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Cannes 08: La primera mitad de la competencia oficial

Nuestro columnista catalán está en la Croisette cubriendo el festival más importantes del mundo. Aquí, nos ofrece sus impresiones sobre 12 films de la sección principal.
Publicada el 21/05/2008
Diego Batlle -también presente en Cannes- me pidió si podía acercar a los lectores de OtrosCines.com unas cuantas impresiones acerca de los filmes que pude ver en la sección oficial competitiva del festival. Aquí, unos comentarios fabricados en la cresta de la ola de este festival monumental y monstruoso, que este año está presentando un buen número de films notables. Las películas aparecen ordenadas de mejor a peor. 

1) 24 City, de Jia Zhang-ke. El realizador de Platform, Still Life y The World (entre otras grandes películas) fabrica un complejo entramado de historias que dibujan un gran fresco histórico de las últimas cinco décadas de la nación china. En esta ocasión, la originalidad de la propuesta recae en el hecho de que algunas de las historias son relatadas por sus auténticos protagonistas, mientras otras son explicadas a cámara por actores. Así, este ejercicio en el que se imbrican y confunden la realidad y la ficción inventa una nueva manera de aproximarse a la historia, una estrategia en la que la memoria personal y la colectiva se revelan en, un primer momento, impenetrables, para luego florecer milagrosamente a través de la representación. A medio camino entre el documental clásico, el ensayo poético-filmico y el falso documental, 24 City acerca al espectador a la dramática crónica del último medio siglo de vida en la Fábrica 240 del distrito chino de Chengdu. Tres generaciones de personajes (trabajadores, ejecutivos y nuevos yuppies) relatan los entresijos de sus vidas, la trayectoria de la fábrica y la Historia de China. Entre poemas que van apareciendo sobreimpresionados en la pantalla (de W.B. Yeats y otros poetas chinos) y secuencias en las que la vieja industria se convierte en un territorio espectral, las narraciones de los protagonistas revelan sus dramas, su fortaleza y su dignidad. Espejos de la historia, representantes del trabajo obrero y del arte interpretativo se reúnen para conformar un filme conmovedor en el que confluyen de forma armónica lo figurativo, lo dramaturgico y lo real.

2) Un conte de Noël, de Arnaud Desplechin. Dotado de un enrome talento para la narración fílmica, Desplechin ha sabido conformar un estilo en el que el exceso verborreico se alía con la fabricación torrencial de imágenes bellas, pero al mismo tiempo incómodas. Imágenes nunca reconciliadas con el academicismo, hijas de la modernidad, escurridizas y sensuales. Aquí, el director regresa a la familia, a las relaciones tensadas sobre el abismo de la dependencia y la soledad. En esta ocasión, una familia muy numerosa, llena de afectos y rencores, que encontrará una nueva oportunidad para conciliar sus destinos bajo la sombra de la muerte, la otra gran obsesión del realizador. Con un casting de ensueño (Catherine Denueve, Mathieu Amalric, Emmanuelle Devos, Melvil Poupaud y Chiara Mastroianni), Desplechin desplega una gran trama de roces interpersonales y cada choque de identidades nos introduce en un nuevo misterio sobre la existencia humana. Maestro a la hora de formular equilibrismos entre la gravedad de los acontecimientos y la ligereza de su tratamiento, el director centra su mirada en la fabricación de los mitos familiares, aquellas historias que suelen labrar la identidad infantil y que continúan resonando de forma periódica a lo largo de la vida. De Hitchcock a Bergman, pasando por los maestros de la nouvelle vague, Desplechin los reúne a todos e impregna sus imágenes de un misterioso germen narrativo. El resultado: en cada rincón, en cada mirada o gesto se esconde el virus de la experiencia y el conocimiento.

3) Two Lovers, de James Gray. Two Lovers es una película brillante, estímulante y seductora, pero en ningún caso una película convencional. Su absoluta negativa a esconderse bajo cualquier signo de distanciamiento irónico la convierte en una obra desnuda, que parece entregarse al espectador en estado bruto, a corazón abierto, abrazando el exceso y el extrañamiento. Eso sí, en dicha entrega se esconde también otro gesto fundamental: el reconocimiento de las herencias de las que el director se siente partícipe, sean el Vértigo de Alfred Hitchcock, las fabulas morales de Eric Rohmer o las comedias sentimentales de Leo McCarey o Ernest Lubitsch. En esa tesitura, entre un neo-clasicismo brutalmente honesto y un sensual cúmulo de referencias culturales, James Gray abre una brecha dolorosa en los entresijos del amor, partiendo de lo más esencial (el triángulo amoroso) para alcanzar lo sublime (la trágica vulnerabilidad del enamorado). El triángulo lo forman dos maravillosas mujeres, la deslumbrante e inestable Michelle (una irregular Gwyneth Palthrow) y la maternal Sandra (fantástica Vinessa Shaw), y un hombre marcado por un dramático trauma sentimental (Joaquin Phoenix, soberbio como de costumbre), tres personajes sumidos en las tierras movedizas de la condición humana: la familia, la tradición, el libre albedrío, las pasiones, la fe y la búsqueda de la felicidad.

4) Le silence de Lorna, de Jean-Pierre y Luc Dardenne. En su nuevo filme, los hermanos Dardenne vuelven a poner en marcha su particular estilo, aunque tomando algo más de distancia respecto a la acción, para contar la historia de Lorna (Arta Dobroshi), una joven inmigrante albanesa que debe buscar la manera de divorciarse de su toxicómano marido para establecer un nuevo matrimonio de conveniencia con un miembro de la mafia rusa. Como es habitual en el cine de los Dardenne, los acontecimientos irán dibujando situaciones que enfrentarán a los personajes a numerosos dilemas morales. Y mientras, el entramado narrativo irá tejiendo un panorama social en el que las relaciones humanas parecen reducirse a transacciones mercantiles. De hecho, no es casualidad que la imagen más repetida del filme sea la de dos personas intercambiando billetes. Así, tan influidos como siempre por el cine de Robert Bresson y sacando partido de su espectacular dominio de la elipsis y el suspense fílmico, los Dardenne nos vuelven a regalar otra gran oda a la supervivencia de la conciencia en un mundo esencialmente corrupto. No es la mejor película de los Dardenne. Puede que la trama sea demasiado enrevesada y que en ocasiones el relato se acerque al abismo del subrayado, pero aun así, se trata una película deslumbrante.

5) Waltz with Bashir, de Ari Folman. Del mismo modo que en Persépolis se recorría el doloroso pasado del pueblo iraní a través de las vivencias personales de su directora, el film de Folman adopta también un enfoque autobiográfico para rastrear, en esta ocasión, las heridas políticas y humanas provocadas por el conflicto entre Israel y Palestina. Tomando como punto de referencia la masacre cometida por el ejército Israelí (entonces encabezado por Ariel Sharon) en los campos de refugiados de Sabra y Shatila en 1982, Waltz with Bashir se embarca en un rico y complejo ejercicio de memoria histórica. A través de las imágenes del filme (marcadas por un expresionismo sombrío y minimalista), Folman exorciza su propio sentimiento de culpa, cuyo origen se encuentra en las atroces y traumáticos experiencias vividas durante la guerra Guerra del Líbano. La película misma se estructura como un viaje a través de la memoria, intercalando fragmentos en los que el director, junto a amigos y psicólogos, intenta derribar la amnesia que nubla sus recuerdos, y otros en los que se evoca de forma onírica y estilizada el horror de la guerra. Y es ahí donde el filme alcanza sus mayores logros, en la valiente y despojada mezcla de estrategias. Por una parte, la memoria de las palabras (las entrevistas, los testimonios) y por la otra, la representación de la memoria (el abordaje del subconsciente mediante una animación que esboza una lírica del horror). Sin distanciamiento irónico, sin el escudo del humor, sin coartadas ni paracaídas, Waltz with Bashir sobrecoge por su audacia, hasta el punto que sus defectos e irregularidades parecen mínimas ante el arrojo conceptual de la propuesta.

6) The Exchange, de Clint Eastwood. La nueva película del maestro está ambientada a finales de los años 20, cuenta con una protagonista que luce con el lustroso glamour de la antiguas estrellas (Angelina, claro) y visita los lugares comunes de géneros como el melodrama o el cine negro. Los factores parecen los ideales para conformar el mejor de los productos, más aún cuando Eastwood, como de costumbre, se muestra excelso en sus labores de gran narrador y escrutador de los entresijos de la moral, sin embargo, la película se empantana en su intento por materializar la gravedad y afectación del guión de J. Michael Straczynski, habitual de la escritura para televisión. La película narra la historia real de Christine Collins (una Jolie más lacrimógena que nunca), madre soltera que debe afrontar no sólo la desaparición de su hijo, sino también las malas artes del departamento de policía de Los Angeles, empeñado en convencerla de que el niño al que han encontrado es su retoño. El film alcanza sus mayores logros cuando consigue que en sus imágenes confluyan armónicamente sus tres estratos narrativos: el drama personal de Collins, la investigación policial y el conflicto entre la protagonista y las instituciones (policial, sanitaria y judicial). Puede incluso percibirse a ratos la sombra de Fritz Lang. Y aún así, hay algo en el filme que no permite que el trabajo cinematográfico de Eastwood despegue como en otras ocasiones, quizás sea el forzado dramatismo, quizás la necesidad de materializar en imágenes todos los pliegues del relato. Sólo una buena película.

7) Leonera, de Pablo Trapero. En su nuevo film, Trapero vuelve a poner en juego las cartas que mejor domina: la composición de un personaje central que arrastra el peso de la película (como en Mundo Grúa), el enfrentamiento que se puede producir entre el individuo, las instituciones y su burocracia (como en El bonaerense), y las composiciones de grupo (como en Familia rodante). Leonera cuenta la historia de Julia (espléndida Martina Gusmán), una mujer que debe sobreponerse al drama de la encarcelación durante su embarazo. Así, el centro neurálgico del filme los forman los primeros años de vida del hijo de la protagonista, criado entre los muros de una cárcel de mujeres. El compañerismo, el instinto de supervivencia, la maternidad, la posibilidad del amor y la libertad… Estos son los temas de Leonera, una película confeccionada sin estridencias por un Trapero que vuelve a demostrar su capacidad para desplegar narraciones tensas y vivaces, apoyadas en una intensa búsqueda de veracidad y centradas en el valor de los sentimientos y dilemas humanos (factor acentuado por una cámara siempre a la altura de los ojos de los personajes). Gran director de actores y magnífico planificador, a Trapero sólo le falta afinar sus dotes de guionista para convertirse en el gran artesano que dejan entrever sus películas.

8) Gomorra, de Mateo Garrone. En el film, basado en la novela homónima de Roberto Saviano, Garrone (director de L’imbalsamatore) radiografía los métodos, jerarquías, rituales e intereses que rodean a la camorra napolitana. Lo que resulta más sorprendente de la película es su solidez y rigurosidad. Entregada al escrutinio de los mecanismos de funcionamiento y a los espacios en los que desarrolla su actividad la organización criminal, Gomorra se despliega en múltiples narraciones que cubren, a retazos, todo el espectro humano que integra y rodea al clan mafioso. Surgen los estereotipos y los clichés (la chulería, la ambición, la megalomanía…), pero se el conjunto se sostiene gracias a la sobriedad de la puesta en escena, que dibuja una suerte de Apocalipsis social en miniatura. 

9) Serbis, de Brillante Mendoza. Serbis significa “servicio” en filipino y hace referencia a los intercambios sexuales que se producen en una vieja sala que exhibe cine erótico en Manila, escenario de todo el filme de Mendoza. De hecho, el recinto cinematográfico se erige como una suerte de microcosmos en el que se desatan tensiones y conflictos que proyectan una imagen global de la sociedad filipina. Al mismo tiempo, con su realismo árido y brusco, la película toma el testimonio de la tradición fílmica de su país, marcada por el melodrama y con la figura del cineasta Lino Brocka como referente fundamental. En general, el film se vive entre la incomodidad (sobre todo debido al juego continuo con los ruidos procedentes del entorno urbano), la tensión, la alteración y el asombro. Es después de la proyección cuando el conjunto revela su auténtico alcance: la exaltación impresionista de un mundo (el de los barrios marginales de Manila) que vive bajo sus propias reglas, o más bien, la ausencia de estas.

10) Üç Maymun (Three Monkeys), de Nuri Bilge Ceylan. Esta película puede verse como un reverso, más bien tenebroso, de la película Un conte de Noel de Arnaud Desplechin, vista también en el festival. Mientras el realizador francés es capaz de observar la crueldad de sus personajes a través de la comprensión, e incluso la ternura, la crueldad desplegada por Nuri Bilge Ceylan se precipita sobre los personajes como un juicio inclemente. Así, el drama que acompaña al triángulo amoroso formado por un matrimonio y el jefe del marido (por el cual éste está cumpliendo condena en prisión) le sirve al realizador turco para jugar con sus personajes como si fueran marionetas inmóviles y desquiciadas, figuras bidimensionales que se entregan a la abulia y al tránsito por un mundo sumido en el declive moral. Además, Ceylan (director de las notables Uzak/Distant y Los climas) esboza un insulso juego de deconstrucción genérica, en el que el cine negro pierde el suspense y la comedia reniega de la risa. Agresiva, contemplativa y a ratos onírica, Üç Maymun aspira a elaborar un cine del malestar y la nausea, recipiente de los enigmas que amenazan al individuo, la pareja y la familia. Sin embargo, tras sus solemnes postales digitales, el manierismo de la propuesta da pie a una cierta vacuidad.

11) Linha de Passe, de Walter Salles y Daniela Thomas. Esta película ejemplifica a la perfección el riesgo que implica abusar de las metáforas visuales en el cine. La película sigue las dramáticas peripecias de una familia que vive en uno de los barrios más pobres de San Pablo. Allí, una madre soltera, Cleuza (Sandra Carveloni), y sus cuatro hijos deben afrontar la falta de horizontes vitales que les ofrece el escenario social. Aferrados al fútbol, la religión, la búsqueda de un padre o la delincuencia, la lucha por la supervivencia en este funesto contexto deparará múltiples conflictos identitarios. Para manifestar el desconcierto de los personajes, Salles decide fabricar una metáfora a partir de la imagen recurrente de un fregadero estancado. Y sin quererlo, el propio director nos ofrece el perfecto símil del mayor defecto de la película: su absoluto estancamiento narrativo (que da pie al tedio y los subrayados). Y esta es sólo una de las evidentes metáforas que plagan un filme que, más allá de sus logradas interpretaciones, revela rápidamente sus artificios.

12) Blindness/Ensayo sobre la ceguera, de Fernando Meirelles. Meirelles traduce a la pantalla de forma más bien errática la fábula social desplegada por Jose Saramago en su novela Ensayo sobre la ceguera: un mundo en el que la ceguera iguala a los individuos, los sume en un infierno militarista y autoritario, y los despierta de la anestesia moral en la que viven. La sociedad como cárcel. La película se apropia de las metáforas del relato y las escenifica mediante múltiples efectismos audiovisuales (pantallas blancas, cámaras desenfocadas, ligeros fundidos que llenan de penumbra parte de la pantalla…). Podría decirse que el director introduce el caos entre las imágenes y cae víctima del desorden. La película remite en su estética y temática a las recientes Niños del hombre o el díptico Dogville-Manderlay, y así, sus imágenes, casi veladas por el contraste de la fotografía, materializan los miedos de una sociedad contemporánea acosada por la avaricia del poder y la crisis moral del individuo, pero su titubeante dirección y lo didáctico del conjunto (marcado por los subrayados de la voz en off) empañan el resultado final.

COMENTARIOS

  • 17/07/2008 13:19

    la peli leonera no la vi pero me dijeron que está buena!!!!!!!!!!

  • 23/05/2008 13:40

    Algún comentario esclarecedor sobre "La mujer sin<br /> Cabeza" de Martel? En La Nacion y Corriere della Sera publicaron que fué abucheada porque no pasa nada, como si no tuviera argumento. Inclusive hubo<br /> diálogos de fondo proyectados sin traducir???

  • 21/05/2008 11:00

    Excelente texto, Manu, como siempre. Te felicito y felicito a Diego por la excelente cobertura que esta haciendo en el sitio y especialmente en La Nación. Los admiro y los envidio (sanamente) por estar allí.

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