Festivales
Crítica de “Nomadland”, de Chloé Zhao, con Frances McDormand, ganadora del León de Oro en la Mostra de Venecia - #TIFF20
Por Diego Batlle
-Era una de las películas más esperadas de la temporada alta de festivales (estrenó en Venecia, pasó por Toronto y seguirá por San Sebastián, Nueva York y varios otros) y no defraudó. Tras ganar la máxima distinción en la muestra italiana, este tercer largometraje de la directora de Songs My Brothers Taught Me (2015) y The Rider (2017), que regala una (otra) antológica actuación de Frances McDormand, se ubica ya como una de las tempranas favoritas para la demorada temporada de premios que cerrará con la entrega de los premios Oscar el 25 de abril próximo.
-Actualización: El se quedó con el Premio del Público del TIFF.
Nomadland (Estados Unidos/2020). Guion, edición y dirección: Chloé Zhao. Elenco: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Swankie, Bob Wells y Derek Endres, Melissa Smith. Fotografía: Joshua James Richards. Música: Ludovico Einaudi. Duración: 107 minutos.
Las vueltas de la vida hicieron que una mujer nacida en Beijing hace 38 años, formada en Londres y radicada luego en Los Angeles se convirtiera finalmente en una observadora tan curiosa, como impiadosa y sensible del lado B, de la contracara menos opulenta y glamorosa de la sociedad estadounidense. Su mirada de fuerte impronta documental -más allá de trabajar en el terreno de la ficción- ya había quedado plasmada en la valiosa The Rider, pero con su tercer largometraje Zhao se consagra en su triple rol de guionista, editora y, claro, directora.
Ambientada en 2011, la película arranca con un cartel que nos informa que el 31 de enero de 2011 la empresa US Gypsum cierra -luego de 88 años- su planta de tabiques de durlock y yeso en Empire, Nevada. De ese pueblo fantasma parte a bordo de una destartalada mini van convertida en modesta casa rodante Fern (McDormand), una sexagenaria viuda y sin hijos que ha perdido a su marido, su trabajo y hasta su lugar de residencia.
Fern, una mujer de pocas palabras pero con ciertos rasgos de generosidad y solidaridad pese a los múltiples golpes de la vida, comenzará a seguir un circuito de trabajadores golondrina: preparar despachos en una planta distribuidora de Amazon, limpiar baños, cosechar papas, cocinar un restaurante... Esa existencia nómade la llevará de la nieve invernal de South Dakota al calor del desierto de Arizona y con cada empleo eventual, en cada estacionamiento, se irá reencontrando con otros hombres y mujeres que eligieron (o no tuvieron más remedio que adoptar) una forma de supervivencia similar.
Road-movie por la América profunda con todos los elementos definitorios del género, drama existencialista con una vuelta de tuerca espiritual (ella mantiene un par de charlas con el gurú del nomadismo Bob Wells, que se interpreta a sí mismo) con un halo de redención, Nomadland es una película de homeless (no en el sentido estricto de pobreza) que se alimentan de sandwiches y comida en lata, que buscan trabajos temporarios para mantenerse en pie, pero que a su vez en muchos casos reniegan de las imposiciones de la sociedad de consumo, del capitalismo salvaje y apuestan a un contacto más directo con la naturaleza, con algo de neo-hippies y discurso new age.
Inspirada en el libro de no ficción Nomadland: Surviving America in the 21st Century, de Jessica Bruder, Zhao construye una rara película que parece beber de fuentes tan diversas como la Kelly Reichardt de Wendy & Lucy, el Terrence Malick de los años '70, el Sean Baker de The Florida Project, la Agnès Varda de Los espigadores y la espigadora, pero también del humanismo de Ken Loach, del trabajo con no actores de la dupla Tizza Covi-Rainer Frimmel (en papeles secundarios aparecen trabajadores golondrina en la vida real) y de la crítica social de Michael Moore.
Más allá de algunos innecesarios excesos con la música de Ludovico Einaudi y algún regodeo de más con los atardeceres (la hermosa fotografía en pantalla ancha es de Joshua James Richards), Nomadland es una película de una sensibilidad, una potencia y una seguridad en sus recursos y búsquedas que impactan. Hay un atisbo de romance con Dave (el gran David Strathairn), pero Fern está buscando otra cosa: ciertas respuestas interiores, nuevos caminos y desafíos, algo parecido a la libertad.
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Me parece que tanto como los atardeceres y la música redundante, la película se demora en una sensibilidad que se desintegra en una relación fundamental, la del centro con la periferia. También impone un relato moral del valor personal en la búsqueda de libertad cuyas metáforas reales no son las olas ni las nubes ni la carretera, sino los galpones de Amazon. Nula conexión con un público no estadounidense, y pobres argumentos para una trama en la cual lo poco convencional no aporta autenticidad
Siguiendo la mejor tradición del cine social inglés de Ken Loach y el humanismo de los hermanos Dardenne, la directora china Chloé Zhao (n. 1982) logra impactar al espectador con un análisis descarnado sobre el nuevo nomadismo norteamericano. Si en el siglo XIX el nomadismo hacia el Oeste americano estuvo alimentado por la codicia de oro y el avance genocida sobre los territorios de los pueblos originarios, en el siglo XX formó parte del sueño americano de ganar fortunas o buscar un lugar pequeño donde esconderse después de cometer delitos. El nomadismo de la globalización de fines del siglo XX e inicios del siglo XXI no sólo se visualiza en la inmigración de los países subdesarrollados hacia EE.UU sino también en la migración interna de quienes huyen de las ciudades golpeados por la crisis e intentan desarrollar una existencia más vinculada a una relación armónica con la naturaleza. En ese marco la película la historia de Fern, una mujer viuda sin hijos que ha perdido su trabajo en una fábrica de una pequeña localidad de Nevada, que decide vivir en una casa rodante yendo hacia la zona del desierto en donde se encontrará con muchos que viven en casas rodantes y no quieren saber más nada con la vida de las grandes ciudades. Lejos de los libros de autoayuda y transmitiendo la necesidad de prácticas solidarias, la directora Zhao construye una excelente película con una extraordinaria actuación de su protagonista Frances Mc Dormand. NOMADLAND es una firme candidata al decálogo de las mejores películas del año (9/10)
Muy buena crítica. Que ganas de verla por favor.
La película que más espero de este año. Y quiero ver a Chloe ahora en el universo de Marvel. Puro talento.