Críticas
Persépolis, de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud
A Irán, con ira (y con humor)
Un retrato despiadado, pero que al mismo tiempo resulta decididamente querible y divertido, sobre las últimas tres décadas de historia iraní desde la mirada y las vivencias íntimas de una joven que terminó optando por el exilio.
Ambas películas podrían funcionar como complemento: la primera, de animación y financiada por los franceses, como una mirada femenina desde el exterior, de alguien que como Satrapi nació en Irán y luego se fue a Europa, desde donde hace una crítica sociopolítica amplia y ambiciosa; y la segunda, hecha desde adentro, sobre un aspecto aparentemente menor pero que resulta muy indicativo de los padecimientos de las mujeres de ese país.
Luego de esbozar mi teoría algo caprichosa, les digo que Persépolis es una experiencia única y decididamente recomendable, incluso para aquellos que les importe un bledo la animación (que para colmo es artesanal y en blanco y negro) o la situación de Irán del Sha a esta parte.
Persépolis es una película íntima y humana, es una pintura de época, es una obra bella desde lo visual (una demostración cabal de que no hace falta un gran despliegue técnico cuando se tienen en claro qué y cómo contar) y no exenta de lirismo. Y, lo que resulta aún más importante, es una historia fascinante y muy, pero muy divertida.
Los sueños y frustraciones de una joven, las diferencias entre Oriente y Occidente, las desventuras afectivas, familiares, laborales y sociales desde un punto de vista femenino hacen de este trabajo una incisiva y querible mirada individual, pero de alcance universal. Una película que no se parece a ninguna otra. Una oportunidad que se da muy de vez en cuando en el circuito comercial. A no dejarla pasar.
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Persépolis es un film femenino. Fe-me-ni-no. No una proclama feminista. Solo el relato de una joven adolescente que sueña con depilarse las piernas y maquillarse (algo prohibido), pero que gusta del pop y el punk provenientes del “occidente decadente”. Femenino porque Marjane abreva en las enseñanzas netamente femeninas de mamá grande; enseñanzas que no son conservadoras, ni sermoneantes. Y es un tributo a ella, porque parte del espíritu libertario e insurrecto de Marji está en deuda con esa entrañable grand mère. Y así, en Persépolis hay un tributo a memoria de la grand mère; esa abuela que, como todas las abuelas, deviene fuente de sabiduría; que es más revolucionaria que otros revolucionarios, solo que sin tanta alharaca; una grand mère esencia de feminidad y coquetería, una dama que todas las mañanas pone pétalos de jazmín dentro de su brassière para tener buenas vibras y oler rico durante el día. Súper, como diría Marji. Persepolis es un petite bijou. Je le adore
Lo que no me gusta de esta película, es que no da lugar para las dudas. Se da como sentada que la realidad de Irán es esa, y no le da la oportunidad al espéctador de llegar a su propia conclusión sobre la situación del país y de la libertad en general.<br /> Y creo que es sintomático que un film que habla de la libertad no permita hacer esto a sus espectadores...<br /> Ya se que esta película se estreno hace mucho, y la crítica acá lleva su tiempo, pero me encantaría que Martina resonda a este mensaje, para saber que piensa de esto.<br /> Un saludo y gracias che!