Cien años atrás: Chaplin, Keaton, Lloyd, en la Sala Leopoldo Lugones
Del sábado 5 al viernes 18 de julio se presentará en Av. Corrientes 1530 este programa integrado por tres largometrajes que cumplen este año un siglo de vida y fueron realizados por sendos genios de la comedia silente: La fiebre del oro, de Charles Chaplin, Las sietes oportunidades, de Buster Keaton, y El novato, de Harold Lloyd.
Publicada el 23/06/2025
La función del film de Chaplin del viernes 11 a las 21 horas será acompañada por música en vivo compuesta y ejecutada por la multi instrumentista Eliana Liuni. El ciclo está organizado por el Complejo Teatral de Buenos Aires, dependiente del Ministerio de Cultura de la Ciudad, junto con Fundación Cinemateca Argentina.
“Lo que el crítico James Agee describía como ‘la edad de oro de la comedia’ ha llegado a reducirse a Chaplin y Keaton, o Keaton y Chaplin. La diferencia entre Keaton y Chaplin es la diferencia entre equilibrio y poesía, entre el aristócrata y el vagabundo, entre adaptabilidad y dislocación, entre la función de las cosas y el sentido de las cosas, entre la excentricidad y el misticismo, entre el hombre máquina y el hombre ángel, entre las chicas como convención y las chicas como ideal, entre la vida como farsa y la vida como fantasía. Hoy se reconoce universalmente en Keaton al mejor director e inventor de obras visuales. Algunos van más allá y definen a Keaton como cine puro en oposición al cine de Chaplin, esencialmente teatral. La tradición cerebral de la comedia de Keaton fue continuada por René Clair y Jacques Tati, pero el actor Keaton, como el actor Chaplin, ha demostrado ser inimitable (...) Harold Lloyd nunca logró ante la crítica la altura de Chaplin y Keaton, si bien El novato (1925) es un clásico auténtico de la comedia cinematográfica norteamericana; Lloyd siempre ha parecido menos universal que Chaplin, menos cabalmente norteamericano que Keaton y menos individualista que ambos. La edad de oro de Lloyd fue casi exclusivamente en el cine silente; de Grandma's Boy (1922) a Speedy (1928), Lloyd vio realizadas las más locas fantasías de la llamada Era del Jazz. Sin embargo, perdió eficacia en la era sonora y ni siquiera las grandes dotes de Preston Sturges pudieron resucitarlo como cómico en Mad Wednesday (1947) (...) Lloyd no es el único comediante que no pudo cruzar la barrera del sonido.
La caída de Keaton fue aún más vertical, en tanto que Harry Langdon desapareció virtualmente. Laurel y Hardy son un caso especial, porque su personalidad en el cine sonoro no significa un rompimiento con su personalidad en el silente. Es como si el advenimiento del sonido fuera incidental a la carrera del dúo. En cierto sentido, Laurel y Hardy estaban a la retaguardia, nunca amenazaron al triunvirato de Chaplin, Keaton y Lloyd en una época ni tampoco a los hermanos Marx en la otra. Al final acabaron siendo eclipsados por uno de los menos importantes equipos de cómicos, Abbott y Costello. Con Harold Lloyd pasó algo diferente. Después de la Gran Depresión, su tipo cómico se volvió anticuado. Los valores que Lloyd había encarnado en los dorados años veinte, parecieron disparatados en la cuesta de los años treinta. El hecho de que nunca haya dejado de ser rico quizá haya contribuido a la ausencia de pena en sus rasgos (Harold Lloyd era dueño de una de las más grandes fortunas de Hollywood). Ni siquiera pareció envejecer. El dinero y el optimismo le habían protegido contra el choque metafísico que se aprecia en las atormentadas expresiones de Chaplin y Keaton en la escena del camarín de Candilejas (1952)”. (Andrew Sarris, The American Cinema).
La agenda completa del ciclo es la siguiente:
Sábado 5
Las siete oportunidades
(Seven Chances; EE.UU; 1925)
Dirección: Buster Keaton.
Con Buster Keaton, Ruth Dwyer, Jean Arthur.
El joven agente de bolsa que interpreta Buster Keaton está cercano a la bancarrota. Su suerte parece cambiar cuando un abogado le presenta el testamento de su abuelo, legándole siete millones de dólares. Pero para poder heredar ese dinero deberá casarse antes de las 7 de la tarde de su cumpleaños número 27... ¡Y eso es hoy!
“Basada en la obra teatral de Roi Cooper Megrue, Las siete oportunidades ha sido tratada por Keaton con una dinámica muy cinematográfica y remodelada en su desarrollo según la concepción que le es propia: una exposición, esmaltada por algunos gags en la presentación de los personajes y en la definición de sus relaciones; un nudo con resonancias dolorosas, en el que Buster, abandonado por la que ama y repelido por aquellas a las que se acerca, toca el fondo de la soledad y la desesperación (inolvidable plano el de Keaton en la iglesia desierta, esperando, con el ramo entre la rodillas, la llegada de una candidata de buena voluntad). La irrupción de la ávida masa de novias postulantes relanza el ritmo del film con un tempo que será frenético hasta el beso final". (Marcel Oms)
“La armonía y el orden, lógico hasta el absurdo, que impera en su mundo, la perfecta geometría de sus composiciones, su soberbia utilización del espacio, de la arquitectura narrativa y visual del cine, la impecable ejecución de sus gags, su poesía matemática que encandiló a todos los vanguardistas de su época, su ausencia de sentimentalismo que le convirtió en el ídolo de los surrealistas, hacen de Buster Keaton un insólito espécimen, aparentemente uno de los más geniales cómicos que llevaron el cine mudo hasta lo más alto de sus posibilidades. Pero Keaton es más que un cómico superdotado. Es un artista singular y único, al que son muchas más las cosas que le separan de los cómicos de su tiempo que las que comparte con ellos. (...) El héroe –porque se trata de un héroe– keatoniano es un pequeño ser, casi invisible, desde luego insignificante, si no fuese por la vehemencia de sus deseos, por la firmeza de sus convicciones, por la obstinación con que persigue el objeto de su felicidad, casi siempre una mujer, cuyo rechazo ignora, cuya inaccesibilidad es incapaz de aceptar. Buster es un anónimo luchador, es David contra Goliath, Don Quijote contra los molinos, Perceval. Es el auténtico héroe, con todo lo que eso lleva de ingenuidad, de pureza. Al contrario que Chaplin, Keaton mejora al pasar del corto al largo, sus abstracciones ganan en profundidad y en desarrollo. Sus gags no son solo chistes visuales, son literatura de la mejor, poesía en su más puro estado, desprovista de cualquier atisbo de cursilería, tan habitual en los cómicos de su época, Chaplin incluido, por supuesto. Si al final todo lo que nos queda del cine se reduce a un puñado de sensaciones y de imágenes que el tiempo no consigue borrar de nuestra memoria o nuestra retina, debemos concluir que Keaton ha fabricado más imágenes imborrables que ningún otro director". (Fernando Trueba, Diccionario de cine).
A las 16 horas (56’; DM).
Domingo 6
El novato
(The Freshman; EE.UU; 1925)
Dirección: Fred C. Newmeyer y Sam Taylor.
Con Harold Lloyd, Jobyna Ralston, Brooks Benedict.
Un joven que acaba de ingresar a la universidad buscará ganarse la admiración de sus compañeros formando parte del equipo de rugby. El espíritu de triunfo del personaje creado por Harold Lloyd alcanza aquí algunos de sus momentos más célebres, cuando las inesperadas habilidades deportivas del protagonista afloran en el clímax final.
“La tentación al escribir acerca de Harold Lloyd es tratar de explicar por qué no es ni Chaplin ni Keaton. Pero ello deja, desde el principio, un dato fuera de la ecuación. El hecho es que, en un sentido estricto, durante la década del 20, Lloyd era más popular que cualquiera de los otros dos comediantes (…), teniendo en cuenta la cantidad de público que asistía a las funciones de sus películas y el dinero que recaudaban. Incapaz de crear una figura lo suficientemente extraña y ambivalente que funcionara como mito, Lloyd representó, casi sin pensarlo, otro mito ya existente: el mito del buen norteamericano. (…) Y así, trepando hacia la cima como era de esperarse de cualquier buen norteamericano, Lloyd se transformó en un acróbata que podía estremecer al público, poniéndolo al borde de sus asientos hasta llegar a la risa. Al legitimar esos sustos, la risa que los acompañaba podía ser aceptada como legítima también”. (Walter Kerr, The Silent Clowns).
“El novato es ciertamente la obra maestra de Harold Lloyd, así como la única película de Lloyd sobre la que nadie discute que pertenece a la misma categoría que las mejores de Chaplin, Keaton, Langdon y Laurel y Hardy (...) Curiosamente, aunque las reseñas críticas que el film obtuvo en 1925 fueron favorables, algunos críticos subrayaron que el nuevo film de Lloyd no estaba a la altura de sus películas anteriores. Y efectivamente es así, ya que Lloyd y su equipo se han superado a sí mismos con El novato, trascendiendo sus films precedentes. (...) Aunque las extraordinarias cualidades de El novato pasaron inadvertidas entre la crítica, el film fue un impresionante éxito de público y, de entre todas sus películas, al día de hoy es la que ha permanecido más firmemente asociada con el nombre de Harold Lloyd". (Richard Schickel, Harold Lloyd: The Shape of Laughter).
A las 15 horas (76’; DM).
Viernes 11
La quimera del oro
(The Gold Rush; EE.UU; 1925)
Dirección: Charles Chaplin.
Con Charles Chaplin, Georgia Hale, Mack Swain.
Obra maestra de Chaplin, en la que interpreta a un solitario buscador de oro que llega a Alaska, a principios de siglo, en busca de fortuna. Una fuerte tormenta de nieve le llevará a refugiarse en la cabaña de un bandido.
“La quimera del oro surgió como idea cinematográfica un día de 1923 en la casa de Mary Pickford y Douglas Fairbanks. Había allí un juego de tarjetas estereoscópicas que, vistas con un dispositivo especial, parecen fotos en relieve; varias de las imágenes correspondían a la zona del Yukón, en la frontera entre Alaska y Canadá, donde se había producido la llamada ‘fiebre del oro’. En ese histórico episodio, prolongado desde 1896 hasta 1910, diez mil hombres ambiciosos se marcharon a buscar yacimientos tras el hallazgo casual de algunas pepitas de oro en un afluente del río Klondike. Había un tema allí, para la tragedia o para la comedia. A Chaplin se le ocurrió combinarlo con el otro episodio histórico de la expedición Donner, integrada por ochenta y nueve hombres que en 1846-1847 buscaron un paso entre las montañas a California, se desviaron por error a Sierra Nevada y terminaron en una catástrofe, con cuarenta y dos muertos y varios de los sobrevivientes obligados a practicar el canibalismo. De la reunión de ambas historias Chaplin sacó una de sus comedias más celebradas. Contra la presunción de su título, el relato no enfatiza la burla contra la ambición humana, sino que prefiere plantear en clave cómica algunas crisis de la supervivencia en medio de una naturaleza hostil. En su argumento, el vagabundo aparece en el Klondike, se enfrenta con un oso, con el hambre propio y ajeno, con el frío, el viento y una precaria cabaña de troncos. (…) Para pulir algunos efectos difíciles (como la cabaña que se balancea al borde del precipicio) Chaplin rodó mucho más material del previsible, terminando por invertir catorce meses en todo el film. Después, en su autobiografía, explicaría cómo llegó a eliminar secuencias enteras ya rodadas porque no armonizaban con zonas más importantes del relato. Pese a que éste relacionaba anécdotas episódicas, a Chaplin le preocupaba mantener cierta coherencia narrativa y cierta unidad en los personajes. Los gags visuales de La quimera del oro habrían de pasar a la historia del cine. Algunos pertenecen al estilo cómico de los años previos: la dificultad de evitar que un rifle termine siempre por apuntarle, o la confusión de atarse los pantalones con una cuerda sin advertir que en el otro extremo hay un perro (…) Pero hay allí otras creaciones más poderosas. Una es la danza de los panecillos, ensartados con sendos tenedores y movidos por las manos de Chaplin como figuras de ballet, en una escena tan graciosa como poética. Otra aún más célebre y fantasiosa fue la idea de que el personaje se comiera los zapatos, llevado por la desesperación del hambre”. (Homero Alsina Thevenet, Chaplin: Todo sobre un mito).
La función será acompañada por música en vivo compuesta y ejecutada por la multi instrumentista Eliana Liuni.
A las 21 horas (96'; DM)
Sábado 12
El novato
(The Freshman; EE.UU; 1925)
Dirección: Fred C. Newmeyer y Sam Taylor.
Con Harold Lloyd, Jobyna Ralston, Brooks Benedict.
A las 15 horas (76’; DM).
La quimera del oro
(The Gold Rush; EE.UU; 1925)
Dirección: Charles Chaplin.
Con Charles Chaplin, Georgia Hale, Mack Swain.
A las 17.30 horas (96'; DM)
Martes 15
Las siete oportunidades
(Seven Chances; EE.UU; 1925)
Dirección: Buster Keaton.
Con Buster Keaton, Ruth Dwyer, Jean Arthur.
A las 18 horas (56’; DM).
Viernes 18
La quimera del oro
(The Gold Rush; EE.UU; 1925)
Dirección: Charles Chaplin.
Con Charles Chaplin, Georgia Hale, Mack Swain.
A las 15 horas (96'; DM)
El novato
(The Freshman; EE.UU; 1925)
Dirección: Fred C. Newmeyer y Sam Taylor.
Con Harold Lloyd, Jobyna Ralston, Brooks Benedict.
A las 18 horas (76’; DM).
Las siete oportunidades
(Seven Chances; EE.UU; 1925)
Dirección: Buster Keaton.
Con Buster Keaton, Ruth Dwyer, Jean Arthur.
A las 21 horas (56’; DM).