Festivales
Críticas de Competencia Oficial: “O corno”, de Jaione Camborda; y “L´île rouge”, de Robin Campillo - #71SSIFF
Cerramos la cobertura de la sección principal de esta 71ª edición con dos muy valiosos aportes del cine europeo curiosamente ambientados en ambos casos a principios de los años '70.
O corno (España-Portugal-Bélgica/2023). Guion y dirección: Jaione Camborda Coll. Elenco: Janet Novás, Siobhan Fernandes, Carla Rivas, Daniela Hernán Marchán, María Lado, Julia Gómez, José Navarro, Nuria Lestegás, Diego Anido. Fotografía: Rui Poças. Edición: Cristóbal Fernández. Música: Camilo Sanabria. Duración: 103 minutos. En Competencia Oficial.
En la Galicia rural de comienzos de la década de 1970, María practica abortos y partos naturales. Esto, la naturaleza, atraviesa el grueso de O corno, en la que la huida de la protagonista supone a la vez un viaje por la fisicidad de los cuerpos y del paisaje.
La primera parte de la película resulta deslumbrante precisamente por la manera que tiene la directora, Jaione Camborda, de capturar lo táctil, lo corpóreo, lo matérico: desde la tierra mojada al agua que corre, pero sobre todo al cuerpo femenino en el momento del parto, desde el sudor, el dolor, y la fuerza. Todo esto aparece en pantalla.
A partir de aquí, sucede el viaje. María se va, cruzando el bosque, buscando ayuda de otras mujeres, intentando cruzar hasta Portugal. Las trazas narrativas van evidenciándose, y quizá por momentos se pierde algo de esa fisicidad primitiva que envuelve la primera parte de la película. Ahora bien, es aquí cuando resuenan de fondo los ecos de un contexto histórico que aparece pertinentemente en fuera de campo: el de la España de 1971, con el franquismo tocando a su fin.
Película capicúa, O corno puede resultar algo irregular, pero profundamente fascinante cuando se despoja de discurso y simplemente se fija en la tierra y en los cuerpos.
L'île rouge / Red Island / La isla roja (Francia-Bélgica/2023). Guion y dirección: Robin Campillo. Elenco: Nadia Tereszkiewicz y Quim Gutiérrez. Fotografía: Jeanne Lapoirie. Edición: Robin Campillo, Anita Roth y Stéphanie Léger. Música: Arnaud Rebotini. Duración: 116 minutos. En Competencia Oficial.
Han pasado seis años desde que Robin Campillo se alzó con el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes por 120 pulsaciones por minuto. Aquella película ilustraba las reivindicaciones del colectivo Act Up en dos tiempos: el del fulgor reivindicativo de los cuerpos en lucha y el del declive físico a causa del SIDA. Con sus problemas (una cierta afectación y la caída en ciertos lugares comunes de la representación de las personas con el virus), aquel film resultaba interesante en su retrato histórico del activismo francés.
Con L’île rouge, Campillo va un poco más atrás en el tiempo y en la historia de su país, en concreto, a comienzos de los años '70, en Madagasdar. La isla se ha independizado de Francia y los últimos militares galos están a punto de dejar el lugar. Entre ellos, está el padre de Thomas, un chico que pasa los días jugando con una amiga, cotilleando a los adultos o imaginando el cómic de superheroínas que está leyendo. El joven protagonista viene a ser una suerte de alter ego del propio Campillo, que recuerda su infancia en la isla africana.
La película se presenta entonces ligada al punto de vista del niño ya desde el comienzo, cuando vemos la recreación de una escena del cómic o cuando él espía los besos apasionados de una joven pareja llegada al lugar. A través de Thomas, L’île rouge retrata de manera fragmentada el mundo de los adultos, con sus deseos y sus miedos.
La arbitrariedad con la que Campillo abandona ese punto de vista para dejarse llevar por otros personajes resulta sumamente desconcertante. Como 120 pulsaciones por minutos, podemos pensar que se trata de establecer dos ejes: el de los colonos y el de los autóctonos. La pregunta es si era realmente necesario mostrar lo que sucede en las calles de Madagascar; o si quizá se podía confiar en un fuera de campo que se insinúa durante toda la película: el de la convulsa situación de la isla, que en 1975 sufriría un golpe de estado. La película revela más de aquel momento cuando simplemente deja entrever la valla que separa la base militar de las calles de Madagascar, o cuando muestra primero el beso furtivo de dos amantes blancos y luego los cariños de una pareja interracial.
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