Críticas
Una aventura extraordinaria, de Ang Lee
Ang Lee, un tigre haciendo películas
Director talentoso y versátil como pocos, el creador de El banquete de boda, Comer, beber, amar, Sensatez y sentimientos, El tigre y el dragón y Secreto en la montaña logra salir airoso de un verdadero tour-de-force emocional y cinematográfico como el que le exigía esta transposición de este best seller de Yann Martel sobre la convivencia entre un adolescente y un tigre de Bengala durante 227 días a bordo de un bote en pleno Océano Pacífico. Más allá de ciertas zonas no muy convincentes), el film fascina durante buena parte de sus algo más de dos horas con un virtuoso y al mismo tiempo delicado uso del 3D y de las imágenes CGI. Así, más allá de su sesgo alegórico y espiritual, se trata de una película capaz de convencer incluso a los más escéptios y prejuiciosos.
Una aventura extraordinaria (Life of Pi, Estados Unidos-China/2012). Dirección Ang Lee. Con Suraj Sharma, Irrfan Khan, Tabu, Gérard Depardieu, Rafe Spall. Guión: David Magee, basado en la novela de Yann Martel. Fotografía: Claudio Miranda. Música: Mychael Danna. Edición: Tim Squyres. Diseño de producción: David Gropman. Distribuidora: Fox. Duración: 127 minutos. Apta para mayores de 13 años. Copias: 145 (52 en 35mm y 93 en 3D).
La de Una aventura de extraordinaria es el tipo de historias que más suelo odiar. Todo lo que en cine suene a espiritualidad, a “poesía”, a corrección política, a exotismo y pintoresquismo, a discurso aleccionador dominado por moralejas bienpensantes, alegorías, simbolismos y metáforas me genera una irritación particular. Entiendo que a muchos espectadores les guste y hasta se conmuevan, pero para mí cuando el mensaje está por delante (o por encima) del relato puramente audiovisual se enciende un alerta roja.
Por suerte, el frente de esta transposición del best seller de 2001 escrito por Yann Martel (uno de esos libros que jamás me tentaría en los anaqueles de una librería) aparece Ang Lee, un director talentoso y versátil (recuerden que hizo desde El banquete de boda y Comer, beber, amar hasta Sensatez y sentimientos, La tormenta de hielo, Cabalgando con el diablo, El tigre y el dragón y Secreto en la montaña) que hasta en sus films menos redondos (Hulk, Crimen y lujuria, Bienvenido a Woodstock) siempre consigue momentos de gran cine.
Aquí, describe -pendulando siempre entre dos tiempos narrativos- la historia de un adolescente de 16 años, cuyo padre posee un zoológico en la India. Cuando el negocio quiebra, la familia se embarca hacia Canadá con algunos animales valiosos a bordo. Pero el barco naufraga y el bueno de Pi quedará en un boto en medio del Océano Pacífico durante 227 días y con la única compañía de… ¡un tigre de Bengala!
Si esa premisa con algo de Moby Dick puede resultar entre audaz, provocativa y absurda (por qué no ridícula), Ang Lee la transforma durante buena parte en una narración cautivante, por momentos fascinante, con un muy virtuoso y al mismo tiempo delicado uso del 3D y de las imágenes CGI (que hay muchas). Una mención especial merece el DF chileno Claudio Miranda (Tron: el legado, El curioso caso de Benjamin Button y la inminente Oblivion), quien desde hace un tiempo ya juega en las ligas mayores y lo hace con un sello propio.
Si la película sale a flote (uy, yo también caí en la metáfora fácil) de este tour-de-force emocional y cinematográfico es, precisamente, porque estamos ante un director que prioriza la fuerza de la imagen por sobre la palabra (de hecho, cuando en la actualidad un Pi ya adulto que interpreta Irrfan Khan le cuenta la historia a un escritor canadiense encarnado por Rafe Spall la película se torna un poco recargada y subrayada).
El guión juega todo el tiempo con la duda del espectador: ¿Lo que vimos es real o una invención, pura fantasía? Al fin de cuentas, no importa demasiado. Ang Lee hace que esas dos horas de “verdad” o de “manipulación” valgan la pena. No creo que estemos ante una película extraordinaria (tiene zonas no del todo convincentes), pero queda claro que tampoco se trata de una aventura ordinaria. Contra todos los (mis) prejuicios, vale la pena.
Trailer del film:
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<p>Película claramente comercial y deliberadamente insustancial.</p>
<p>Diego, fijate que el autor de la novela es Yan Martell, el que vos nombrás es el guionista.</p> <p>Ambas, novela y película, hermosas.</p>
<p>Belleza fotográfica. Embole argumental.</p>
<p>Pocas veces, poquísimas, he coincidido tanto con tus críticas como en este caso, Diego, muuuy especialmente en lo que atañe a tu primer párrafo con el que me identifico en un todo. Visualmente perfecta, realzada por la 3D y escenas cautivantes como la tempestad que hunde el barco japonés, la fauna marina y la expresión tan impactante del tigre,rnasumo que es mucho más de lo que esperaba.</p>
Coincido bastante con la crítica de Diego. El uso del 3-D es notable, y no es ningún adorno o un chiche usado por capricho. Ciertas bajadas de línea o moralejas le restan algo de brillo, porque tienden a simplificar demasiado una historia que daba para más.