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Entrevista: Che Sandoval y la “chilenidad” al palo
-Tras el sorpresivo éxito de Te creís la más linda (pero erís la más puta), el director trasandino concibió Soy mucho mejor que vos, una spinoff que propone una mirada despiadada a un cuarentón de Santiago.
-Sorteamos 10 invitaciones para la avant premiere de la película, que se estrenará el jueves 20/11.
Publicado el 14/11/2014
SORTEO
Sorteamos cinco invitaciones dobles (diez en total) para la avant premiere de Soy mucho mejor que vos, que se realizará en el BAMBA Cine Arte (Roque Saenz Peña 1150-Diagonal Norte), este martes 18 a las 20.
Para participar sólo tienen que dejar su nombre y apellido y una dirección de e-mail (no será publicada) en los comentarios de aquí abajo. El lunes 17 publicaremos los cinco ganadores en este mismo espacio y les avisaremos vía e-mail.
ACTUALIZACIÓN:
ENTREVISTA A SANDOVAL
Por Diego Batlle
-En varias entrevistas hablaste de tu interés en que los personajes secundarios tangan desarrollo y vida propia ¿Siempre tuviste en mente la idea de un spinoff de tu ópera prima a partir de uno de los personajes que aparecían en Te creís la más linda (pero erís la más puta)?
-No, de hecho esta película nace medio a las corridas. Se levantaba un fondo privado en 2009, Te creís la más linda… ya había tenido éxito en varios WIP y ese fondo era una gran oportunidad de filmar para un cineasta independiente. El último día me decidí a postular pensando que sólo necesitaría escribir una sinopsis. Al ver las bases me di cuenta de que hacía falta también un teaser y no tenía cómo filmarlo, quedaba sólo una tarde para presentarme. Entonces, recordé mi ley sobre los personajes secundarios (que siempre tengan una historia propia y no estén sólo a merced del protagónico) y vi Te creís la más linda… con la idea de elegir la historia que más me gustara para postular, usando la escena de la película como teaser. Como además este personaje tenía en su historia uno de los temas de mi primera película (la crisis de la masculinidad) me decidí por él. Al final no ganamos, pero a todos les encantó la idea y me lancé a escribir. Los primeros guiones estaban muy lejos de algo que me gustara, pero finalmente llegué a la película. En ese proceso me di cuenta de que, sea la historia que sea, uno siempre termina poniendo los temas que le interesan y conmueven, algo que rescaté mucho del proceso de hacer este film.
-¿Sentiste alguna duda a la hora de elegir a un director de cine como Sebastián Brahm, que llegaba con prácticamente nula experiencia actoral, como protagonista casi exclusivo de la película? ¿Cómo fue la relación en el set? ¿El opinaba también respecto de puesta en escena y otras cuestiones “del otro lado”?
-Ya en Te creís la más linda… había trabajado con actores no profesionales. De hecho, el protagonista es un amigo que estudiaba cine. Sí tuve mucho miedo al respecto porque también me costó soltar a Brahm, pero fue muy importante el trabajo con él. Su experiencia como guionista fue de mucha ayuda en el proceso final de la escritura. Suelo ser muy abierto a escuchar a los actores y recibir sus opiniones y en este caso no fue la excepción. Además, por trabajar con protagónicos no profesionales, prefiero darles mucho poder, para que se sientan cómodos y seguros a la hora de actuar. Siempre les digo que, después de mí, ellos son lo más importantes de la película. El hecho de que sea director, en términos actorales, ayudó mucho en montaje: se callaba cuando había mucho ruido en la calle, se daba cuenta cuando habían problemas de eje y opinaba cuando sentía que tenía que hacerlo. En términos de puesta en escena, no tanto. De hecho me ha dicho que aprendió mucho en el rodaje: que se puede filmar cuando la realidad no se ajusta a lo que uno tiene en mente, o en condiciones adversas, y que el plano-contraplano puede ser muy útil si uno lo necesita. A la hora de las conclusiones soy un agradecido de haber trabajado con Brahm.
-Pese a la ligereza y frescura que se desprenden de tus películas sos de preparar mucho cada escena antes del rodaje ¿Podés contar las líneas principales de tu método de trabajo?
-En primer lugar escribo un guión con todos los diálogos. Luego, hago un trabajo arduo con el protagonista sobre el guión. Discutimos todo en detalle. Después, incluimos a los secundarios y viene uno de los procesos que más disfruto: la reescritura de los diálogos. Hacemos lectura de cada escena con los personajes involucrados en las mismas y reescribimos los parlamentos para que se acomoden al habla de ellos. Además, en muchas ocasiones, descubro recién ahí el porqué de la escena. Posteriormente ensayamos y finalmente llegamos al rodaje. En la grabación filmo las escenas a pasadas completas o hasta donde los actores logren sostenerlas. De improvisación casi no hay nada; sólo les permito improvisar cuando olvidan el texto y quieren seguir con algo en el minuto. Si bien no soy un fanático del cine del plano-contraplano, es algo que he ocupado a mi favor, pues las escenas son muy largas y necesito tener oportunidad para cortar. Además, al trabajar con actores no profesionales, existe un gran pero: puede que tengan mucha frescura, impronta personal y estén alejados de la actuación de televisión, pero su nivel de concentración alto no se sostiene tanto tiempo, por lo que necesito cubrirme y el plano-contraplano ha sido de gran ayuda para eso. En montaje me manejo con mucha libertad. Creo que el corte duro, el jumpcut, y las elipsis repentinas son formalidades que el espectador ya tiene asumidas y que las ve casi como algo que le da ritmo. Por otro lado, en estas dos películas, me la jugué por no tener rostros famosos, porque quiero que el espectador sienta que esto sucede en la calle y, si aparece alguien que vimos en la novela de ayer, esa magia se pierde.
-Si bien siempre te manejás dentro de la comedia, este segundo film es mucho más oscuro y amargo que el primero, con un personaje que engloba mucho de lo peor de Chile: neurótico, arribista, culpógeno, racista, machista, alcohólico y hasta con actitudes psicopáticas ¿No tenías miedo de caer en un exceso de crueldad hacia tu protagonista?
-Si bien siempre pensé en “Lo peor de Chile” como idea central, la verdad es que cuando lo escribí sabía que el personaje no era un buen tipo, pero no me imaginé llegar al nivel de energúmeno que creé. Hay muchas cosas que fui descubriendo al montar y luego al proyectar la película y escuchar las críticas. Esto me terminó de convencer de que las películas están vivas. No dejan de reinventarse según quién la vea. Respecto a la crueldad, quería ser consecuente con el personaje que creé. El cine muchas veces salva a sus personajes al final y eso me parece horrible. No hay nada peor que una comedia negra con final feliz y para el llanto. Una de las primeras cosas que pensé antes de escribir el guión fue en hacer un personaje antipático. No creo que la empatía haga por sí sola a un personaje interesante, como dicen los libros de guión. Es el reconocimiento, el reflejo, la intriga y la complejidad las que hacen que uno siga a un personaje. Con esta película me han preguntado por qué hago cine machista (los que creen que lo celebro) y por qué hago un cine feminista (los que creen que lo destruyo), pero la verdad es que yo quise mostrar a un personaje que es extremo, pero que existe, que está en la calle. Traté de no juzgarlo. No voy a contar el final, pero a veces me lo cuestiono, porque siento que es algo moralista y quizás la crueldad pasa el límite en ese minuto. De todos modos, son cosas que pasan en la vida también. Pienso que sí terminaba bien, en realidad no sería un final feliz porque ese personaje errará en un futuro cercano, uno sabría que no está haciendo lo que él quiere, y quizás podía ser más complejo. Pero son decisiones que tomé y la verdad estoy muy contento con el film. Confieso que el final lo "robé" de Naked, de Mike Leigh.
-A la hora de las influencias hablaste siempre de tu admiración por John Cassavetes y Richard Linklater, de tus conexiones con el cine de Andrew Bujalski (Funny Ha Ha, Mutual Appreciation), de la literatura de Bukowski ¿Podrías ampliar sobre tus artistas favoritos, tu formación cinéfila y las ligazones con tu filmografía?
-Antes de estudiar cine -entré a los 18 años- mi formación era bastante nula. Veía mucho Hollywood y asistía a ciclos de Bergman, Tarkovsky y Herzog, pero sin entender mucho de ellos. Los veía, pero sin profundidad. De lo que me sigue gustando hoy que me fascinaba en esa época, Cronenberg y De Palma debe ser lo único. Mi familia no tiene nada que ver con el arte (algo que hoy agradezco) y fue recién en la Escuela cuando aprendí a apreciar el cine. Lo primero que me voló la cabeza, como a muchos, fue la Nueva Ola Francesa, por la libertad creativa, la salida a la calle con las cámaras y el estar constantemente develando el soporte. Hacía cortos de ese estilo -todos están en el closet, por malos- pero siempre imitando dispositivos y nunca haciéndolos propios. Un día vi Rostros/Faces, de Casavettes. Estaba en esa época en que sólo me gustaban cosas que cambiaran el cine desde lo formal y apareció esto, que era cambiarlo desde otro lugar, desde darle más profundidad a la espontaneidad y los conflictos de sus personajes (aunque obviamente utilizó formalidades para hacerlo, pero me parecía que iba más allá). Me di cuenta de que lo de Casavettes no era imitable ni aunque uno quisiera y le quedara mal, simplemente no había nada que imitar, porque todo lo que se veía era vivo antes que analizable (hay una carta de Jarmusch a Casavettes que habla de esto muy bien). Y que lo único que uno podía hacer suyo de ahí era el método, y que utilizando ese método salían cosas de uno. Que era imposible robarle algo, que todo lo que él hacía le pertenecía y que tenía que haber algo que sólo me perteneciera a mí. Paralelamente, en la Escuela, la de guión era una clase que sólo se enfocaba en los diálogos y que, cuando no había nada que escribir, el profesor te obligaba a hacerlo sobre cosas que te hubieran pasado en días previos, nunca sobre grandes eventos. Ahí descubrí mi facilidad en la escritura de diálogos y que sí había complejidad en las historias cotidianas. De ahí mismo, de cortos que escribí en esa clase, salió mi primera película. Ya con ella escrita, vi Mutual Appreciation, que para mí reunía lo mejor de Jarmusch (personajes con voluntades dudosas) y lo mejor de Cassavetes (la puesta escena, sin tanta histeria). La película ya la tenía pensada en su estética, pero vi en el cine de Bujalski algo que ni siquiera sabía que se hacía, algo casi estudiantil, pero que era tan nuevo que era el mejor en su lenguaje, y reafirmé mis ideas estéticas sobre mi película. Luego descubrí que el estilo se llamaba Mumblecore. Ahí estrené Te creís la más linda… y hablaron de Rapado o 25 watts como referencias, pero la verdad es que las vi después. Fue un honor la comparación, dada mi edad en ese entonces y que luego vi las películas y me parecen muy superiores a la mía. Pero si algo había ya valía la sonrisa. Con Linklater la cosa es más nueva, alguna vez me dijeron que hacía cine como Linklater sin existencialismo y me cayó bien la idea. Boyhood me parece una obra maestra que me genera la pregunta: ¿Es siempre malo utilizar lugares comunes o si el lugar común no fue abordado por nadie como lo estás haciendo es un plus? Para mÍ la respuesta es ésta última. De todos modos, como bien dices en la pregunta, leí mucho a Bukowski en mis 18-20 años y él es justamente lo contrario a Linklater. Si bien me terminó pareciendo un poco repetitivo, me inculcó mucho su antisentimentalismo, su amor por el Corta A, las atmósferas llenas de humo y los personajes perdedores ególatras, casi misóginos, que se autovalidaban como perdedores (justo hoy pensaba que mi película podría llamarse "Soy mucho peor que vos" y no habría ningún problema en ello). Porque si bien Bukowski escribía sobre él y nunca quiso hacer una crítica social, siempre supo que era un hijo de esta sociedad que él odiaba y que es lo que le tocó, dentro de sus posibilidades. Además, me hacía reír mucho.
-¿Estás trabajando en una suerte de nuevo spinoff como “Mucha Ex Poco Sex”, con Antonella Costa? ¿Qué podés adelantar de este proyecto?
-La película es una comedia negra, una coproducción chileno-argentina, que transcurre en ambos países, y pretendo filmarla en 2015. Como todas mis películas, nace de un conflicto del órgano sexual. Te creís la más linda… nació de la idea un eyaculador precoz; Soy mucho mejor que vos nació bajo el concepto de un hombre con el pene gigante que igual es infeliz; y en este caso es la historia de Marcela, una ex ninfómana, hija única y casi huérfana (su padre es su único familiar vivo y está por morir), que se sanó de su adicción con una relación amorosa seria. Luego de que esta nueva pareja la abandona, queda frígida y desencantada con el amor. Así, dos años después, se vuelve a enamorar de un chileno, con el que se vuelve a humedecer (sexualmente hablando) y lo persigue obsesionada hasta Chile con el objetivo de conquistarlo, pero él está obsesionado con su ex novia que, a su vez, no le da pelota. En el camino de la conquista tendrá que luchar contra el retorno de la adicción al sexo y además surge un posible vínculo familiar con la misma ex y, con esto, comenzarán sus dudas sobre si sus traumas son netamente sexuales, amorosos, o afectivos. La película no va en tono Lars Von Trier sino más Woody Allen y, así como fue un desafío en Soy mucho mejor que vos contar la historia de un cuarentón cuando tenía 25 (a esa edad escribí el guión), ahora tengo un desafío aún mayor, que es contar la vida de una mujer y su sexualidad. Me da susto, pero sin susto no hay nada.
-Por último, al estar radicado buena parte del año en Buenos Aires quisiera preguntarte sobre cómo ha sido tu vinculación personal con el Nuevo Cine Argentino y -siendo un extranjero, pero también un testigo privilegiado- cómo ves su evolución ahora que ya no es tan “Nuevo”.
-La verdad es que no puedo no comparar. Chile está en un muy buen momento cinematográfico pero los padres de todo esto es el llamado Nuevo Cine Argentino. La producción, en término cuantitativos, es impresionante y en Chile está creciendo mucho también, pero la gran diferencia respecto a nuestro cine es el riesgo que se corre en Argentina. En Chile hay producciones muy sólidas desde lo narrativo y lo estético, pero el guión está muy dominante por sobre lo formal. Quizás donde más riesgo se corre en Chile es en el área documental (Ignacio Agüero, José Luis Torres Leiva, José Luis Sepulveda). Ojo que de esta "falta de riesgo" no creo estar fuera. Incluso el hecho de que se diga que mi cine es arriesgado habla del poco riesgo que se corre. Por su lado, en Argentina tienen gente que inventó cosas nuevas y que son referentes mundiales: Lucrecia Martel, Lisandro Alonso o Martín Rejtman, por mencionar algunos, y creo que ese paso le falta al cine chileno. Siento que los directores más connotados están caminando hacia Hollywood, lo cual en ningún caso es negativo, pero deberían haber excepciones. Hoy tengo intuiciones de quiénes, pero veremos qué sucede. Sin querer decir que "todo riesgo" es positivo, porque a veces los riesgos se convierten en moda y ya no son riesgos, y creyendo que a veces es más difícil generar novedad en esquemas clásicos, veo en el cine argentino una intención de hacer películas de escuela. Muchas producciones pequeñas de laboratorio, que están jugando con el lenguaje. Eso lo disfruto y lo celebro. Por otro lado, sin ser un fanático de Relatos salvajes, debo decir que en Chile no tenemos un cine comercial de tanta calidad, películas que superen el millón de espectadores y que no sean "televisivas" (en Chile las que más llevan son del estilo Corazón de León). De todos modos hay un dato importante: en Chile recién en los años ‘90 se volvió a hacer cine de forma algo más masiva y somos una industria incipiente, que culturalmente no tuvo años ‘80. Argentina tiene una historia increíble y creo que les llegó el momento de hacer un cine propio, que no siempre quiere decir ombliguista. En Chile, como en muchos otros ámbitos de la vida, copiamos modelos externos y nos cuesta tener un lenguaje particular. De todos modos, celebro las producciones nacionales y por algo hicimos tres ciclos de Cine Chileno en Buenos Aires con Antonella Costa, pero no falta esa cuota personal, que sí siento que tienen acá. Creo que están en un post Nuevo Cine Argentino de mucha experimentación, teniendo una escuela más clásica bastante consolidada. Pero bueno, como en todos lados, falta conexión con el público a las mejores películas. Pero ese es un tema para otro momento…
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