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La ofensiva contra el INCAA: la estigmatización y lo simbólico en medio de la batalla cultural
Por Diego Batlle
Los fuertes recortes que implementó la flamante gestión del Instituto, pero sobre todo el discurso lleno de resentimiento y desprecio que se lanza desde el Gobierno, hacen que el panorama para la industria audiovisual luzca aterrador.
La resolución 16/2024 publicada el 11 de marzo en el Boletín Oficial y el documento del Ministerio de Capital Humano que cierra con la abyecta frase “se terminaron los años en los que se financiaba festivales de cine con el hambre de miles de chicos” no hacen más que profundizar los ataques del gobierno de Milei contra el cine argentino.
Ese documento justifica el brutal recorte indicando que el INCAA tiene un déficit de 4 millones de dólares que en 2023 Sergio Massa financió en parte con aportes del Tesoro Nacional y que el Instituto gasta 6 millones de dólares por año en salarios.
Vayamos entonces a los números antes de ir a las interpretaciones y valoraciones: el INCAA tuvo en 2023 ingresos por por 13.537 millones de pesos, de los cuales 9.458 millones (casi el 70%) provinieron de los aportes de los canales al Enacom y el 30% (4.037 millones) correspondieron al impuesto del 10% que cada espectador paga cuando compra una entrada al cine. Los restantes 42 millones son por un negocio ya casi en extinción: el 10% a la compraventa y alquiler de videos. Con un presupuesto que, como en casi toda la administración pública, no se ha actualizado pese a la espiralización inflacionaria, esos 13.537 millones significarían poco más de 15 millones de dólares a la cotización oficial (867 pesos) y 13,5 millones al blue (1.005 pesos).
Ahora bien, ¿qué hace, entre muchas otras cosas, el INCAA con esos 15 millones de dólares anuales, además de pagar los 6 millones en salarios a sus 500 empleados de planta y 145 trabajadores temporarios?
-Fomenta a unas 200 películas grandes, medianas y chicas (hoy el pago a productores está parado y los montos, totalmente desactualizados).
-Sostiene una prestigiosa escuela pública y gratuita como la ENERC que tiene sedes en CABA, NOA, NEA, Patagonia, Cuyo, Mar del Plata, Rosario y Comodoro Rivadavia.
-Aporta a una red de casi 70 Espacios INCAA con el Gaumont (cuya continuidad también está amenazada) como insignia.
-Maneja la señal de TV Cine Ar y la plataforma de streaming Cine Ar Play, ambas también gratuitas.
-Financia programas federales de formación, aportes directos a las provincias, ayudas al lanzamiento y a la participación en festivales del exterior (todo esto se ha cortado por completo con la resolución 16/2024).
-Es la principal fuente de financiamiento del Festival de Mar del Plata y del mercado Ventana Sur.
Algunas comparaciones antojadizas a modo de ejemplo:
-Presupuesto medio de una película de un estudio de Hollywood: 65 millones de dólares (y no estamos hablando de un blockbuster de Marvel sino de una producción mediana).
-Presupuesto promedio para el lanzamiento de una película de un estudio de Hollywood: 35 millones de dólares.
-Presupuesto del Festival de Cannes: más de 25 millones de dólares (no incluye el Marché du Film).
-Presupuesto del Festival de Mar del Plata durante los dos últimos años: menos de un millón de dólares por edición.
Quiere decir que los 15 millones de dólares que insume el INCAA para todo lo citado anteriormente significa el 15% de lo que cuesta producir y lanzar una película mediana en Hollywood (cabe aclarar que allí también se subvenciona desde el Estado al cine con desgravaciones impositivas y devoluciones de parte de lo gastado para que un film se haga en Atlanta o en Los Angeles). Hace pocos días el gobierno inglés (tan de derecha como el de Milei) anunció un ambicioso esquema que le permite al productor recuperar hasta el 40% de lo invertido si se elige ese país para rodar una serie o una película. Y el Festival de Mar del Plata cuesta 30 veces menos que el de Cannes (nadie pretende comparar sus influencias), que en un 50% está financiado con aportes públicos franceses.
¿El INCAA es entonces una panacea? Por supuesto que no. Desde siempre hubo designaciones políticas, hay “capas geológicas” que por el propio sistema de estabilidad del empleado público se mantienen desde épocas pretéritas, internas sindicales que complican la dinámica y un sector minoritario que no trabaja lo que debería (la mayoría sí son profesionales de primera línea). También es cierto que en varios aspectos sigue siendo un organismo demasiado anquilosado y burocrático. ¿Pero por qué cerrarlo o desfinanciarlo por completo (que en definitiva termina siendo casi lo mismo) si se podría optimizar su gestión de manera lógica y racional?
Es que el INCAA -como el CONICET, el INADI o la agencia Télam- ha quedado preso de la “batalla cultural” de la ultraderecha vernácula, que ve en el apoyo a la ciencia y la cultura “gastos innecesarios” y siente que los científicos y artistas “progres” (o zurdos de mierda, según la dinámica discursiva en redes sociales) son el enemigo preferido. Por eso la estigmatización, el desprecio, la crueldad, el discurso de odio dirigido con particular predilección a esos colectivos. La cuestión, por lo tanto, es más simbólica que económica.
La industria audiovisual, según un estudio realizado por UBATEC y el CONICET, genera unos 700.000 puestos directos e indirectos al año, motoriza al 5% de la actividad económica y es uno de los sectores más dinámicos porque cuando alguien filma contrata transporte, seguridad, catering y decenas de otros rubros que además están muy bien pagos. Hoy el sector está prácticamente parado (hay unos pocos rodajes en marcha como Las corrientes, de Milagros Mumenthäler; y Vieja loca, de Martín Mauregui) y es víctima de un ataque tan despiadado como desmedido e injusto. Y conste que en esta columna ni siquiera mencioné cuestiones como la identidad o la memoria de un país en las que el cine cumple un papel preponderante.
Sí, hay cosas por cambiar, mejorar y optimizar, pero hay algo que queda claro: los 15 millones de dólares que gasta (invierte) el INCAA o la organización de un modesto festival de cine en una provincia no tienen la culpa del hambre de los niños de los sectores más postergados de la sociedad. Es lo que se dilapida en pocos segundo en el pago de intereses en medio de la timba financiera tan propia de estos tiempos. Esa es la verdad, el resto es demagogia, firuletes y jueguito para la hinchada, puro cinismo e hipocresía.
Más información:
Nota en Variety sobre los recortes en el INCAA (en inglés)
Nota en Deadline sobre la ofensiva oficial contra el cine argentino (en inglés)
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-Vacantes limitadas.
Entre las valiosas ediciones recientes aparecen Sueños, de Peña; El cine argentino se fue sin decir adiós, de Posadas; y Mis días con el cine, de Durán.
¿Y después del INCAA qué viene? ¿Una quema de libros como en 1933 en Alemania? Así hacen cartón lleno.
Santiago: todos los países del mundo subsidian la industria audiovisual mediante excepciones tributarias, renuncia fiscal, cash rebate y/o ayudas directas basadas en imposiciones dedicadas. En todos lo países con una industria desarrollada o con intenciones de desarrollarla (Chile, Oscar mejor película extranjera en 2018, Colombia, nominada en 2016 y shortlisted en 2019) eso es ya moneda corriente y viene desde gobiernos conservadores en lo cultural y liberales en los económico. También se fomentan por las mismas vías otro montón de actividades industriales y culturales. Algunas más rentables económicamente y otras socialmente. En el caso de audiovisual la rentabilidad es en ambos planos. Negar el "derrame" que se logra con el audiovisual es algo que no podría defender ni el Rector de la Escuela de Economía de Chicago. Negar que el valor social de los relatos audiovisuales, es algo que nadie con un mínimo uso de la razón más ramplona podría objetar. Te paso un dato: el primer festival de cine fue creado por regímenes autoritario en los años 30. Fue el Festival de Venecia que entregaba la Coppa Mussolini, para grandeza de Italia y de Partido Fascista Republicano. En el año 38, le dieron el premio a Lenni Riefenstahl, imagino qué sabés de quién se trata. O tal vez no, por que era mujer. Los festivales son eventos dinamizadores de las economías de la ciudades igual que un congreso de odontólogos. La diferencia es que el público general no paga una entrada para ver una ponencia sobre ortodoncia, pero sorprendentemente, si lo hace para ver una película iraní a las 12 de la noche. Yo sé que decirte todo esto es gastar pólvora en chimangos, pero sos tan absolutamente ignorante que prefiero hacerte el favor. Eso.
Se debe defender al Incaa, al cine Gaumont, al Festival de mar del Plata y la Enerc. Creo que es nuestro deber como ciudadanos
Excelente Diego, siempre claro y preciso. Totalmente de acuerdo con tu análisis. El hambre de los pobres obedece a la brutal transferencia de recursos de los sectores bajos y medios a los grandes poderes concentrados, energéticos, petroleros, alimenticios. Ellos son responsables de la inflación que hace estragos en el sector de la población más vulnerable.El propio gobierno lo reconoce y acepta cuando abre la importación de alimentos ( Atención , no es ciencia ficción) como respuesta a los aumentos de precios desmedidos y abusivos de la industria. Gracias Diego
Sr. Santiago: Estaría bueno que intente leer su propio texto y trate de encontrar algún concepto que no esté cargado de subjetividad. Si hace el ejercicio de verdad, se va a llevar una sorpresa. Discutir acá los motivos del desastre de la economía es inútil y elude el fondo de la cuestión (además, si le preocupan los números como a todos los libertarios, en la nota se aclaran perfectamente, si los quiere ver). Estas bravuconadas del gobierno son parte de su cruzada por una batalla cultural que intenta imponer en todos los campos, Derechos Humanos, el científico, la educación, en lo laboral etc. El Incaa está dentro de ese paquete. No tiene relevancia a nivel económico, pero sí simbólico. Son medidas aplaudidas por el votante subjetivado por el poder (algo que nos ocurre a todos) pero que es superdifícil de asumir sobretodo para un anarco libertario que arremete contra la cultura como burro que se estampa con la pared para derrumbarla.
Es un análisis sesgado y cargado de subjetividad. Si el cine necesita ser subvencionado entonces debe ser financiado de una u otra manera con fondos públicos los cuales, al tener un estado deficitario, se convierten en inflación, y eso afecta a los niños más pobres; por lo que sí, se financia con el hambre de los pobres y es lamentable. Pd: lo de la "timba" financiera que usa como excusa el artículo es deleznable, no sólo por estar basado en supuestos, si no que, aun siendo cierto, no justifica lo que se pretende defender. Lamentable.
En este triste momento que vive el país reconforta leer un artículo como el que has escrito Diego por su claridad y porque está muy bien fundamentado. Como jubilado me siento amenazado no sólo por el ataque continuo al poder adquisitivo sino por el desguace de las jubilaciones estatales con los problemas que vamos a tener para acceder a la medicación que precisamos, hecho que no les va importar a quienes gobiernan porque los jubilados son muy costosos pero por suerte les queda poca vida. El proyecto neoliberal hará mucho daño pero volverá a fracasar más temprano que tarde.
Qué triste. Qué peligroso.
Excelente aporte, Diego, de una lucidez y claridad absolutamente necesarias para estos tiempos oscuros.