Críticas
Cine argentino en salas
Crítica de “Tríptico Mondongo”, de Mariano Llinás
Prolífico y obsesivo como pocos cineastas en la Argentina, el director de Historias extraordinarias y La flor transformó un encargo inicial de Arthaus para retratar el proceso creativo del grupo Mondongo en tres largometrajes muy diversos entre sí que reconstruyen no solo el objeto original sino también la que supo ser una amistad muy intensa que implosionó durante la realización de los films. El resultado de la experiencia es en muchos pasajes fascinante.
Tríptico Mondongo (Argentina/2024).
Parte I: El equilibrista. Guion y dirección: Mariano Llinás. Elenco: Juliana Lafitte, Manuel Mendanha, Gabriela Siracusano y Mariano Llinás. Montaje: Ignacio Codino. Cámara: Ignacio Codino y Agustín Mendilaharzu. Sonido: Federico Esquerro y Valeria Fernandez. Producción: El Pampero Cine y Arthaus Central. Duración: 73 minutos. Viernes 21 y 28 de marzo, jueves 3 y viernes 11 de abril, siempre a las 20. ★★★✩✩
Parte II: Retrato de Mondongo. Guion y dirección: Mariano Llinás. Elenco: Juliana Lafitte, Mariano Llinás y Manuel Mendanha. Montaje: Ignacio Codino. Cámara: Ignacio Codino y Agustín Mendilaharzu. Sonido: Federico Esquerro y Valeria Fernandez. Producción: El Pampero Cine y Arthaus Central. Duración: 124 minutos. Sábado 22 y 29 de marzo, a las 19; viernes 4 de abril, a las 20; y sábado 12 de abril, a las 19. ★★★★½
Parte III: Kunst der Farbe. Guion y dirección: Mariano Llinás. Elenco: Pilar Gamboa, María Villar y Mariano Llinás. Montaje: Ignacio Codino. Cámara: Ignacio Codino y Agustín Mendilaharzu. Música: Gabriel Chwojnik. Sonido: Federico Esquerro y Valeria Fernandez. Producción: El Pampero Cine y Arthaus Central. Duración: 90 minutos. Domingos 23 y 30 de marzo, sábado 5 de abril y domingo 13 de abril, siempre a las 19. ★★★★✩
En Arthaus Central (Bartolomé Mitre 434), Piso 7, desde el 21 de marzo los viernes, a las 20; y los sábados y domingos, a las 19, durante lo que resta de marzo, abril y mayo, con entradas a 5.000 pesos y 3.500 para estudiantes y jubilados (se sacan por Alternativa Teatral).
Más allá de las imágenes en muchos casos íntimas que se aprecian en las tres películas, el propio Mariano Llinás detalló en esta entrevista que le hice para elDiarioAR los pormenores de lo que alguna vez fue una muy cercana relación de amistad entre él, su socio Agustín Mendilaharzu y los dos integrantes del colectivo Mondongo, Juliana Lafitte y Manuel Mendanha (cabe recordar que Agustina Picasso se radicó en Estados Unidos en 2008 y abandonó el grupo), pero que se fue resquebrajando por crecientes diferencias que fueron surgiendo -y quedan expuestas en pantalla- durante el rodaje (en verdad estos largometrajes comenzaron a filmarse muchos años antes, cuando se registraban los encuentros sin tener en mente que en algún momento terminarían formando parte de obras públicas).
Que el Tríptico Mondongo se proyecte en Arthaus tiene toda la lógica: allí se desarrolla hasta el 6 de abril una muestra sobre el dúo artístico y su dueño, el coleccionista Andrés Buhar, no solo comisionó aquel film original a Llinás sobre el proceso creativo de Baptisterio de los colores, monumental obra basada en el Baptisterio de San Juan con el libro El arte del color (Kunst der Farbe), del pintor y diseñador suizo Johannes Itten, como inspiración y soporte teórico, sino que a fines de 2024 adquirió la instalación Argentina (paisajes) en 1.270.000 dólares, convirtiéndose así en la obra más cara de la historia del arte argentino.
Pero basta de preámbulos, introducciones e informaciones y vayamos a las películas. Debo confesar que hasta bien avanzada la primera entrega, El equilibrista, me invadió una sensación de cierta decepción porque me parecía una de las propuestas más convencionales e impersonales de la ya larga trayectoria de Llinás (se ve, por ejemplo, a la historiadora del arte Gabriela Siracusano entrevistando a los Mondongo). Pero cerca del final el relato pega un brusco giro, se desmarca de esa velocidad crucero con piloto automático, y en la deriva inicia un rumbo mucho más zigzagueante, imprevisible, introspectivo, visceral, autoral y hasta en varios sentidos autodestructivo que se potenciará y amplificará en las muy superiores dos películas siguientes.
Retrato de Mondongo es la más larga del conjunto (supera las dos horas) y también la más arriesgada. Por supuesto, aparece todo el arsenal de citas, homenajes y autorreferencias (el Alfred Hitchcock de Psicosis, Marnie y Vértigo, las bandas de sonido de Bernard Herrmann, La tempestad, Glenn Gould interpretando a Bach, pinturas de Édouard Manet, los westerns de Howard Hawks con John Wayne, musicales y karaoke con Gilda, Roberto Carlos y Ornella Vanoni, y hasta un largo ajuste de cuentas con un usuario de Letterboxd que lo acusa de repetirse apelando a los mismos recursos), pero en determinado momento el film alcanza una dimensión emocional tan desgarradora, sincera e íntima que nunca se había visto en el cine generalmente zumbón y/o intelectual de Llinás, quien incluso aparece llorando en primer plano, confundido, con la mirada perdida, luego de una tremenda pelea con sus hasta entonces amigos. Así, la película se convierte también en un autorretrato y en una impiadosa crónica sobre el paso del tiempo y el fin de una amistad.
Y el cierre es con Kunst Der Farbe, donde conviven desde Irma Vep hasta viajes por Italia, pasando por interpretaciones del Ensamble Arthaus, pero estos “restos inacabados y acaso dispersos de ese experimento unilateral y fallido” (Llinás dixit) dan vida al film más lúdico, libre, caprichoso y catártico del conjunto, una suerte de “venganza” artística por parte del autor, quien luego de tantas rispideces y fracasos parciales hace lo que se le canta. Aquí lo ensayístico y documental abre espacio a la ficción con elementos propios del cine mudo y la presencia de dos brillantes actrices que regresan al universo Llinás: Pilar Gamboa y María Villar (ofrece una clase de pronunciación en alemán).
Más allá de las llamativas diferencias entre las tres partes del tríptico, Llinas -fiel a su estilo- termina traicionando los lugares comunes (la forma de mostrar a los artistas trabajando en su taller o a las obras que se exponen) de tantos documentales promocionales y se apropia de ese universo (quizás allí esté una posible explicación a tantos desencuentros) para convertirlo en una megaobra sobre la teoría y la materia del arte, la amistad, el dinero... los viajes en tren y el encanto de los perros.
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