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Crítica de “Canina” (“Nightbitch”), película de Marielle Heller con Amy Adams (Disney+)
La talentosa directora de The Diary of a Teenage Girl (2015), ¿Podrás perdonarme? (2018), Un buen día en el vecindario (2019) y What the Constitution Means to Me (2020) filmó una audaz, interesante pero en algunos sentidos también fallida película sobre una flamante madre que se convierte en... perro.
Canina (Nightbitch, Estados Unidos/2024). Guion y dirección: Marielle Heller. Elenco: Amy Adams, Scoot McNairy, Arleigh Snowden, Emmett Snowden y Jessica Harper. Fotografía: Brandon Trost. Edición: Anne McCabe. Música: Nate Heller. Duración: 98 minutos. Disponible en Disney+.
En 2021 la autora Rachel Yoder publicó su primera novela, Nightbitch, y le llovieron los elogios por una delirante apuesta con elementos propios del realismo mágico sobre una ama de casa que por las noches se transforma en perro. Como suele ocurrir en estos casos, no tardó en vender los derechos para el cine y fue la siempre provocadora guionista y directora Marielle Heller quien se encargó de su transposición y de la filmación.
Heller reniega de todos los lugares comunes de este tipo de adaptaciones y esa bienvenida huida de las fórmulas también le juega un poco en contra, ya que a Canina (el título local es bastante más obvio que el original) le cuesta encontrar su tono y su norte, ya que no se decide del todo ni por el delirio fantástico ni por la comedia satírica para abrazar finalmente un tono más existencialista y una veta feminista.
Amy Adams, quien se carga al hombro el peso no menor de una película que podría haber caído fácilmente en el ridículo, interpreta a una artista plástica que decide poner un freno a su carrera para dar a luz a un bebé, pero -claro- la rutina de ser madre, ama de casa y dedicarse a la crianza de un niño dos dos años o a ir al supermercado le genera un cúmulo de frustraciones y angustias del que su marido (Scoot McNairy) se mantiene ajeno y hasta con cierto dejo cruel.
Y entonces sí sucederá lo que la claustrofóbica y surrealista Canina anticipa desde su título, en una mutación, una transformación que será real, alegórica y metafórica a la vez. Hay que superar unos cuantos prejuicios y entrar en el juego que nos proponen para ver a una estrella de Hollywood como Adams olfateando el suelo o caminando como un perro, pero justamente en esa capacidad de sorpresa y provocación reside parte del encanto de una tragicomedia irregular, con evidentes desniveles, pero con una falta de prejuicios y de convencionalismos que se agradece.
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