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Crítica de “Godard, Mon Amour”, de Michel Hazanavicius, con Louis Garrel y Stacy Martin
Louis Garrel interpreta a un Jean-Luc Godard de 37 años (época del rodaje de La chinoise) en esta comedia que parece sobre todo un ajuste de cuentas con uno de los inspiradores de la nouvelle vague.
Godard, Mon Amour (Le Redoutable, Francia-Italia/2017). Dirección: Michel Hazanavicius. Elenco: Louis Garrel, Stacy Martin, Bérénice Bejo y Grégory Gadebois. Guión: Michel Hazanavicius, basado en el libro de memorias de Anne Wiazemsky. Fotografía: Guillaume Schiffman. Edición: Anne-Sophie Bion y Michel Hazanavicius. Distribuidora: CDI Films Duración: 107 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas. Salas: 11 (Cinemark Palermo, Village Recoleta, Village Pilar, BAMA Cine Arte, Lorca, Cinemacity General Paz, Patio Bulrich, Paradiso La Plata, Cines del Centro de Rosario, Cine América de Santa Fe y Showcase Córdoba).
En varias entrevistas recientes el director de la oscarizada El artista y la soporífera La búsqueda habló maravillas de Godard y dijo que todo cineasta le debe algo a JLG. Sin embargo, tras ver Godard mon amour, lo primero que aparece en el horizonte es mucho resentimiento y ganas de burlarse del pasado del ya anciano impulsor de la nouvelle vague. La película está basada en un libro de memorias publicado en 2015 por Anne Wiazemsky, quien fue la protagonista de La chinoise (1967) con menos de 20 años y poco tiempo después se convirtió en la segunda esposa de JLG.
Cabe indicar que la película arranca bien, en un tono leve y lúdico de comedia de enredos con Louis Garrel luciéndose en su personificación de un JLG que parece salido de las primeras películas de Woody Allen y Stacy Martin, como Anne. El fracaso de crítica y público de aquel film emblemático de su etapa maoista, la explosión del Mayo francés y la obsesión del cineasta por entender, acompañar y fomentar aquel espíritu revolucionario conforman el panorama inicial de Godard mon amour.
Lo que podría haber sido una película sobre un personaje y una época en la línea de -digamos- Los amantes regulares se transforma con el correr del relato en un chiste caro (hay mucha reconstrucción de época, efectos visuales, escenas de masas) en una suerte de ajuste de cuentas con la idea de bajarlo del pedestal en el que muchos cinéfilos todavía lo mantienen. Pero la irreverencia es más una postura que una realidad en Godard mon amour.
Hazanavicius cuenta las mismas cosas varias veces (la broma de los anteojos que se le rompen cinco veces, los “halagos” de la gente celebrando cuando hacía películas accesibles, los insultos que recibe en las asambleas de estudiantes y trabajadores, su egocentrismo y altanería), pero lo peor no es solo lo caricaturesco del retrato sino que la mayoría de las escenas no funciona en plan de humor satírico en el que está trabajado. Tampoco son muy lucidos los juegos visuales (las imágenes en negativo) o el chiste de los subtítulos que dicen lo que los personajes no se animan a expresar en los diálogos que se escuchan.
Su enfrentamiento con Cannes en 1968, su pelea con Bernardo Bertolucci, su intento de suicidio, su rompimiento con el cine tradicional, la búsqueda colectiva del grupo Dziga Vertov, su cada vez más fría relación con Anne... Todo en Godard mon amour parece hecho desde -para usar un título godardiano- el desprecio. Un pase de factura de cierto sector del cine francés que, más allá de lo que se piense del cine y de la personalidad de JLG, en pleno 2017 parece un capricho y una torpeza innecesaria.
(Esta reseña se publicó en una versión más reducida en el diario La Nación del 10/5/2018)
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En lo personal nunca tuve demasiada empatía con Godard, solo SIN ALIENTO, VIVIR SU VIDA y ALPHAVILLE me parecen películas sólidas, contundentes. Por lo demás siempre me pareció un snob en pose pedante y revolucionaria (en la película lo definen muy bien en un diálogo "Vos nunca viste un obrero"). Pero la película lo convierte en una caricatura estereotipada, sin profundidad. Se lo presenta en dos pinceladas y es el mismo hasta el final. No hay medias tintas, ni ambiguedad para describir a uno de los líderes de la nouvelle vague, nos guste o no es una figura de esa época. Entre construirle una estatua de mármol y lo que se ve en esta película hay puntos intermedios que hubiese sido interesante explorar. La película solo se deja ver, pero deja gusto a poco.
A mi esta película me pareció todo lo contrario, me parece que funciona como homenaje a este director, y al estilo de la Nouvelle Vaugue, copiando además su estilo formal. Pero no se queda ahí sino que además reflexiona sobre la genialidad de una persona, y el peligro de que esta le juegue en contra, enroscandose tanto que destruye su obra. Algo parecido a lo que hizo Paul Thomas Anderson en "El hilo fantasma". Acá les comparto la crítica que escribí para mi blog "El oscarologo", oscarologo.blogspot.com.ar, donde expongo un poco mas mi idea sobre el tema. http://oscarologo.blogspot.com.ar/2018/05/godard-mon-amour.html