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Crítica de “Bloodshot”, de David S.F. Wilson, con Vin Diesel
Un tecno thriller sin una sola idea propia: mediocre reciclaje.
Bloodshot (Estados Unidos-China/2020). Dirección: David S.F. Wilson. Elenco: Vin Diesel, Guy Pearce, Eiza González, Lamorne Morris, Toby Kebbell y Sam Heughan. Guion: Jeff Wadlow y Eric Heisserer. Música: Steve Jablonsky. Fotografía: Jacques Jouffret. Edición: Jim May. Distribuidora: UIP (Sony). Duración: 109 minutos. Apta para mayores de 16 años.
Terminator, RoboCop, Soldado Universal, Misión: Imposible, El vengador del futuro, Rápidos y furiosos, John Wick... La enumeración de películas a las que Bloodshot les debe buena parte de sus ideas sería casi interminable. Es que, más allá de estar basada en la historieta homónima publicada por Valiant Comics, a nivel de elementos dramáticos, estilo narrativo y recursos visuales de alto impacto no excede demasiado el ejercicio de imitación, acumulación y reciclaje.
Ray Garrison (Vin Diesel) es un marine que, tras sobrevivir a pura acción en una misión suicida en Africa, se reencuentra con su bella novia en la costa amalfitana. Sin embargo, luego de ese idílico momento, ambos son secuestrados y, sí, asesinados (todo esto ocurre antes de los títulos de apertura). Como nadie reclama el cadáver, el ejército se lo cede a una corporación tecnológica liderada por un multimillonario científico Emil Harting (Guy Pearce) que, tras varios experimentos, logra revivirlo y convertilo en una suerte de robot indestructible e implacable implantado en un cuerpo humano. El problema es que el recién resucitado sigue sintiendo y recordando los traumas de su vida previa y hará todo lo posible para concretar su venganza.
Si la premisa de la ópera prima de David S.F. Wilson no suena demasiado sorprendente es porque Bloodshot resulta un cyber thriller básico y esquemático, más allá de su incesante (aunque no demasiado fascinante) despliegue de efectos visuales y sus incursiones en la realidad virtual. Hay una obsesividad por sostenter un vértigo construido a fuerza de constantes cortes de montaje y música machacante, pero entre la obviedad del guion y la inexpresividad de los intérpretes (empezando por el propio Diesel) nunca supera el vuelo rasante de un típico film de acción con muchos golpes, tiros y testosterona, pero poco sentido del humor, ingenio y creatividad.
(Esta reseña fue publicada previamente en el diario La Nación del 12/3/2020)
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