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Crítica de “Zahorí”, de Marí Alessandrini (Concorso Cineasti del Presente) - #Locarno2021
Radicada y formada en Europa, Alessandrini regresó a las áridas estepas de su Patagonia natal para rodar allí su climática ópera prima.
Zahorí (Suiza-Argentina-Chile, Francia/2021). Guion y dirección: Marí Alessandrini. Elenco: Lara Tortosa, Santos Curapil, Cirilo Wesley, Sabine Timoteo, Pablo Limarzi, Federico Luque, Colo Susini, Francisca Castillo, Carol Jones y Michael Silva. Fotografía: Joakim Chardonnens. Edición: Myriam Rachmuth y Marí Alessandrini. Duración: 105 minutos.
Mora (Lara Tortosa) es una chica de 13 años que se siente en el lugar y tiempo equivocados. La ningunean en el ámbito escolar (donde es víctima del bullying masculino) y el entorno familiar (sus padres, dos ecologistas idealistas de origen suizo-italiano y su pequeño hermano Himeko) también le resulta violento y expulsivo. Rebelde, o al menos con crecientes ansias de libertad, ella intentará asumir la identidad del gaucho y encontrará algo de remanso y contención en Nazareno (Santos Curapil), un anciano mapuche que adora a su caballo blanco Zahorí y luego sufrirá su desaparición. Suerte de mentor y guía, Nazareno se convertirá en la figura adulta de referencia, un lugar que sus padres no han querido (o no han sabido) ocupar.
No hay más que esos conflictos iniciales en la trama de esta ópera prima porque lo que a Alessandrini le interesa retratar es la extraña conexión que se establece entre dos personajes igualmente sufridos, pero de generaciones, orígenes, formaciones, etnias y clases sociales opuestas: alguien que se está despidiendo de la vida y una joven que está en busca de su identidad como mujer y en su ingreso al mundo adulto. El tercer personaje central (hay varios secundarios) es la geografía y el clima del lugar: las estepas, los vientos y, claro, las ancestrales tradiciones de la región. Algo así como un western minimalista que se anima a invertir sus estructuras y códigos.
Austera y reposada, Zahorí -coproducción entre la empresa suiza Le Laboratoire Central, la compañía cordobesa El Calefón, la chilena Cinestación y la francesa Norte Productions- resulta, más allá de algunos clichés festivaleros en cuanto a elementos fantásticos ligados a leyendas lugareñas, una bella y por momentos sensible apuesta (con una cuidada fotografía en pantalla ancha) por el respeto de la diversidad, la inclusión y los encuentros en las formas y los lugares menos previsibles.
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