más aún, los videoclubes empezaron a sentirse amenazados (cualquier "gil" podía alquilar un clásico"). Ni que hablar con la aparición de Internet, de IMDb y de la historia del cine disponible a un par de clicks de distancia. Todos los que amamos el cine seguimos considerando que no hay nada que iguale la experiencia colectiva de una sala a oscuras, con una proyección inimitable y un sonido inmersivo, pero ellos son dogmáticos que odian el streaming, odian a los jóvenes porque se distraen y miran su celular, odian a las series... Odian.



5- LA CINEFILIA ES VIOLENTA. Dóciles como parecen en el ámbito social (porque en general suelen estar como ausentes), los cinéfilos no tienen en verdad demasiadas ganas de discutir, de aprender, de innovar. Son dogmáticos y son violentos en sus opiniones y en sus formas de expresarlas. Su gestualidad y sus argumentaciones suelen ser terminantes, no admiten matices ni mucho menos sutilezas. Las cosas son así y punto. Y, si alguien se atreve a desmentirlas, alzarán el tono de voz para superar el de su interlocutor ocasional. 



6- LA NUEVA CINEFILIA SERÁ MENOS RIGUROSA, MENOS BRILLANTE, MÁS SUPERFICIAL, PERO MÁS DIVERTIDA, ECLÉCTICA Y ABIERTA. Los viejos cinéfilos ya no participan de la discusión social, eluden las redes sociales, los debates públicos, se mantienen en las cuevas de las cinematecas, añoran la insuperable proyección en fílmico, prefieren ver un John Ford por enésima vez antes que aventurarse con el cine experimental ("¡Eso no es cine!", dictaminarán de inmediato) o "perder el tiempo" con (joyas como) Breaking Bad o Better Call Saul. Es cierto que entre los nuevos cinéfilos hay mucho influencer sin formación disfrazado de crítico o recomendador, pero en esta nueva era hay lugar para muchos más: los buenos, los malos y los feos. Y para muchas más mujeres. Y trans y no binarios... y todas las variantes que existan o vayan a existir. Yo lo prefiero así, con su caos, sus problemas y su desmesura.



7- LA CINEFILIA CLÁSICA MARCÓ A VARIAS GENERACIONES, MERECE UNA MEJOR DESPEDIDA Y DEBE TRANSMITIR SU LEGADO. Las cinematecas, cineclubes y salas de arte y ensayo seguirán existiendo (al menos por unos años más). Todos seguimos disfrutando de los ciclos de la Lugones o el MALBA, del BAFICI o del Festival de Mar del Plata, del estreno del último trabajo de un autor que admiramos. Sin embargo, la cinefilia de los años '50, '60 y '70 está dando sus últimas hurras. Hay millones de jóvenes que aman el cine y están recuperando su historia (mi hija Franca, de 17 años, es una de ellos y disfruto acompañarla en parte de ese camino), pero la vieja cinefilia los ha despreciado, no ha sabido empatizar ni transmitirle su legado (que considero muy valioso, pese a lo que pueda creerse de la lectura tanto de Contra la cinefilia como de esta columna). Sin embargo, aún quedan cinéfilos sabios, sensibles, con capacidad didáctica y paciencia como para pasarles la antorcha a los que vienen con generosidad, amor y sin resentimiento. A ellos les sigo debiendo gratitud y -claro- el placer de compartir el amor genuino por el cine.




COMENTARIOS

  • 12/12/2021 15:04

    El problema del texto es hablar en tercera persona, excluirse del conjunto "cinéfilo". Criticar la cinefilía es valido pero sos critico de cine, si me decís que no sos o fuiste cinéfilo en algún punto de tu vida tomatela. Es injusto hacerse el superado más porque juzgas con desprecio algo de lo que formas parte.

  • 24/12/2020 17:30

    La mayoría de las personas vinculada al cine/audiovisual -y en especial los cinéfilos cahieristas-, no solo tienen mal aliento: son feos, enojones, rollizos, onanistas, viciosos, mofletudos, soberbios y malaspectados en términos generales. Afortundamente esto cambiará de manera radical con la incorporación progresiva de las minorías sexuales, los veganos, las feministas y los youtubers.

  • 17/08/2020 19:15

    En una entrevista a un medio español, Monroy dice que le emociona más un docu de la BBC o una pela de Marker donde hay un entrevistado que lo guía y le muestra cosas antes que las pretensiones artísticas de Pedro Costa. Muy conservador para ser un poeta que escribe: "Follamos en la playa a 100 metros de la fiesta o a 120 + o ?, el eco de la fiesta llegaba desde el sur, nos bañamos desnudos en el agua templada para limpiarnos pero acabamos jugando entre las olas, luego salimos porque pensaste que nos iban a robar la ropa, el eco de la fiesta llegaba desde el sur o desde el sureste, nos fuimos a casa, prometimos llamarnos, nunca lo hicimos".

  • 16/08/2020 2:40

    Lo que me salvó a mí de ser un cinéfilo con esas características es ir al teatro. Y eso me hizo un mejor cinéfilo. Creo, bah.

  • 12/08/2020 18:59

    Es un poco dura en algunos adjetivos, pero no deja de ser cierto. La soberbia y la cerrazón de mucho cinéfilo radical de la Vieja Guardia los transformó en huraños. Pero rescato, como el final de la columna, que también hay muchos viejos cinéticos que salieron de la cueva y han conectado con las nuevas generaciones para pasarles la posta con su amor incondicional por el cine.

  • GM
    12/08/2020 1:30

    Sospecho, Diego, que eso nos advertían hace medio siglo personas como Ford y Hitchcock, cuando le respondían a Bogdanovich o Truffaut con ese laconismo que muchos hemos tomado por boutade en algún momento pero que, quizá, era un modo de señalarles que allí donde ellos veían una ventana al Paraíso había, en realidad, algo amenazante (¿no será eso lo que quiso advertirnos, a su vez, Bogdanovich, tarde pero seguro, en Texasville, al hacer que la manifestación de la enfermedad de su Sonny Crawford adulto fuera ver películas en el cielo?). Un poco a la manera de Dufo, el cine, las películas, forman ya una parte inseparable de mí. Pero llevo más de diez años sintiendo algo parecido a eso que expone Monroy en su libro y que vos lanzás acá, a mitad de camino entre una intervención y una reintrerpretación a ese texto. No dudo de que algunos van a querer agarrarte a trompadas a la entrada de alguna sala de cine (o ante la pantalla de un autocine, si se ponen impacientes), pero vos ya lo sabías. Bienvenido el riesgo porque reafirma la vida. Un saludo.

  • 11/08/2020 12:55

    Me reí mucho con el texto de Diego y las citas del libro y confieso que me sentí un poco identificado e involucrado en las acusaciones, ja ja. El cine es hermoso, sí, pero también es cierto que hay muchas cosas hermosas en el mundo real. DIsfrutemos ambas. Y a los haters, no se tomen todo tan en serio ni a la tremenda, ja ja. Abrazos cinéfilos

  • 11/08/2020 12:13

    Pero ¿de qué demonios hablas? La cinefilia es un sueño, solo los que hemos vivido y sufrido podemos comprenderla... meses de dolor, amigos perdidos. Las películas se convierten en cicatrices para alimentar la herida. Esa herida que todos llevamos dentro... Sin experiencia de vida el cine no tiene sentido, es solo fantasía. Estas son reflexiones de una persona sin corazón, un "posmoderno", y el libro igual.

  • 10/08/2020 20:56

    En el caso mio nunca me propuse ser cinefilo. El cine se me introdujo en mis venas sin darme cuenta: Mi abuela, española, me llevaba todos los miercoles, a mis 11 años, al Cine Coliseo para ver tres peliculas de ese origen. Sus temas no me interesaban solo me producian curiosidad los lugares e historias distintas, bailes, etc. Yo si a los 12 iba solo los domingos a la mañana al cine Carlos Gardel -San Telmo- para ver todos los cortos de Hollywood de Cow Boys, Tom Mix, Roy Rogers, de piratas y fundamentalmente Los tres chiflados, Abbot y Costelo, Harold Lloyd, y cuantos dibujos animados habia en esa época. Los lunes a la tarde en cambio, estaban las tres series completa, como le decian, que eran la totalidad de episodios mostrados todos juntos, pero en una cantidad de tres series por dia policiales con mucha accion y suspenso. Pero tambien, mis padre eran de ir tres veces por semana al cine, especialmente los estrenos del Cine Biarritz generalmente de origen frances. Yo coleccionaba prolijamente sus programas que en esa época eran grandes y bien impresos y no se porque los tenia todos juntos para mirarlos cada tanto. Ya adolescente, fue una pelicula que fui a ver con mi madre LADRONES DE BICICLETAS que me hicieron variar el eje de los temas a buscar. Prosequi con LA MUERTE DE UN CICLISTA y luego LA STRADA y al tempo NAZARIN de Buñuel y VIVIR de Akira Kurosawa. Luego tos los demas Bergman, Mizoguchi,Sayajit Ray, Visconti, etc, etc Para ello trote cuanto Cine Club y sucucho habia para ver todo lo deseadio....nunca me propuse ser cinefilo y , en la actualidad, completamente mareado por la irrupcion de streaming a la carta.

  • 10/08/2020 20:25

    ¿Podrías ser menos cobarde y decir con nombre y apellido de quién estás hablando en esas definiciones? Estás describiendo una cinefilia que no tiene nada, nada, pero absolutamente nada que ver con la que muchas transitamos, y tener esos nombres podría salvar esta nota de ser una generalización inane que habla más de quien la enuncia que de quienes pretende atacar. Y no entiendo qué avance pretendés lograr atacando la cinefilia, esa bella práctica y elocuente palabra.

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