Festivales

Crónica de un festival agitado

Por Jaime Menchén López, desde Morelia
Entre películas de directores consagrados (Sofia Coppola, Apichatpong Weerasethakul, Alejandro González Iñárritu, Abbas Kiarostami, Olivier Assayas), un amplio panorama del cine mexicano (triunfó Las marimbas del infierno, film rodado en Guatemala por Julio Hernández Cordón) e invitados ilustres (Terry Gilliam, Quentin Tarantino, Javier Bardem, Fernando Trueba, Diego Luna y Doris Dörrie), se desarrolló entre el 16 y el 24 de octubre la 8ª edición del FICM. A continuación, un amplio balance de uno de los festivales latinoamericanos más importantes del calendario anual.
Publicada el 30/11/-0001
El de Morelia es un festival impresionante en cifras y capacidad de convocatoria. Ubicado a unos 300 kilómetros al noroeste de Ciudad de México, el certamen comenzó en 2003 con Barbet Schroeder, Werner Herzog y Fernando Vallejo como invitados especiales, y no ha dejado de crecer desde entonces, incrementando sus secciones a concurso (en 2007 estrenó la sección de largometraje, que ganó ¿Dónde están sus historias?, de Nicolás Pereda) y su proyección mediática, con amplia cobertura nacional e importantes menciones a nivel internacional. Está incluido en el listado de IndieWire de 50 festivales de cine del mundo que merece la pena visitar.

El festival se divide entre una selección del mejor cine a nivel mundial, con estrenos en México de películas que han pasado por otros festivales, y el apartado competitivo, conformado exclusivamente con producción nacional, incluso con una sección dedicada a creadores de Michoacán, estado donde se encuentra Morelia. Así, el certamen busca el equilibrio entre lo que supone un lugar de encuentro cinéfilo con obras ya reconocidas o de autores distinguidos, y la pura promoción de nuevos valores mexicanos (en largometraje sólo figuran primeras o segundas películas de sus realizadores).

La internacionalización se refuerza con la selección de los invitados especiales, uno de los aspectos más populares de Morelia, que contó con Quentin Tarantino y Terry Gilliam, ex Monty Python del que se exhibió una retrospectiva completa. Gilliam estaría durante todo el festival, protagonizando un encuentro con el público, pero no fue el único nombre propio durante los 9 días que duró el certamen; para la película de apertura, Biutiful, seleccionada por México para la nominación a los Óscar de Hollywood, acudieron sus principales responsables: Alejandro González Iñárritu, Javier Bardem y Maricel Álvarez, lo mismo que con la presentación del proyecto Revolución, conjunto de 10 cortos de algunos de los más destacados realizadores mexicanos, que contó con, entre otros, Diego Luna o Carlos Reygadas.

A lo largo de la semana habría guiños al público mexicano, con la presencia de Damián Alcázar, popularísmo interpréte al que recientemente se pudo ver en El infierno, de Luis Estrada, o Danny Trejo, protagonista de Machete, film de Robert Rodriguez, y Ethan Maniquis, que igualmente fue exhibido en Morelia. Hubo además sorpresas, como la llegada inesperada de Tarantino, que apareció como espectador el miércoles, permaneciendo hasta el final del festival. Doris Dörrie, que acudía con La peluquera, o Fernando Trueba, con El baile de la Victoria, serían otros de los rostros que se dejaron ver por la capital michoacana.

Si las cifras y el poder de convocatoria de Morelia impresionan, el entorno es muy adecuado para un festival de cine: ciudad de mediano tamaño de acuerdo a los parámetros mexicanos (unos 700.000 habitantes), declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, destaca por su impresionante arquitectura colonial y muy especialmente por el encantador rincón en el que se encuentra el epicentro del festival: el Jardín de las Rosas, una arbolada plazuela rectangular rodeada de edificios históricos, llena de cafés y terrazas, al final de la cual se halla el Cinépolis Morelia Centro, donde se realizan las proyecciones más importantes.

Otras sedes son también excepcionales: el Teatro José Rubén Romero, donde se desarrollan las ruedas de prensa, parte de un antiguo monasterio, el Aula Máter de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, pequeña sala en la que se proyectaban de forma gratuita programas oficiales de cortometrajes o documentales, entre dos hermosos claustros, o la pantalla al aire libre que se situaba a los pies de la imponente catedral, de acceso libre, en la animada plaza Benito Júarez, centro neurálgico de la ciudad, flanqueada de edificios señoriales y altos soportales de piedra.
Apertura y clausura

En la programación fuera de concurso brillaban de inmediato las películas de apertura y de clausura, ejemplo de la capacidad programativa de Morelia: la primera, la ya mentada Biutiful, de Alejandro González Iñárritu, con presencia de sus protagonistas; la segunda, la ganadora del León de Oro en la Mostra de Venecia 2010, Somewhere, de Sofia Coppola, con Stephen Dorff y Elle Fanning.

Sin embargo, con la proyección de Biutiful se revelaron las primeros problemas organizativos: era un estreno que había logrado una enorme repercusión en los medios mexicanos, pero no aparecía en ninguna parte del programa de mano ni en taquilla, como si no formara parte del festival. No se especificaba dónde era el estreno y tras preguntar varias veces me indicaron que el acceso era sólo por invitación, sin que existiera otra posibilidad (se hizo una función de prensa aquella misma mañana, de la que no había recibido notificación).

El primer sábado, al margen de lo puramente institucional, como la develación de una placa por parte de Terry Gilliam y González Iñárritu o la alfombra roja con los protagonistas de Biutiful, era muy escaso en oferta cinematográfica, agravado por la falta de información sobre la forma de acceder a la película de apertura, que pareció preparada para unos pocos. No era un inicio muy brillante en un día que debía haber sido uno de los destacados (en ese sentido, parece más razonable la postura de Locarno de iniciar el festival a mitad de semana y tenerlo a plena marcha cuando llega el sábado), y el público se veía obligado a conformarse con las pocas funciones y el rápido aprovisionamiento de boletos para los días siguientes.

Esta sería la primera de varias cuestiones de organización que enturbiarian lo que en muchos otros aspectos es un festival muy notable. El problema era a menudo de información: ya el domingo estaban todos los boletos vendidos para la película de clausura, Somewhere, y todavía el miércoles se aseguraba que no habría más funciones (tampoco ninguna para la prensa). Entre aquel día y el sábado se amplió el número de funciones y se habilitó una función de prensa sin que hubiera aviso en otro lugar que en el mismo cine. Para los que estuvieran fuera de la ciudad, de poco servía la medida: el sábado de nuevo todo vendido.

Largometraje mexicano

El palmarés en la sección de largometraje mexicano, decidido por un jurado compuesto por el crítico estadounidense Scott Foundas, la cineasta argentina Lucrecia Martel y el holandés Gerwin Tamsma, programador del Festival de Cine de Rotterdam, se resolvió con Premio a la Mejor Película para Las marimbas del infierno, coproducción entre Francia, México y Guatemala dirigida por Julio Hernández Cordón, y que había recibido el galardón del públicoy el premio del jurado poco antes en Valdivia. Asimismo, decidió otorgar una Mención Especial a Tierra Madre, del estadounidense Dylan Verrechia.

Las marimbas del infierno fue una de las dos películas que no pude ver de esta sección (la otra fue Acorazado, que se llevó el Premio del Público), pero parece que el galardón ha despertado unanimidad, tratándose de una película pequeña rodada en un país con muy escasa producción cinematográfica, Guatemala.

No me convence en cambio la Mención Especial a Tierra Madre, films sobre una mujer que para criar a su hija debe entrar en la prostitución y posteriormente se empareja con una persona de su mismo sexo. El film se basa en una historia real, tomando a muchos de sus protagonistas como actores, empezando por la mujer cuya historia vertebra la película, Aidée González. Ella y su personalidad son muy interesantes, pero el largometraje se desarrolla de forma artificiosa, confundiendo naturalidad con improvisación, dando a veces la impresión de un reality hecho para televisión, adornado de forma inadecuada con música de Nortec Collective.

No se llevó premio la película que más me gustó, A tiro de piedra, de Sebastián Hiriart, relato del viaje que realiza un joven pastor de un pequeño pueblo mexicano hasta EE.UU., en busca de un paisaje visto en un llavero. La descripción del protagonista, interpretado por Gabino Rodríguez, es ejemplar, como lo es el ritmo de la narración y la destilación de su periplo por escenarios naturales y humanos. Si tuviera que ponerle un "pero", sería un final innecesariamente explícito, que rompe algo de la magia del relato. El film consiguió una mención especial en la sección Horizontes Latinos de Donosti / San Sebastián.

También me resultó interesante, aunque algo alargada, la propuesta de Elisa Miller, Vete más lejos, Alicia, retrato de una chica de 19 años, Sofía Espinosa, que desde México llega a Calafate, en el extremo sur de Argentina. Muestra la confusión de la joven en su viaje, conversaciones con amigas o familiares, así como un breve encuentro con un joven argentino, en medio de sugerentes imágenes de los lugares por los que pasa. Sin demasiadas pretensiones, me parece en general un experimento curioso. Las expectativas ante el trabajo de Miller eran altas, después de que la realizadora obtuviera la Palma de Oro al mejor cortometraje en el Festival de Cannes en 2007, con una obra que precisamente había sido antes premiada en Morelia: Ver llover; pero la prensa local no semeja haber apreciado el filme, al que reprocha su carácter improvisatorio.

En cambio, me pareció fallida la cinta de ciencia ficción De día y de noche, de Alejandro Molina, un cuento al que le cuesta ir más allá de su relativamente ingenioso punto de partida (debido a la superpoblación, se hace que los humanos se organicen en turnos de día o de noche, no pudiendo despertar cuando no les corresponde), con referencias demasiado explícitas (THX 1138, La fuga de Logan) y una total ausencia de emoción.

Tampoco me gustó Somos lo que hay, de Jorge Michel Grau, involuntariamente cómico relato de terror sobre una familia caníbal en la Ciudad de México. Una puesta en escena correcta y notables actuaciones no impiden que la película caiga en el ridículo por la sucesión de improbabilidades y circunstancias inverosímiles. Sin embargo, fue muy aplaudida por los espectadores que llenaron la sala en su presentación, y pensé que tenía posibilidades para el Premio del Público. Se trata de un film controvertido, que lleva ya una larga lista de festivales y tiene fecha de estreno en EE.UU.

Cortometraje mexicano

A menudo, lo más interesante de los festivales ocurre fuera de la programación oficial, o al menos no en el campo al que se le dedica mayor atención. Sabía del renombre que en Morelia tiene la sección de cortos mexicanos, pero no esperaba el alto nivel que contemplé en varios de los programas y que creo que no se ha visto correspondido en el palmarés.

El jurado, compuesto por el cineasta argentino Pablo Fendrik, el finés Jukka-Pekka Laakso, programador del Festival de Cine de Tampere (Finlandia) y el crítico francés Charles Tesson, otorgó el Premio al Mejor Cortometraje de Ficción a La mina de oro, de Jacques Bonnavent, el Premio al Mejor Cortometraje de Animación a Ponkina, de Beatriz Herrera, y dedicó una Mención Especial a Busco Empleo, de Francisco Valle. El Premio Especial Studio 5 de Mayo fue a parar a El venado y la niebla, de Miguel Ángel Ventura.

La mina de oro parte de una relación a distancia a través de internet, entre dos personas de mediana edad. Ella, interpretada por Pamela Woolrich, lo dejará todo para irse con él, que vive en un lugar remoto. Cuando llega allí resulta que el hombre ha muerto, pero, convencida por la hospitalaria familia, decidirá quedarse. Con esto cuento sólo el punto de partida de una historia imprevisible, muy bien construida. Se trata de un buen corto, pero, en comparación con otros que he visto, me parece demasiado sujeto a su juego de imprevistos, sin una realización especialmente destacable.

Entiendo la Mención Especial a Busco empleo como un homenaje a su realizador, fallecido hace 4 meses. Es un corto divertido, pero algo tópico, con claves mil veces vistas en series de televisión.

De los muchos que ví, 29, de Carlos Armella, Firmes, de Yordi Capó o Recto recto gancho, de Santiago Maza, me parecieron destacables. El último canto del pájaro Cú, de Alonso Ruizpalacios, y El vacío, de Abraham López, muy notables; el primero, sobre un hombre moribundo en la cama del hospital, que recuerda algunos sucesos de su infancia al tiempo que lamenta no haber visto el mar; el segundo, una poética y muy bien narrada relación entre tres jóvenes, dos hermanas y un médico, en un pequeño pueblo, con imágenes sugerentes y buenas interpretaciones.

Pero el punto en el que estoy más en desacuerdo es en el de animación. El jurado premió la animación  tradicional de Ponkina, que apela a la nostalgia a través de trazos infantiles propios de otra época. Me parece mucho más meritorio el cuidadoso trabajo de Martyris, de Luis Felipe Hernández Alanís, y más original y atractivo el toque indie de Paula Assadourian en Tugging Hearts o La ligera presión de un pensamiento.

De acuerdo con el galardón a El venado y la niebla, de Miguel Ángel Ventura, rodado en un poblado en Yucatán, en lengua indigena, que indica las posabilidades de recurrir al folclore local para construir historias dramáticas y de gran atractivo visual. Lástima que las copias exhibidas no fueran de buena calidad, ya que se intuye un cuidadoso trabajo de puesta en escena.

Sección de documental mexicano y michoacana

En documental, el jurado formado por el estadounidense David Courier, programador del Festival de Sundance, su compatriota Dennis Lim, crítico y editor, y el cineasta inglés Gideon Koppel, concedió el Premio al Mejor Cortometraje Documental Mexicano a Carne que recuerda, de Dalia Huerta Cano, y el de Mejor Largometraje Documental Mexicano a El varal, de la española Marta Ferrer.

El varal retrata un pueblo en el que muchos de los hombres se han marchado a EE.UU., cruzando la frontera de manera ilegal. Marta Ferrer capta convincentemente el quehacer cotidiano de las familias y los jóvenes que permanecen, siempre con el fantasma de la emigración de fondo, equilibrando la narración con detalles costumbristas y estampas del paisaje. Tal vez un poco moroso en su descripción, la mayor virtud del documental es lo que parece una genuina integración del equipo de realización en la vida de la comunidad, logrando retratarla con naturalidad.

En Carne que recuerda se premia la originalidad de una propuesta centrado en los cambios físicos de 9 personas por motivos accidentales o voluntarios. Delia Huerta no muestra nunca el rostro de los implicados, sólo la parte del cuerpo sometida a transformación (la quemadura de un antebrazo, el tatuaje sobre una espalda, el pie de un trabajador que sufrió un electrocutamiento, etc), y su entorno, mientras sus voces en off explican sus sensaciones. Hasta donde alcance a ver (no pude contemplar el corto íntegro por problemas de horarios y boletos), se trata de un meticuloso trabajo de exploración del cuerpo humano, con un atractivo uso del stop motion.

Lamentablemente, me perdí Amaren Ideia (La idea de mi madre), de Maider Oleaga, documental que recibió el Premio al Mejor Trabajo de la Sección Michoacana. Narra la visita al País Vasco que realizan tres ancianos que tuvieron que escapar de España a causa de la Guerra Civil, en 1937,  establecidos desde entonces en México. El jurado formado por el español Ángel-Santos Garcés Constante, director del Festival Internacional de Cine de Huesca, y los mexicanos Cristina Prado Arias, del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), y Gustavo Sánchez Parra, actor, le concedieron el premio "por la recuperación de los testimonios de los personajes tratados desde una óptica humanista, y por el uso acertado de archivos fotográficos y fílmicos insertados en la historia".

Fuera de concurso

Uno de los aspectos más destacados de Morelia es su relación con la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, por la que se trae a la capital michoacana una selección de títulos vistos en aquella. Así, se pudo contemplar la delirante Sound of Noise, de Ola Simonsson y Johannes Stjärne Nilsson, producción sueca sobre un grupo de terroristas que pretenden utilizar una ciudad como instrumento musical; la celebrada Armadillo, de Janus Metz, falso documental que sigue a dos soldados daneses en Alfganistán, la estadounidense The Myth of the American Sleepover, de David Robert Mitchell, relato de iniciación localizado en Detroit, y Copacaba, del francés Marc Fitoussi, protagonizada por Isabelle Huppert, en torno a una madre que trata de recuperar el respeto de su hija.

Entre los estrenos internacionales, destacaron varios títulos galardonados en la última edición del Festival de Cannes: El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas, de Apichatpong Weerasethakul, Palma de Oro, Copie Conforme, de Abbas Kiarostami, con Premio a la Mejor Actriz para Juliette Binoche, y Un hombre que llora, de Mahamat-Saleh Haroun, Premio del Jurado.

Y más: cintas vistas en Sundance (The Imperialists Are Still Alive!, de Zeine Durra), en Berlín (la inane Greenberg, de Noah Baumbach), de nuevo en Cannes (Bright Star, de Jane Campion, Martes, después de Navidad, de Radu Muntean, La princesa de Montpensier, de Bertrand Tavernier, Conocerás al hombre de tus sueños, de Woody Allen), en Telluride (Tamara Drewe, de Stephen Frears) o en San Sebastián (Contracorriente, de Javier Fuentes-León, Yo también, de Álvaro Pastor y Antonio Naharro).

A todo esto se une la retrospectiva dedicada al cineasta, antes crítico de cine, Olivier Assayas, autor de Demonlover (2002), Clean (2004) o la reciente Las horas del verano (2008), y de quien se traía la miniseria Carlos, emitida de una sola vez (5 horas y media), sobre el terrorista Ilich Ramírez Sánchez.

También México tenía su protagonismo, con un programa conformado con una selección de películas preferidas del fallecido escritor Carlos Monsiváis, un ciclo con copias personales de Quentin Tarantino, entre las que se incluye la trilogía sobre la revolución mexicana de Sergio Corbucci, o la presentación de un placa homenaje a los Hermanos Alva, pioneros en el desarrollo de la exhibición cinematográfica en el Estado de Michoacán.

Aún con todo y esto, me dejo secciones paralelas, documentales internacionales, ciclo de cine mudo presentado por Serge Bromberg, etc.

Luces y sombras

La fuerza de la programación y de los artistas que el Festival trae hasta la ciudad mexicana es incontestable, y el muestrario de cine nacional e internacional revela un enorme esfuerzo por parte de los organizadores. Por ello es una pena que en ocasiones no se corresponda con unas instalaciones y una organización adecuadas para hacer frente a los visitantes.

Excelentes ideas como la pantalla al aire libre en una de las plazas centrales se revelan insuficientes cuando no se apagan las luces circundantes (caso de la proyección de Las aventuras del Barón Munchausen, de Terry Gilliam, el martes), con lo que muchas de las escenas no se ven con nitidez; o, mucho peor, cuando cerca de la carpa se coloca una banda callejera de tambores y, después, a unos 20 metros de la última fila de asientos, se sitúa el perímetro desde el que se lanzan fuegos artificiales (caso de la proyección de los cortos y documentales ganadores, el sábado), con lo que la contemplación de las obras resulta muy deficiente.

Estos son detalles que, junto con la dificultad para comprar boletos para algunas sesiones y la falta de información completa a profesionales, impiden disfrutar completamente de una oferta cinematográfica de primer orden.

+ info en el sitio oficial del festival: http://www.moreliafilmfest.com/

Seguinos en Facebook aquí

Seguinos en Twitter aquí

Suscribite a nuestro RSS (feeds) aquí

COMENTARIOS

  • 28/10/2010 21:25

    La verdad es que yo tampoco conozco muy bien el panorama de festivales mexicanos, diría que el de Guadalajara es el más importante, con 25 años de historia, y el de Morelia parece estar postulándose como su principal competidor, aunque todavía tiene que definir algunas cosas (la sección a competición de Guadalajara está orientada a toda Latinoamérica, mientras que la de Morelia sólo a México, y hasta hace poco únicamente a cortos y documentales).<br /> <br /> Me da en general la impresión de que el de Morelia, al igual que el Ficunam y tantos festivales (aunque muchos especializados) que fructifican a lo largo del país, tiene una función clara de escaparate de lo que se cuece en el mundo, y también da una oportunidad extra a la producción nacional, ya que la distribución cinematográfica convencional en México es muy limitada, y de otra forma no hay oportunidad de ver muchos de los títulos que han triunfado en festivales.<br /> <br /> Morelia sí tiene una labor de complemento al de Guadalajara, con muchos puntos en común (presupuestos parecidos, premios monetarios que ayudan a sus creadores), incluso con obras que compiten en ambos festivales. El tiempo y la manera en que se desarrollen indicarán si son compatibles. De momento parece que hay público e interés para que subsistan ambos.

  • 28/10/2010 20:32

    Morelia, Guadalajara, Ficunam, etc etc ¿cuántos festivales grandes tiene México? ¿Tiene sentido? ¿Le sirve semejante dispersión a las películas mexicanas? ya sé que es un país enorme, pero igual. No conozco tanto el panorama mexciano, pero si alguien puede explicar cómo funciona...

  • 27/10/2010 16:05

    martina: algunas cosas de Morelia -y también de Valdivia- van a llegar al BAFICI.<br /> <br /> Con respecto a tu consulta, compartí en Valdivia jurado con Maximiliano Cruz, que será junto al amigo Roger Alan Koza programadores del FICUNAM, el festival que organizará la UNAM en el DF en febrero próximo, y que tiene como objetivo cubrir el hueco que dejó el FICCO.<br /> <br /> Saludos

  • 26/10/2010 20:06

    Uaaau, que informe, quedé agotada al leerlo todo. Habrá que ver si llega algo de todo eso al BAFICI<br /> <br /> ¿Saben algo de un nuevo festival en el DF para reemplazar al desaparecido FICCO?<br /> <br /> SALUDOS A TODOS

DEJÁ TU COMENTARIO


FESTIVALES ANTERIORES


Festival de Cannes 2025: Top 5 (en video)
Diego Batlle

Diego Batlle elige a las nuevas películas de Richard Linklater, Jafar Panahi, Kleber Mendonça Filho, Kelly Reichardt y Nadav Lapid como sus favoritas de este año.

LEER MÁS
Podcast Festivales: Desde Cannes 2025 - Episodio 7. Palmarés, balance y películas favoritas
Diego Batlle y Manu Yáñez, desde Cannes

En el cierre de la cobertura Diego Batlle y Manu Yáñez analizan el palmarés título por título, lo nuevo de Kelly Reichardt, Nadav Lapid, Christian Petzold y Lav Diaz, entre otros films, y hacen un balance general de esta edición 78.

LEER MÁS
Festival de Cannes 2025: Todas las películas y nuestras críticas
Diego Batlle, desde Cannes, y Ezequiel Boetti

-La sección oficial de la 78ª edición a realizarse entre el martes 13 y el sábado 24 de mayo consta de 73 largometrajes, a los que hay que sumarles los títulos de Cannes Classics (clásicos restaurados y documentales sobre cine) y Cinéma de la Plage (proyecciones públicas al aire libre).
-Además, se proyectarán los 39 largos de las tres secciones paralelas e independientes: Quincena de Cineastas, Semana de la Crítica y ACID.
-La oferta se completa con las distintas competencias y programas de cortos que hay en todos los apartados.
-En este espacio iremos sumando links a todas las reseñas publicadas durante la cobertura del festival. Ya hay 64 disponibles.

LEER MÁS
Festival de Cannes 2025: crítica de “Sorry, Baby”, película de y con Eva Victor (Quincena de Cineastas)
Diego Batlle, desde Cannes

La Quinzaine eligió como film de cierre esta ópera prima que ya había tenido buena recepción en el Festival de Sundance, donde ganó el premio a Mejor Guion.

LEER MÁS