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Entrevista a Martín Rejtman (Dos disparos), “Siempre trato de escapar de la comedia, pero de alguna manera me encuentra”

Veterano del festival suizo (será su cuarta participación), el director de Rapado y Silvia Prieto competirá en la sección principal, Concorzo Internazionale, con Dos disparos, film que se inicia con un hecho trágico (el intento de suicidio de un adolescente de 16 años), pero que luego deriva hacia situaciones bastante más ligeras y con múltiples personajes. Tras un paréntesis de más de una década luego de Los guantes mágicos (en el medio hizo dos encargos como Copacabana y Entrenamiento elemental para actores), este pionero del Nuevo Cine Argentino dialogó en exclusiva con OtrosCines.com sobre su nueva película y otros temas.

Publicada el 30/11/-0001

Publicado el 31/7/2014

-La realización de Dos disparos se demoró muchos años entre cambios de productoras y el armado de la financiación ¿Qué sentiste al regresar al set?

-Siempre que filmo, e incluso también cuando escribo, vuelven los miedos, el desconcierto, las dudas… En algún sentido, es como empezar todo de nuevo. Dos disparos era una apuesta difícil por el despliegue de producción y por lo ambicioso y complejo del material. Durante el rodaje le confesaba a varios integrantes del equipo que no sabía si iba a lograr armar algo medianamente bueno. Después las cosas empiezan a fluir de alguna manera y uno va recuperando el control.


-¿Te afectó el haber trabajado con una producción tan grande, con tantas locaciones, con tantos personajes?

-El engranaje industrial te genera un estrés inevitable. Antes solía trabajar con un grupo de amigos, con una mística compartida, era un poco la película de todos. Ahora el trabajo es más profesional, más frío, se cuida el tiempo, se controla todo con los sindicatos. Pero está bien que sea así. Yo ya no puedo hacer más películas como antes, ya no puedo pedir favores. Siempre tuve en claro que esta había que hacerla así, con mis condiciones pero también con las exigencias lógicas de los demás.


-Tanto en Tres cuentos, tu último libro, como en Dos disparos se percibe una idea de dispersión, de narraciones que avanzan de formas insospechadas, incluso cambiando de forma brusca el punto de vista ¿Hay búsquedas comunes a la hora de la literatura y el cine?

-Es que la escritura del guión y de los cuentos fue bastante seguida por lo que hay conexiones. Siempre estoy en busca de nuevas narraciones y con la idea de escaparle a la comedia, pero también a las resoluciones. Quiero que mis historias fluyan con libertad, no me interesa cerrar las historias, darles sentido, prefiero arriesgar y no buscar la empatía fácil. En cuanto al guión, también es muy literario, respeto siempre los diálogos y soy muy obsesivo con los encuadres.




-¿Cómo sería esta idea de ir “contra la comedia”?

-Salvo en el caso de Los guantes mágicos, en la que trabajé algunos elementos humorísticos de manera más conciente, siempre voy contra la comedia. En Dos disparos directamente arranqué con una situación extrema (un chico de 16 años que se pega dos tiros), pero no puedo evitarlo. Caí en mi propia trampa: de a poco la película se va llenando de humor y eso va ganando terreno. De alguna manera la comedia siempre me encuentra. Al mismo tiempo, uno no se olvida del principio, hay algo de ese malestar que se mantiene durante el resto del film.


-¿Cómo fue el proceso de casting y el trabajo con los intérpretes?

-Muy largo y muy arduo. Ya había trabajado con algunos, como Susana Pampín y Fabián Arenillas, pero igual participaron de algunas pruebas de lectura. Durante tanto tiempo de preparación del film hice un proceso casting larguísimo por el que pasaron “miles” de actores. Y ya en el trabajo con ellos tuve que ocuparme de muchas cosas distintas: ensayar con los adolescentes, con los adultos, ensayar las múltiples escenas de flauta, ocuparme de disimular el acento chileno de Manuela Martelli. Es impresionante la cantidad de cosas que uno tiene que controlar. En ese sentido, hacer un documental es como estar de vacaciones.


-Llama la atención la enorme cantidad de locaciones y decorados que utilizaste. Eso debe ir contra el manual de achicar costos (risas)

-Puede ser… Nunca pensé en achicarme para que la película fuera realizable. El guión no permitía que se sacara esa gran cantidad de personajes y locaciones porque se perdería ese espíritu expansivo del que hablábamos y que es el eje de la película. Me gusta que se note el paso de una escena en un lugar a otra escena en un ámbito distinto, es lo que diferencia al cine del teatro. Me aburre terriblemente cuando el cine se parece demasiado al teatro. Me gustan los contrapuntos, esa causa-efecto constante, ya sea por el absurdo o por la lógica. Cortás una escena y pasás a otra y ese cambio te genera algo. Yo necesitaba esos saltos permanentes para que cada personaje tuviera su universo, su recorrido. Las locaciones se ven siempre desde un mismo ángulo para que sean reconocibles, para que sirvan de contexto de los personajes. En ese sentido, hay pocos planos cortos. Más allá de un par de travellings y algunos paneos, la base siempre fue el plano fijo general y amplio.




-¿Cómo ves al cine hoy con tantos cambios en los hábitos de consumo y en los soportes; y cómo te ubicás ante esa nueva realidad?

-Como espectador voy mucho al BAFICI, pero fuera de esos diez días cada vez veo menos cine en el cine. No me interesan mucho los estrenos, así que veo sobre todo clásicos. Del cine contemporáneo seguía a, por ejemplo, Bruno Dumont, pero tengo un par de películas suyas para ver y siguen ahí. Lo que más me llama la atención es que no hay soporte. Murieron el DVD, el Blu-ray… Uno se encuentra borrando la filmografía de Hitchcock porque se quedó sin espacio en el rígido y lo necesita para un episodio de… Homeland. Eso no puede ser (risas). Con respecto al público, ya no espero demasiado. Es cada vez más limitado en salas y en festivales, aunque tengo la sensación de que se va ampliando con el tiempo, cuando las películas se empiezan a consumir en otros formatos.


-¿Y al cine argentino cómo lo ves?

-Hoy ya no se puede hacer cine como cuando empecé: o hacés industrial o vas al modelo de Mariano Llinás o Rodrigo Moreno, que deciden hacer películas autofinanciadas, sin presiones, evitando tener 40 personas rodeándote durante una cantidad limitada de semanas. La desaparición de ese cine intermedio decretó la muerte del Nuevo Cine Argentino. Y hoy es muy difícil para directores que no somos masivos ni hacemos cine comercial armar proyectos de las dimensiones de Dos disparos. Me gustan los encargos, pero me hacen pocos. Cuando me ofrecieron Copacabana y Entrenamiento elemental para actores me encantaron y los hice con mucho placer.


-¿Qué expectativas tenés ante este estreno mundial en Locarno?

-No vi la versión final en el DCP. Ni siquiera la ví completa y en buena calidad como la viste vos. Antes siempre hacía una función con público, aunque fuesen amigos, familiares o técnicos, pero esta vez ni siquiera tuve esa instancia, así que recién la voy a ver en serio cuando se estrene en el festival. Con respecto al ámbito, creo que Locarno ha cambiado (para bien) en los últimos años. Muchos críticos y gente que respeto, como mis amigos de Harvard, me dicen que, hoy por hoy, es “el” festival, el único de los grandes que defiende, cuida y exalta un cine más autoral y experimental.

COMENTARIOS

  • 7/10/2014 2:45

    <p>La pel&iacute;cula es incre&iacute;ble. La vi la semana pasada y me pareci&oacute; monumental. El mejor estreno argentino del 2014, por lejos. Rejtman entendi&oacute; todo.</p>

  • 10/08/2014 16:37

    <p>C&oacute;mo le fue a Rejtman con la prensa extranjera en Locarno Espero con mucha ansiedad poder ver en octubre Dos disparos. Lo sigo a Rejtman en libros y pel&iacute;culas.</p>

  • 4/08/2014 11:21

    <p>Muchas ganas de ver el regreso de Rejtman se estrena este a&ntilde;o. Saludos</p>

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