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Crítica de Pistas para volver a casa, de Jazmín Stuart (Competencia Argentina)
En su primer largometraje en solitario tras codirigir Desmadre, Stuart contó con Erica Rivas y Juan Minujín como dos hermanos en (y con) problemas.
Publicado el 25/11/2014
-Pistas para volver a casa (Argentina, 89’), de Jazmín Stuart ★★★✩✩
Comedia absurda, melodrama familiar, película de aventuras, road movie… Todo eso y más es Pistas para volver a casa, película despareja, pero al mismo tiempo llena de ideas, búsquedas y hallazgos.
En el arranque conoceremos a dos hermanos bastante patéticos, dos personajes que rondan los 40, que han perdido la brújula y que, en esa desorientación cercana a la desesperación, son capaces de apelar a cualquier recurso. Dina (Erica Rivas) trabaja por las noches en una lavandería, no ha tenido demasiada suerte con los hombres y vive sola, entre arranques de angustia, muchos cigarrillos y una profunda devoción religiosa. Pascual (Juan Minujín) está a cargo de sus dos hijos (su mujer lo abandonó), no tiene trabajo y vive de aportes externos, por ejemplo el de una vecina muy veterana que lo ayuda a cambio de habituales encuentros sexuales.
Los antihéroes del film no se llevan nada bien, pero deberán salir juntos en el destartalado Renault 12 de ella (él no maneja) porque su padre (Hugo Arana) ha sufrido un accidente y está postrado en un hospital de pueblo. Y a partir de allí conoceremos la historia de la familia, con muchos secretos y mentiras, una madre abandónica y un dinero escondido. Tras ese prólogo arranca una suerte de búsqueda del tesoro en esta suerte de regreso a Hansel y Gretel aunque en versión absolutamente deformada.
La película tiene momentos intensos, divertidos, emotivos, pero también otros en el que los conflictos -casi siempre bastante extremos- parecen forzados y surgen atisbos de sobreactuación. Más allá de algunos lugares comunes (la escena del baile desenfrenado, por ejemplo), hay en Pistas para volver a casa una falta de prejuicios, un interesente pendular entre la ligereza y la densidad, entre lo fluido y lo enfermizo, un torrente de movimiento e intensidad emocional, que se valoran y se agradecen.
Aquí una entrevista con la directora
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