Thierry Frémaux habla sobre el futuro de Cannes, Hollywood, Netflix y los desafíos del cine de autor

Por Diego Batlle
El responsable del festival más importante del mundo vino por décimo año consecutivo a Buenos Aires para presentar la Semana que se organiza en el Gaumont.

Thierry Frémaux aterrizó este viernes 7 por la mañana y un par de horas más tarde ya estaba dando un par de notas en el bar del coqueto Hotel Madero, a pocos metros de donde desde el próximo lunes 10 se realizará la décima edición del mercado Ventana Sur. En ese marco, se organizará también la Semana del Festival de Cannes 2018, que él mismo programó y presentará con ilustres invitados como el actor Tim Roth y el director franco-argentino Gaspar Noé.

En esta entrevista Frémaux -que desde 2003 programa y desde 2007 es delegado general de la muestra que se hace cada mayo en la Costa Azul- analizó distintos aspectos del cine contemporáneo.

-LA COSECHA 2018 Y LA RELACIÓN CON HOLLYWOOD. “La edición de este año fue difícil porque en mayo tuvimos muchas críticas por parte de la prensa norteamericana (y algo también de la francesa). Se quejaban en especial de la poca presencia del cine estadounidense y de los grandes estudios, pero ahora, a la distancia, hay consenso de que fue uno de los mejores años. Es cierto que algunas muy buenas películas norteamericanas no estaban listas o prefirieron, como el caso de Nace una estrella, esperar a Toronto y Venecia para estar más pegada al estreno mundial, pero creo que no hay que hacer balances apurados y, en verdad, habría que tomar cuatro o cinco años para analizar la situación real de un festival, porque la programación puntual de una edición depende de miles de factores. Lo cierto es que El infiltrado del KKKlan, de Spike Lee, fue muy bien recibida en Cannes y ayer consiguió cinco nominaciones a los Globos de Oro. Lo mismo ocurrió en el rubro de películas en idioma extranjero, donde tres de las cinco candidatas estrenaron en Cannes: Capernaum (Líbano), de Nadine Labaki; Girl (Bélgica), de Lukas Dhont; y Shoplifters / Somos una familia (Japón), de Hirokazu Kore-eda. Y debo decir que Roma, de Alfonso Cuarón, estaba seleccionada y el director también quería ir, pero luego terminó en Venecia por el conflicto de Netflix con Cannes. No tenemos problemas con los grandes estudios de Hollywood, más allá de que algunos a veces optan por no mandar sus películas a Cannes ante el riesgo de recibir críticas adversas. En Cannes la prensa es mucho más dura que en Berlín o Venecia, donde la mirada siempre es más condescendiente. De todas maneras, el objetivo principal de nuestra selección es ofrecer siempre un panorama de lo mejor del cine mundial y por eso estoy muy orgulloso de que hayamos tenido films de países como Líbano, Egipto y Kenia.”


-LA POLÉMICA CON NETFLIX. “Hace dos años elegimos dos películas de Netflix para la competencia oficial (Okja, de Bong Joon-ho; y Los Meyerowitz, de Noah Baumbach) y me criticaron tanto en Francia que finalmente cambiamos el reglamento del festival. Entiendo y apoyo la lucha de los exhibidores de mi país por defender el negocio en las salas y también es cierto que Netflix, que es manejada por gente brillante que viene del mundo de los videoclubes y sabe mucho de cine como el caso de Ted Sarandos, está abriendo un mundo nuevo que no se puede obviar. Seguimos charlando porque ellos quieren volver a Cannes y nosotros queremos tenerlos otra vez, aunque sea fuera de competencia, si es que ellos no garantizan una distribución amplia en salas francesas. Pero también eso está cambiando porque Netflix cada vez está analizando con más atención el negocio del theatrical y en cualquier momento puede incursionar de lleno en ese terreno. De todas maneras, por el momento la ley francesa es esta y nosotros, por supuesto, vamos a respetarla.”


-BALANCE PERSONAL. “Con el boom de Netflix y con una economía mundial en condiciones críticas, la situación para el cine de arte más precario es muy difícil, pero sigo creyendo que todavía hay futuro para las buenas películas en las salas. Yo sigo luchando cada año por eso. No tengo un contrato por tres o cinco años, como sí lo firman los responsables de Berlín o Venecia, porque la ley francesa no lo permite, así que si no me quieren más me echan (se ríe). Yo discuto, peleo, defiendo mi selección cada año, pero siempre en el marco de un gran respeto con mis interlocutores. Es algo normal, es mi función, mi trabajo. Cannes ayuda a un montón de gente en el sector y no quiere quedarse -como pasaba antes- anclado en su historia, en sus pergaminos. Por eso, vamos a anunciar nuevos cambios muy pronto. Cannes debe evolucionar, adaptarse, reinventarse constantemente, tener una concepción global, abrirse más y más al mundo.”