Festivales
Una programación con acento argentino
Nueve de las mejores películas del cine nacional reciente participan de la muestra austríaca, que tiene además una amplia delegación (en la foto, el crítico Quintín, Lisandro Alonso y Gastón Solnicki). Pero la cobertura del festival permite acercarse también a los nuevos trabajos de Jean-Luc Godard, Eric Rohmer, los Dardenne, Philippe Garrel, Albert Serra, Lee Chang-dong, John Gianvito y Jem Cohen.
Uno de los momento más altos de la Viennale transcurrió la noche de proyección de Evening's Civil Twilight in Empires of Tin, un film que el festival le encargó a Jem Cohen, especialista en el mix cine-música-política. Todo partió de un recital del cantante y compositor Vic Chesnutt, acompañado por cuerdas y percusión, que se realizó en la Viennale 2007 y que Cohen debía filmar. El director presentó su película con un largo discurso político, explicando que él ve hoy a los Estados Unidos en un estado similar al de Austria antes de la Primera Guerra Mundial: como los tiempos finales y decadentes de un imperio. El film presenta esa idea simbólicamente con gran cantidad de imágenes experimentales fijas, bastante siniestras, de la vieja Viena y del emperador Francisco José, y tomas de video actuales, apocalípticas, de los lugares más sórdidos de los Estados Unidos y sus íconos -los barrios olvidados de la América profunda, los edificios en demolición, los bancos, el Ground Zero, la policía, la bandera, etc.- mezcladas con tomas de aquel recital de música contemporánea y rock. Entre un tema y otro, se leen textos de la novela de Joseph Roth, La marcha Radetzky, también relacionada con Viena. Cohen había anunciado que su film sería una alucinación músico-documental, y me pareció un poquito exagerado. Pero la experiencia resultó mucho más que eso, de una intensidad pocas veces experimentada en la butaca, y difícil de transmitir en palabras. Después de la proyección, Chesnutt y dos de los músicos de la película, Todd Griffin y Guy Picciotto, dieron un recital en vivo, que completó el trip.
La Viennale presenta una excelente selección del último cine argentino, que está teniendo buena respuesta de público: Liverpool, Historias extraordinarias, Süden, La mujer sin cabeza, La rabia, Cómo estar muerto/Como estar muerto, Leonera, Salamandra y Una semana solos. Además, Lisandro Alonso, Mariano Llinás, Gastón Solnicki y Manuel Ferrari están o estuvieron en Viena con sus películas, invitados por el festival. A ellos se suman Quintín, quien es asesor de la Viennale y presentador de varias películas, Diego Lerer, jurado de la crítica internacional (FIPRESCI), Eloisa Soláas, del BAFICI, Albert Serra, quien vino con El cant dels ocells y ya es casi un porteño más, y quien firma este texto; entre todos componemos una delegación nacional muy numerosa. ¿Tendrá noticias el INCAA sobre el interés que despierta el cine argentino en la Viennale? Mientras envía delegaciones numerosísimas con presupuestos espléndidos a San Sebastián o Cannes, no hay aquí un solo representante del Instituto.
El festival proyectó títulos de algunos grandes directores. Les amours d’Astrée et Céladon se basa en la obra L’Astrée, de Honoré d’Urfé, escritor del siglo XVII que Eric Rohmer adapta con muchos elementos propios de su cine: los amores contrariados, el diálogo abundante y fluído, las reflexiones sobre el amor, las penas del corazón, los ambientes bucólicos entre pastores, ninfas y druidas, las identidades cambiadas, el travestismo, el reconocimiento. En fin, una historia delicada, muy romántica y encantadora si uno entra en la convención de la época y del lenguaje.
El silencio de Lorna, la última película de los hermanos Dardenne, comienza con la protagonista contando dinero. Y el dinero será una presencia constante en el film porque la mujer se presta a funcionar como mercancía, involucrada en una suerte de “tráfico” de nacionalidades. Albanesa, ella se casa con un belga y, una vez terminado su matrimonio, como ciudadana de la Comunidad Europea ganará mucho dinero al volver a casarse con un ruso. Y así sucesivamente. Pero ese mecanismo la lleva a involucrarse más y más en el crimen, hasta que se rebela y el aparato delictivo se vuelve contra ella. Ya en El niño los Dardenne parecieron un poco agotados y este film confirma esa impresión. Bien realizado, correctamente actuado con los actors fetiches de los Dardenne, Jérémie Renier y Olivier Gourmet en una fugaz participación, no aporta demasiado a lo ya visto en los trabajos anteriores. Aquí todo parece calculado al milímetro, sin sorpresas mayores, excepto el delirio final en el que cae la protagonista.
Philippe Garrel nunca ha estado en mi panteón personal, lo cual me ha valido las críticas de algunos colegas. No compro esa intención de pertenecer a la Nouvelle Vague, cuarenta años más tarde. Me pasó con Les amants réguliers y ahora con La frontière de l'aube. Ni la soberbia fotografia en blanco y negro, ni el bello, demasiado bello Louis Garrel, me arrastraron en este film de amor, de locura y de muerte, con espíritus que regresan del más allá en los elegantes edificios de París.
Están en Viena tres de los directores jóvenes más originales y arriesgados del circuito de festivales: Lisandro Alonso, Albert Serra y Miguel Gomes. Se los ve en todos lados, presentan sus películas con mucho humor, aunque Lisandro es el menos divo de los tres. Liverpool se estrena por fin en estos días en la sala Lugones y ojalá tenga toda la respuesta y el éxito que se merece. Al portugués Gomes se le dedica aquí un programa especial con la exhibición de todas sus películas, algo que se repetirá en el próximo BAFICI, y al cual me referiré en una próxima entrega final.
En cuanto al segundo largometraje de Serra, El cant dels ocells, que presentó Quintín, tensa la cuerda que había templado en Honor de cavalleria. Siempre interesado en los mitos y en las historias bíblicas, filma la visita de los Reyes Magos al recién nacido Jesús, con una fotografía impactante en blanco y negro, tres actores no profesionales (dos de ellos son los ya conocidos Quijote y Sancho) una María que es su mujer y productora, Montse Triola, y un José interpretado por el crítico canadiense Mark Peranson. A todos ellos les dio vagas indicaciones de como debían moverse y amplia libertad de improvisación. Serra se toma todo su tiempo para filmar el camino que por el mar y la montaña hacen esos tres hombres, quienes si no fuera por las coronas y sus mantos con pieles, nadie daría por reyes. Y menos por magos o por sabios. Casi no se habla en el film, tampoco sucede mucho más: por ejemplo, un plano fijo de casi diez minutos toma a los hombres subiendo unas dunas, mientras el cielo se cubre de nubes, la luz cambia, los vemos escalar, desaparecer tras una colina, reaparecer. O los tres oteando largamente el cielo, buscando una señal que les indique por dónde seguir su camino.
Serra filma con luz natural, y el efecto en blanco y negro es mucho más fuerte que en color. Por el lado del Niño, no mucho más: María y José esperan, antes de salir a Egipto, y tienen diálogos banales como “Tengo calor” o “¿Querés una naranja?”, con el agregado de que ella habla en catalán y él en hebreo. Hasta que los Reyes encuentran a Jesús, y se postran en su presencia. En un único momento musical, se oye El cant dels ocells, de Pablo Casals, que da el título a un film que Serra se resiste a traducir al castellano, poque no le gusta la sonoridad de la palabra pájaros. Y por fin el regreso, y vuelta a empezar. Después de tanto laconismo, las conversaciones finales de los tres reyes contando sus sueños improvisadamente, resultan desopilantes. Pasé por varios estados: subyugación, hartazgo, deslumbramiento, complicidad, alegría. Serra desarticula el mito de una manera tan libre como deslumbradora. El film estará en Mar del Plata, lo cual con seguridad desencadenará una polémica similar a la que en su momento tuvo Honor de cavalleria. El radical Serra propone un cine absolutamente diferente y anunció que seguirá con la historia de las bodas de Canaán, así que esto no ha terminado. Peranson, por su parte, presenta Waiting for Sancho, un documental que es el making of de la película de Serra, que todavía no he visto.
Lee Chang-dong es un viejo conocido del BAFICI, donde vimos sus Peppermint Candy y Oasis. Aquí pude ver su última, Miryang, nombre del pueblo donde una viuda va a vivir con su hijo a la muerte de su marido. Melodrama psicologico, la tragedia se instala en esa mujer que lucha entre la desesperacion, la esperanza y la locura. La intérprete es Jeon Do-yeon, una formidable actriz casi siempre en pantalla, y atraviesa un profundo estado de transformacion. A su lado, tiene un fiel acompañante en Song Khang-ho, el actor coreano del momento, protagonista de The Host y unas cuantas más.
Otro de los programas especiales del festival está dedicado a John Gianvito -de quien viéramos en el último BAFICI la luminosa Profit Motive and the Whispering Wind- con la proyección de todas sus películas. Tuve la oportunidad de compartir una cena con él y, aunque ninguno de los dos somos grandes conversadores, pude comprobar que es como sus películas: muy serio, introspectivo, y radicalmente antiimperialista. Muy cinéfilo, compartimos nuestro interés por el poético documental experimental Diario de Sintra, de Paula Gaitán, la viuda de Glauber Rocha, y coincidimos en que el tributo a Werner Schroeter, que aún no habÍa comenzado, es imperdible. Al día siguiente fui a ver su The Mad Songs of Fernanda Hussein. Casi tres horas en inglés sin subtítulos, algo que sería inconcebible en nuestros festivales.
Se trata de un film rarísimo, rodado fuera de los códigos del cine norteamericano y con actores no profesionales, sobre la primera guerra en Irak, en 1991, y sus consecuencias en en pueblo de los Estados Unidos. Tres historias se desarrollan en Nueva México, en ese año: una madre de origen latino atraviesa un suplicio cuando sus dos hijos, que ha tenido con un egipcio, son secuestrados y asesinados en medio de una campaña racista antiárabe, alimentada por la propaganda bélica. Un soldado, también chicano, regresa a casa finalizada la guerra, pero no encuentra su lugar, ni la paz ni el reconocimiento, mientras es perseguido por los fantasmas de la guerra. Paralelamente, un adolescente se involucra en campanias pacifistas, lo cual le vale el rechazo de su familia y la marginación social. En intermedios, un músico árabe toca algunas piezas que compuso en memoria de las victimas de la invasion estadounidense. Gianvito da vuelta el guante del sistema norteamericano y sus valores, mostrando su cara negra más flagrante. Y es interesante obervar que lo filmó antes de del 11 de septiembre de 2001. Ver la obra de Gianvito, sumada a la de Jem Cohen, en días en que el sistema norteamericano muestra sus pies de barro, es simplemente espeluznante.
Viena es una ciudad que tiene mucho para ofrecer mientras se desarrolla el festival. Abarcable a pie, sus calles son una suerte de museo vivente, con esos edificios imperiales, sus cafés tradicionales -el Sacher, el Central, el Mozart- que poseen una atmósfera única, sus parques, su orden, su tranquilidad. El espacio cultural es amplísimo: pude ver una puesta de Fausto en la Opera, con la pareja Roberto Alagna-Angela Gheorghiu; Seiji Ozawa acaba de dirigir La dama de pique, la semana próxima Daniel Baremboim se presenta con la Staatskapelle de Berlin. Hay una muestra extraordinaria de Van Gogh en el restaurado museo Albertina, con muchísimos cuadros traídos de Holanda, otra de Klimt (siempre hay alguna muestra de Klimt en Viena), y otra de Hoopper y la pintura contemporánea. Y el Kunsthistorisches Museum tiene la colección de Brueghel más importante que haya visto. Como dice Gastón Solnicki, melómano y director de Süden, “están todos”.
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FESTIVALES ANTERIORES
Diego Batlle elige a las nuevas películas de Richard Linklater, Jafar Panahi, Kleber Mendonça Filho, Kelly Reichardt y Nadav Lapid como sus favoritas de este año.
En el cierre de la cobertura Diego Batlle y Manu Yáñez analizan el palmarés título por título, lo nuevo de Kelly Reichardt, Nadav Lapid, Christian Petzold y Lav Diaz, entre otros films, y hacen un balance general de esta edición 78.
-La sección oficial de la 78ª edición a realizarse entre el martes 13 y el sábado 24 de mayo consta de 73 largometrajes, a los que hay que sumarles los títulos de Cannes Classics (clásicos restaurados y documentales sobre cine) y Cinéma de la Plage (proyecciones públicas al aire libre).
-Además, se proyectarán los 39 largos de las tres secciones paralelas e independientes: Quincena de Cineastas, Semana de la Crítica y ACID.
-La oferta se completa con las distintas competencias y programas de cortos que hay en todos los apartados.
-En este espacio iremos sumando links a todas las reseñas publicadas durante la cobertura del festival. Ya hay 64 disponibles.
La Quinzaine eligió como film de cierre esta ópera prima que ya había tenido buena recepción en el Festival de Sundance, donde ganó el premio a Mejor Guion.
¿Qué es lo "inconcebible"? El BAFICI pasó esa película, una retrospectiva de Jem Cohen, y muchísimas otras tanto o más arriesgadas y radicales. Claro que las sofisticadas masas de espectadores que concurren a "nuestro" festival muchas veces no se enteran, como ocurrió con el foco de Ken Jacobs, que pasó casi desapercibido. Son el tipo de películas que queda mejor ir a aplaudir a Europa, parece.
Josefina, The Mad Songs of Fernanda Hussein, se dio en el BAFICI, hace varios anos. La verdad que no entiendo cuando decís: "Casi tres horas en inglés sin subtítulos, algo que sería inconcebible en nuestros festivales.", es un halago para "nuestros" festivales? Si una película es tan buena, verla sin subtítulos le agrega algo? No caigamos en la tilinguearía. Muy linda la foto.
Como siempre, Josefina, nos das una visión del film y sus ramas con sus antecesores e ideologías del director, cerrando un fiel panorama.<br /> Tu connaîs bien ton métier! <br /> La suma de estar en Viena y disfrutar de "todo" es coronar los esfuerzos y tu entrega.<br /> Bravo Josefina!
Bien josefina, otro gran informe, te has visto TODO. Parece que es un gran disfrute cinéfio por el festival y turístico por la ciudad. Sana envidia, por suerte ya confirmas que varias pelis vienen a Mardel y Bafici, dos muestras que nunca me pierdo. Beso grande y sigo tus cronicas con gran placer.