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Crítica de “Einstein y la bomba”, película de Anthony Philipson (Netflix)
Este docudrama de la BBC, que combina recreación ficcional y documental, es bastante esquemática y didáctica en su construcción, aunque aborda diversas contradicciones y aristas interesantes del brillante científico alemán.
Einstein y la bomba (Einstein and the Bomb, Estados Unidos/2024). Dirección: Anthony Philipson. Elenco; Aidan McArdle, Andrew Havill, Helena Westerman y Rachel Barry. Guion: Philip Ralph. Edición: Simon Barker. Música: Tom Hodge. Duración: 77 minutos. Disponible en Netflix desde el viernes 16 de febrero.
Albert Einstein, nació en Ulm, Alemania, en 1879, y murió en Nueva Jersey, Estados Unidos, en 1955. Perseguido por los nazis como todos los judíos, este extraordinario científico debió abandonar su país natal para radicarse primero en Norfolk, Inglaterra, y más tarde, desde 1933, en la Universidad de Princeton, donde terminó de profundizar sus revolucionarias teorías sobre la relatividad, la luz, los átomos y la liberación de energía.
Este docudrama de Anthony Philipson reconstruye desde la ficción (Einstein es interpretado por Aidan McArdle), con materiales de archivo (muchos realmente muy buenos) y un guion que recurre en todos los casos a frases, ideas y conceptos que él mismo dijo o escribió las distintas etapas de su vida, en especial sus enfrentamientos con el régimen de Hitler pero también con la comunidad científica más conservadora, su militancia pacifista y cómo se fue distanciando (y fue distanciado) del Proyecto Manhattan, que terminaría con el lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima (más de 70.000 muertos) y Nagasaki.
La película adquiere cierto interés no solo por la propia figura de Einstein sino también por el megaéxito reciente de Oppenheimer, biopic del científico que tomó parte de las teorías de Einstein (en el film de Christopher Nolan se muestran los encuentros entre ambos) y las llevó hasta las últimas, devastadoras consecuencias no solo en Japón (país en el que paradójicamente Einstein vivió durante varios meses) sino también después en los tiempos de la Guerra Fría contra el comunismo.
El uso de una voz en un inglés con acento alemán y de flashbacks un poco torpes, cierta superficialidad a la hora de abordar la responsabilidad y la culpa del científico respecto de los alcances y efectos de sus descubrimientos, y un permanente didactismo (el mismo que usaba muchas veces el científico en sus contactos con la prensa masiva para explicar sus logros) hacen de Einstein y la bomba un docudrama básico y limitado, es cierto, pero al mismo tiempo valioso e interesante en varios momentos.
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