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Raza en vías de extinción

En la notable El padre de mis hijos, la realizadora Mia Hansen-Løve describe la decadencia de un productor de películas de autor y explora la progresiva crisis del viejo modelo de cine de arte.
Publicada el 04/05/2010
Más allá de la historia real que encendió en Mia Hansen-Løve la idea de hacer con ella una película, creo que El padre de mis hijos trasciende largamente esa anécdota al interrogarse sobre la (¿imaginable? ¿temible?) extinción de un cierto tipo de productor cinematográfico. No es sólo que Hansen-Løve evitó mirar su propio ombligo y seguir engrosando la extensísima lista de películas que se ocupan de la soledad del cineasta incomprendido frente a un mundo rapaz y prosaico; y más valorable aun: no se ocupó de mirar un genérico como es el de "los productores de cine", sino que decidió mirar la clase de personas que hacen posibles esas películas.

Es que en El padre de mis hijos (¿cuáles hijos? ¿los reales? ¿las películas?), el productor Grégoire está en las antípodas de quien releva opciones de éxito y fracaso, no elige los proyectos en función de la factibilidad ni deja de acompañar o proyectar a aquellos artistas que siente que deben ser impulsados. Es cierto que las deudas parecieran devorarlo, que la realidad pareciera ir encerrándolo, aunque él se empeñe en disociar su vida familiar de su vida privada, tratando de alejar a su mujer y sus hijas de ese complejo entramado que luego de veinte años de trabajo ya no sabe cómo desanudar. Podría haber continuado el afán del progreso económico de sus hermanos y que viene de una familia acomodada, pero eligió ayudar a hacer cierto tipo de películas, porque para Grégoire hacer películas es un acto de nobleza, un gesto que imagina un mundo (y por tanto, un cine) mejor, y -en ese sentido- su catálogo de títulos será su biografía autorizada.

Moviéndose en una estructura dramática compleja -que instala un punto de vista fijo sobre un personaje casi excluyente, para luego hacerla estallar, fragmentándolo en varios focos de atención-, Hansen-Løve convierte a su personaje en una especie en vías de desaparición. Y, si bien se basa en ciertos rasgos de Humbert Balsam, al mismo tiempo Grégoire se inscribe en una tradición o en un linaje que contempla -por citar a unos pocos- a Serge Silberman, Anatole Dauman o Marin Karmitz. Grégoire visita con su esposa y sus hijos castillos de los templarios -esos expertos en finanzas a los que él no consigue imitar- y antiguas construcciones en Ravenna, como un modo de instruirlos en un mundo pasado pero presente, que vale la pena seguir conservando, como el oficio que el eligió y de la manera en que eligió hacerlo.

Algo de esa tradición pareciera extinguirse irremediablemente junto con los cambios en el mundo el cine, como le dice el cineasta sueco a la esposa, hacia el final de la película, o como se lo hace notar el nuevo responsable del laboratorio con el que Grégoire ha trabajado desde hace dos décadas, y que ahora dejó de ser una empresa familiar para volverse transnacional, y sus nuevos dueños ya no saben quién es este señor que hace películas y les debe tanto dinero.

Justamente la familia, esa otra parte que Grégoire buscó preservar, aislándola de los problemas cotidianos de su trabajo, es la que lo va a continuar, quizás tratando de ver si pueden hacerse cargo de las películas que quedaron a mitad de camino -aunque parezca que su mujer fracasa en el intento- o quizás con esa hija enamorada de un joven cineasta al que su padre seguramente hubiera tratado de ayudar a filmar.

Para Hansen-Løve, junto con ese "modelo" de productor pareciera que también se extingue un cierto tipo de cine, entendiendo que ese amor por el cine es el rasgo incondicional que lo hace posible, lo que permite la pervivencia de un arte en el tiempo.

COMENTARIOS

  • 9/05/2010 10:38

    La de Hansen Love es una gran película, lamento que aquí no haya funcionado del todo bien (creo que se cayó mucho en su segunda semana y la sacaron de casi todas las salas),<br /> <br /> Es un filme triste, demoledor, profundamente melancólico, desgarrador porque como idice Sergio describe el fin de un modelo de una forma de entender, sentir y hasta financiar el cine. Hoy son los banqueros, los popes de los festivales, los grupos de inversion, los fondos de ayuda, los que van moldeando el cine de arte o de autor que se hace. Ya no quedan locos como Balsam.<br /> <br /> La anterior de Hansen Love Tout est pardonné tambien era una gran peli, esta chica tiene un futuro enorme.<br /> <br /> ¿Sergio seguís en el bafici?

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