Críticas
Estreno en cines
Crítica de “Diamanti”, película de Ferzan Özpetek
Aunque nació en Turquía, pocos directores encarnan la “italianidad al palo” como Özpetek, quien en este caso propone una tragicomedia coral con las actrices con las que ha trabajado a lo largo de su carrera.
Diamanti (Italia/2024). Elenco: Luisa Ranieri, Jasmine Trinca, Stefano Accorsi, Luca Barbarossa, Sara Bosi, Loredana Cannata, Geppi Cucciari, Anna Ferzetti, Aurora Giovinazzo, Nicole Grimaudo, Milena Mancini, Vinicio Marchioni, Paola Minaccioni, Edoardo Purgatori, Carmine Recano, Elena Sofia Ricci, Lunetta Savino, Vanessa Scalera, Carla Signoris, Kasia Smutniak, Mara Venier, Giselda Volodi y Milena Vukotic. Distribuidora: CDI Films. Duración: 135 minutos. Apta para mayores de 13 años. Salas (primera semana): 18.
Con títulos como Hamam: el baño turco (Hamam: il bagno turco, 1997), El último harén (L'ultimo harem, 1999), El hada ignorante (Le fate ignoranti, 2001), La ventana de enfrente (La finestra di fronte, 2003), No basta una vida (Saturno contro, 2007), Un día perfecto (Un giorno perfetto, 2008) y Magnífica presencia (Magnifica presenza, 2012), Ferzan Özpetek ha construido una amplia filmografía en la que las mujeres suelen tener una presencia determinante.
En el principio de Diamanti nos reencontramos con varias de ellas cuando en una almuerzo multitudinario el propio Özpetek les propone la lectura conjunta de un nuevo guion. De allí a la película dentro de la película, ya que nos remontaremos a una sastrería en la Roma de los años '70 manejada, claro, por mujeres, en especial por la implacable Alberta (Luisa Ranieri) y su hermana, la mucho más vulnerable Gabriella (Jasmine Trinca). Junto a ellas, varias empleadas trabajan sobre todo en confeccionar los vestuarios para distintos rodajes cinematográficos (Özpetek se dio el gusto de contar con vestidos originales utilizados por Luchino Visconti en los de El Gatopardo y Ludwig).
La película va y viene en el tiempo (volveremos de a ratos a ver al director con las actrices en la actualidad) y se permite que esos “diamantes” canten y griten y se peleen y se frustren y se reconcilien y se rediman. Los hombres, por su parte, son violentos, representantes del machismo imperante, o bien meros modelos curvilíneos para que las modistas les prueben los trajes. Estamos, por lo tanto, en un autosuficiente universo femenino, ese que se solidariza entre las protagonistas más allá de las dificultades y diferencias intra e intergeneracional, y se rebela contra el patriarcado.
En sus mejores momentos, Özpetek construye dentro del taller verdaderas coreografías con decenas de personajes moviéndose, fluyendo e interactuando dentro del plano. En otros, la película resulta demasiado obvia, estirada, ampulosa, torpe y subrayada, como si todo debiera quedar debidamente explicitado y no quedara margen para la interpretación, para la sugestión ni mucho menos para la imaginación.
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