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Crítica de La Paz, de Santiago Loza (Competencia Argentina)
El prolífico, multifacético y siempre interesante director cordobés regresa al BAFICI con el retrato de un personaje herido desde lo emocional que intenta encontrar su lugar en el mundo.
Ficha técnica:
La Paz
Guión y dirección: Santiago Loza
Origen: Argentina
Año: 2013
Formato: DCP
Color
Duración: 73 minutos
Reparto: Lisandro Rodríguez, Andrea Strenitz, Fidelia Batallanos Michel, Ricardo Félix, Beatriz Bernabé.
Fotografía: Iván Fund
Edición: Valeria Otheguy, Lorena Moriconi
Dirección de arte: Adrián Suárez
Sonido: Leandro de Loredo
Música: Javier Ntaca
Producción: Iván Eibuszyc, Santiago Loza
Producción ejecutiva: Iván Eibuszyc
Productoras: Frutacine, Morocha Films, Tres Sonido, Alta Definición Argentina
Sobre el director: Nacido en Córdoba en 1971, estudió en la ENERC y en la Escuela Municipal de Artes Dramáticas. Su primer largometraje, Extraño, ganó la Competencia Argentina en el BAFICI 2003. Luego dirigió, entre otros, Ártico (2008), Rosa patria (premiado en el BAFICI 2009) y Los labios (con Iván Fund; premiado en el BAFICI 2010).
Liso (Lisandro Rodríguez) es un joven de clase media-alta que en la primera escena de la película sale de una internación, aparentemente de un neuropsiquiátrico. Este personaje border (está medicado y mantiene un muy delicado equilibrio emocional) tiene una madre dominante y un padre casi ausente, pero él parece estar bastante más cómodo con Sonia, la empleada doméstica de origen boliviano que trabaja en su casa; y con su abuela, con quien comparte largos paseos en moto. Intenta también conectarse afectivamente (con una ex pareja) y sexualmente (con una prostituta), pero en su interior no puede alcanzar “la paz” del título. Sólo le quedará, por lo tanto, estallar y huir (no conviene develar detalles de lo que ocurre en la segunda mitad).
Loza apuesta una vez más por un cine austero, por momentos casi minimalista, para construir un melodrama de cámara, intimista, atmosférico, en el que las imágenes (observaciones) y los pequeños gestos adquieren más valor que la palabra (los diálogos son más bien escasos).
La cámara atenta y precisa de Iván Fund, y -claro- la rigurosa puesta en escena del director, nos permiten seguir el derrotero interno y externo de Liso. Loza lo retrata con honestidad y respeto, quizás por momentos con un poco de sequedad y frialdad (el realizador jamás cae en la demagogia, el subrayado o el exceso), pero incluso en su contención y pudor el film ofrece algunos momentos en los que surgen ciertos rasgos de alegría y de genuina emoción.
Trailer del film:
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En cuanto al desarrollo narrativo la lentitud me parece excesiva. Aunque puede ser discutible que tal ritmo guarde relación con el cuadro psicológico del protagonista; es decir, al parecer el desplazamiento pausado de la cámara hace alusión a los procesos mentales (tardíos) de Liso. No está mal la utilización de tal recurso, sin embargo, no es necesario tanto énfasis en algunas escenas. Los personajes están trabajados de manera sensata: por un lado tanto el padre (ausente y con rasgos machistas) como la madre (sobreprotectora y emocionalmente explosiva) representan de forma espléndida las peculiaridades recurrentes en una familia disfuncional; por otro lado la doméstica (una inmigrante cuyo tratamiento cariñoso es desmesurado), la abuela (que expresa mucha comprensión hacia el nieto, sobre todo por los viajes en moto), la exnovia (quizás el personaje más hostil, aunque las razones de dicha actitud son desconocidas) y, por último, la prostituta (poseedora de cualidades retóricas extrañas) representan las desigualdades y problemáticas de una sociedad como la occidental/latinoamericana. El punto más álgido del largometraje probablemente es la escena de la prostituta y Liso. Luego del acto sexual éste cae en una profunda depresión... se muestra introvertido y neurótico: rostro sin máscaras de una enfermedad. Además el coloquio postcoito entre ambos tiene una carga filosófica muy interesante que valdría la pena debatir. La escena de los disparos es quizás la más conmovedora y curiosamente parece ser el "clímax" del filme. No obstante, no lo es del todo, puesto que desde la escena de la práctica de tiro (al comienzo) es predecible algún suceso violento en el futuro. La escena final de los niños frente al profesor es muy peculiar. El "salón de clases" no es más que el reflejo de una pésima educación escolar: improvisada, desprotegida y rodeada de cuestiones vertiginosas. En definitiva, una película de angustias y sudores. José Andrés Yanez (Caracas, Venezuela).
<p>sencilla y profunda, muestra una genuina sensibilidad de las vivencias que les toca pasar hoy a los chicos en sus vuelos hacia la gran sociedad, sobreviviendo el desprendimiento de la densidad tormentosa de los vínculos primarios.<br />dulce,..preciosa.. Dedico estos pensamientos a Emiliano, que ojalá,.. encuentre su Paz...<br />Gracias chicos por esta película.</p>