Críticas

La profesión de Irina Palm, de Sam Garbarski

Se les fue la mano

La mítica Marianne Faithfull encarna a una abuela que, despesperada por conseguir dinero para ayudar a salvar a su nieto, acepta masturbar clientes en un sex-shop. Lo que empieza como una comedia social británica en la línea de The Full Monty: A todo o nada se desbarranca hacia el maniqueismo y el miserabilismo.
Estreno 25/09/2008
Publicada el 30/11/-0001
Calificación: ** (Máximo: *****)

La profesión de Irina Palm (Irina Palm, Gran Bretaña, Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Francia/2007). Dirección: Sam Garbarski. Con Marianne Faithfull, Miki Manojlovic, Kevin Bishop y Siobhan Hewlett. Guión: Martin Herron, Philippe Blasband y Sam Garbarski. Fotografía: Christophe Beaucarne. Música: Ghinzu. Edición: Ludo Troch. Diseño de producción: Véronique Sacrez. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 107 minutos. Salas: 11. Producción mayoritariamente belga (pero coproducida por otros cuatro países europeos), dirigida por el alemán Sam Garbarski y ambientada en el Soho londinense, esta tragicomedia bastante torpe y demagógica narra las desventuras de Maggie/Irina Palm (la mítica Marianne Faithfull) una querible abuela y viuda cincuentona que, desesperada por conseguir buen dinero de forma urgente para ayudar a pagar el costoso tratamiento médico de su nieto, que sólo puede realizarse en Australia, acepta trabajar en un sex-shop regenteado por Miki (Miki Manojlovic, actor habitual de Emir Kusturica) masturbando a cientos de clientes que no la ven, pero pueden disfrutar de sus prodigiosas manos.

Lo que en principio surge como un apenas simpático crowd-pleaser en la línea de la comedia social británica del tipo The Full Monty: A todo o nada deviene en un ejercicio de miserabilismo del que sólo se salva en parte quien fuera icono de los años '60 y musa de los Rolling Stones.

Si la trama es de por sí bastante burda y maniquea, si las guitarras monocordes de Ghinzu acentúan la mediocridad del conjunto, bien vale preguntarse por el sentido y la justificación de una película que, como bien indicaron los críticos ingleses, es insostenible desde su planteo inicial, ya que el sistema de salud pública británico provee servicios totalmente gratuitos en casos de enfermedades graves. Parece que esta vez, y no sólo a Irina Palm, se les fue la mano.

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