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Crítica de “El amor es un viaje en trineo al infierno” (“Drive-Away Dolls”), película de Ethan Coen con Margaret Qualley
Sin haber pasado por los cines de Argentina, llegó a plataformas de alquiler como Flow y Claro esta combinación entre road movie, enredos policiales y comedia queer con mucho humor negro.
El amor es un viaje en trineo al infierno (Drive-Away Dolls, Estados Unidos/2024). Dirección: Ethan Coen. Elenco: Margaret Qualley, Geraldine Viswanathan, Beanie Feldstein, Joey Slotnick, CJ Wilson, Colman Domingo, Pedro Pascal, Bill Camp y Matt Damon. Guion: Ethan Coen y Tricia Cooke. Fotografía: Ari Wegner. Edición: Tricia Cooke. Música: Carter Burwell. Duración: 84 minutos. Disponible para alquiler en Flow (330$ por 48 horas), Claro (65$ por 48 horas) y Apple TV+, entre otras.
Tras el “divorcio” (la última película que filmaron juntos fue La balada de Buster Scruggs en 2018), los hermanos Coen tomaron rumbos artísticos muy diferentes: Joel apostó por una solemne incursión shakespeareana como La tragedia de Macbeth, mientras que Ethan filmó un documental sobre Jerry Lee Lewis y ahora la disparatada Drive-Away Dolls (Dos chicas a la fuga en España y México, y El amor es un viaje en trineo al infierno como título de lanzamiento para el mercado hogareño en la Argentina).
Jamie (Margaret Qualley) y Marian (Geraldine Viswanathan) son dos chicas lesbianas decididamente disímiles entre sí. La primera es extrovertida y avasallante (viene de una ruptura amorosa con la Sukie de Beanie Feldstein), mientras que la segunda es tímida, timorata, contenida, reprimida. Los opuestos, claro, se atraen y sirven para una buddy movie como esta ambientada en 1999, en la que ambas recorrerán toda la Costa Este de los Estados Unidos (desde Filadelfia hasta Tallahassee en Florida) a bordo de un destartalado auto en cuyo baúl hay... una cabeza cortada y unos penes de latex pertenecientes a alguien muy poderoso (sí, unos McGuffin muy particulares). Y serán seguidas cada vez más de cerca por moteles y bares gays por unos gangsters de poca monta muy propios del cine de los Coen.
La película es siempre delirante y ocasionalmente graciosa. Se agradece el desenfado y la capacidad de provocación de Ethan (coautor del guion junto a su esposa y también editora Tricia Cooke), el espíritu lúdico de una Margaret Qualley aquí con un acento algo exagerado y siempre dispuesta a todo (ya la verán también en The Substance), pero los 84 minutos de El amor es un viaje en trineo al infierno funcionan mejor en la teoría, en sus ideas, que en varios de sus gags. Es como una suerte de versión menor y no tan lograda de La noche de las nerds / Booksmart (en la que brillaba la mencionada Feldstein).
Para quienes aprecien el género de la comedia negra con algo de patetismo pueblerino en el trasfondo y mucho de enredos, la película de Ethan -cuya mayor audacia pasa por las experiencias sexuales del dúo protagónico y por la empatía de los personajes que contrasta frente al cinismo de la obra previa de los Coen- resulta por momentos atractiva y con simpáticos cameos (Pedro Pascal, Bill Camp, Matt Damon). En definitiva, ni tanto ni tan poco.

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