Críticas

Jardines en otoño, de Otar Iosseliani

El regreso del sibarita

El notable director georgiano -radicado desde los años '80 en París- se ríe de la política y reivindica los placeres de la vida en una tragicomedia llena de negrura y de comicidad absurda. Con algo de Jacques Tati y Joâo César Monteiro, Iosseliani encadena una serie de encantadoras viñetas (satíricas, irónicas, soñadoras, hedonistas, excéntricas) empeñadas en contraponer la existencia de supuesto trabajo y responsabilidad con la posibilidad de acceder a un día a día más cordial, menos falso, más humano.
Estreno 30/04/2009
Publicada el 30/11/-0001
Calificación: **** (Máximo: *****)

Jardines en otoño (Jardins en automne, Francia-Italia-Rusia/2006) Dirección: Otar Iosseliani. Con Séverin Blanchet, Jacynthe Jacquet, Otar Iosseliani, Lily Lavina, Denis Lambert, Michel Piccoli. Fotografía: William Lubtchansky. Música: Nicholas Zourabichvili. Edición: Otar Iosseliani y Ewa Lenkiewicz. Diseño de Producción: Yves Brover y Emmanuel de Chauvigny. Distribuidora: IFA Cinema. Duración: 115 minutos. Apta para todo público. Salas: 4 (Arteplex Centro, Belgrano y Caballito y Showcase Norte).  Ocurrió, finalmente: Otar Iosseliani recibe su tercer lanzamiento comercial en la Argentina, a veinte años del estreno de Y la luz se hizo y a siete del de Hogar, dulce hogar. No se trata de un joven talento recién salido de las hormas del cine internacional sino de un veterano realizador con varias décadas y largometrajes sobre sus espaldas. Georgiano de nacimiento -vio el mundo en 1934, cuando esa región pertenecía al monstruo pan-cultural soviético-, Iosseliani viene desarrollando una filmografía de particular intensidad e idiosincrasia artística, primero en su país de origen, más tarde en Francia, país adoptivo en el cual vive y trabaja desde mediados de los años 80.

El quinto BAFICI le dedicó una retrospectiva virtualmente completa, oportunidad casi única de apreciar sus primeros trabajos –La caída de las hojas, Pastoral y Había una vez un mirlo cantarín, éste último uno de sus títulos más reconocidos-, en los cuales ya es posible reconocer su fascinación por el humor absurdo y la utilización de recursos del cine documental en estructuras narrativas de ficción, además de la intransigente búsqueda de algunos de sus personajes de ese algo inasible que solemos llamar libertad. Ya instalado en Europa, films como Los favoritos de la Luna, La caza de las mariposas o su antepenúltima película, Lundi matin, volverían a recorrer una y mil veces esas obsesiones, además de otras nuevas. O, tal vez, las mismas de siempre pero renovadas.

Jardines en otoño, en ese sentido, no viene a ofrecer nada novedoso, más bien todo lo contrario. Hay algo testamentario en este último opus, sensación reforzada por la aparición en pantalla del propio realizador como un personaje obcecado en la práctica de tres actividades: dibujar, fumar y beber; uno más entre varios del film que intentan por todos los medios olvidar cualquier clase de obligación y disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Algo similar puede afirmarse del protagonista, Vincent (Séverin Blanchet), quien al comienzo del relato encontramos ocupando un cargo ministerial, poco antes de que un escándalo lo encuentre renunciando a su cargo (o bien “lo hagan renunciar”, para ser más precisos).

Por su resistencia a construir una concatenación de escenas que desarrollen una trama en el sentido más tradicional del término, sería particularmente estéril describir la historia del film. Por el contrario, Jardines en otoño se ofrece como una serie de viñetas humorosas (satíricas, irónicas, soñadoras, hedonistas, excéntricas, entre otros adjetivos) empeñadas en contraponer esa existencia de supuesto trabajo y responsabilidad -que no es tal, como se advierte rápidamente- y la posibilidad de acceder a un día a día más cordial, menos falso, más humano. Vincent abandona puesto y hábitos y regresa al terruño, donde lo espera un nutrido grupo de amigos -siempre dispuestos a descorchar alguna botella-, un par de amantes consuetudinarias y su madre, encarnada por un Michel Piccoli travestido que, realmente, hay que ver para creer. Además de una propiedad inmobiliaria ocupada por decenas de inmigrantes africanos.

Pero Iosseliani no carga las tintas y su film no debería ser considerado simplemente un panfleto sobre las bondades de los placeres cotidianos o el cultivo de las amistades (aunque esa ideología de vida se filtre en gran parte del metraje). Las filiaciones con el cine de Jacques Tati saltan inmediatamente a la vista, particularmente el de Mi tío, tanto en la aparición sorpresiva del humor absurdo, atravesado en algunas ocasiones por el más puro slapstick, como en la notable utilización de los diálogos, más como cadencia musical que como reservorio de sentido (ver la secuencia insertada entre los títulos de apertura del film, con ese trío de ancianos revisando concienzudamente una serie de ataúdes, como quien elige productos en el supermercado). Pero también es posible encontrar puntos de contacto -esenciales, no de estilo- con otro practicante de placeres similares, el desaparecido cineasta portugués João César Monteiro, otro sibarita de la vida y el cine.

El Iosseliani-cineasta traza una pintura hiperbólica de la casta política, con sus despachos como pequeños Xanadúes de ocasión y sus galanteos protocolares, al tiempo que se permite opinar con enorme gracia sobre los cambios de la vida en los barrios, el fenómeno de la inmigración y las inestables máscaras de la civilidad (que tantas veces disfrazan la más prosaica de las hipocresías). Mientras tanto, el Iosseliani-personaje dibuja amorosamente en las paredes de un bar que será cerrado hacia el final de la película, testimonio del inevitable paso del tiempo y de los cambios que éste trae aparejado. La melancolía no tiene fin, pero la vida continúa.

COMENTARIOS

  • 18/01/2010 18:55

    Pésima, no le cabe otro adjetivo.<br /> No pude comprender qué pretendió el director. Si lo que quiso transmitir fue aburrimiento: lo logró! me dormí en más de una escena. Fue una total pérdida de tiempo.

  • 11/05/2009 0:17

    Ante todo pido disculpas por la errata porque puse Jardines en invierno,en vez de Jardines en otoño,son cosas que pasan que se le va ser. Sostengo que Jardines en otoño es un gran película, que empiecen todos bien la semana.

  • 10/05/2009 19:23

    Simplemente agradecer que esta semana hayan estrenado películas tan malas como 17 otra vez,o Star Trek,y The Reader,películas por las que ni loco gastaria 20 pesos.Pero el estreno de la semana pasada de Jardines en invierno me atrajo,yo no conocia el cine de Otar Iosseliani,y descubri un mundo maravilloso,porque su cine es eso,es la muestra de un director que tiene la frescura de un joven principiante con la experiencia del gran director que es.Jardines en invierno es una de esas películas que uno mientras la mira sabe que esta presenciado una gran obra cinematografica,que cuando salga del cine va a salir contento;el humor por momentos satirico,con momentos melancolicos,y hasta excentricas como bien dice Batlle.Lo que sucede con Jardines en otoño no es más que la muestra de una película entrañable;con un humor negro por momentos,(ya desde el comienzo con la escena de los 3 ancianos eligiendo tozudamente ataúdes)uno hay ya sabe que esta ante una comedia que va a sorprender,que si bien no aporta nada bueno,tampoco da una clase de cliches y lugares comunes;la película respira poesia,una poesia tan mágica como cómica,los personajes resultan de lo más graciosos que se podian imaginar,su protagonista Severin Blanchet es uno de esos comediantes plenos de dinámica y vitalidad,que le aportan todo a su personaje,o Michel Piccolli transvertido como la madre de Vincent, es realmente extraordinario,eso es otro punto a favor de la película,su humor por momentos,su ternura por otros,la risa y el llanto se juntan en Jardines en invierno;como en la vida,(porque la vida es una mezcla de drama y comedia),porque en la vida por momentos lloramos y por otros nos reimos;es asi como Jardines en invierno es la muestra de otra de esas películas para ver y reever,para guardar en nuestro corazon,para atesorar en una eterna dvdteca o videoteca con tantas películas inolvidables como Jardines en invierno.

  • 4/05/2009 0:02

    Me gusto aunque por momentos se me hizo un poco lenta. Voy a tratar de conseguir Hogar Dulce Hogar, porque no la pude ver en su estreno local. Lo que mas me impresiona es la vitalidad de Piccoli. Lo vi en tres peliculas en el ultimo mes (Belle Toujours, Jardines de Otoño y la pequeña aparicion en la ultima de Rivette que dieron en el BAFICI) y es increible. Un actor fascinante y multifascetico. Puede moverse con un gran naturalidad y simpatia como el personaje del Playboy veterano en la pelicula de Oliveira, y su participacion en esta pelicula es muy original. Ademas debido a que nunca aparece en primer plano, es muy facil confundirlo con una anciana de verdad. Extraordinario.

  • 3/05/2009 8:37

    La vi ayer en el Arteplex Centro. <br /> Desconocía la filmografía de Iosseliani.Fue una grata sorpresa encontrar su manera única, personal y original de contar la historia.<br /> Los personajes Vincent y su vieja madre aportan extravagancia y poesia siempre bienvenidas.

  • 29/04/2009 14:29

    La vi ayer martes 28 en "Nucleo". Este director tiene un universo propio muy original. Yo vi solo "Hogar, dulce hogar" hara unos 8 años - Tanto en ese film como en este ultimo, recurre a los mismos actores casi freaks - con la excepcion de M. Piccoli (muy divertido en el rol de la madre del protagonista), asi como a muchos animales. Filma de una manera muy personal, pero hay momentos en los que el film se estanca. La peli alterna escenas graciosas con otras demasiado estiradas. Asi y todo, es preferible ver cualquier cosa que haga Iosseliani, ya que aun con sus fallas, su forma de hacer cine respira una gran libertad, y ademas tiene una mirada quizas demasiado optimista, pero siempre bienvenida.<br />

  • 27/04/2009 13:36

    Gracias Anibal, ya lo corregimos. Abrazo

  • 27/04/2009 13:15

    También se estrenó HOGAR, DULCE HOGAR (Adieu, Plancher Des Vaches)<br /> Saludos.

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