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Cómo es “Patria”, la polémica serie de HBO sobre el conflicto vasco basada en el best seller de Fernando Aramburu
La historia de dos familias enfrentadas por diferencias políticas generó controversias ya desde su campaña de lanzamiento. El estreno mundial es el domingo 27 de septiembre.
Antes de escribir estas líneas sobre Patria me parece necesario hacer varias aclaraciones: no leí la novela original, solo vi dos de los ocho episodios de una hora cada uno que conforman la serie y -si bien siempre me mantuve informado al respecto y viajé en numerosas oportunidades al Festival de San Sebastián durante la turbulenta década de 1990- no me considero en absoluto un experto en el conflicto vasco.
Con Aitor Gabilondo como showrunner (y coguionista junto al propio Fernando Aramburu) y con Félix Viscarret (Dreamers, Bajo las estrellas, Saura(s) y Cuatro estaciones en La Habana) como director de los cuatro primeros capítulos (los restantes cuatro fueron rodados por Oscar Pedraza), Patria es un melodrama intenso, recargado e inevitablemente solemne que expone desde una dimensión íntima (personal y familiar) las múltiples derivaciones y consecuencias de un enfrentamiento que generó sangre, dolor y odio.
La primera escena es impactante: en medio de una lluvia torrencial vemos que un joven dentro de un auto desenfunda una pistola. En un edificio vecino Txato (José Ramón Soroiz), empresario de transporte de una pequeña localidad de Guipúzcoa, toma un café de apuro y se despide “hasta la noche” de su esposa Bittori (Elena Irureta). La cámara se queda con ella y, a los pocos segundos, se escuchan en el fuera de campo tres disparos. La mujer se acerca a la ventana y ve el cuerpo de su marido tirado en la acera.
Así, con ese asesinato ocurrido casi tres década antes, arranca el primer episodio (Octubre benigno) que tiene su presente en octubre de 2011, cuando ya sobre el final del segundo gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, los líderes de ETA anuncian que abandonan la lucha armada tras 52 años de existencia, 43 de violencia, 864 asesinatos y 709 presos propios en las cárceles (toda esa información se da a conocer a través de informes televisivos de fondo que funcionan a nivel didáctico y como contexto para las audiencias no españolas).
"Y los presos que se pudran en la cárcel", dice -enfurecida- Miren (Ane Gabarain), esposa de un obrero metalúrgico como Joxian (Mikel Laskurain) y madre de tres hijos: la mayor, Arantxa (Loreto Mauleón), ha sufrido un ACV que la ha dejado muy afectada en sus movimientos y expresiones; el del medio, Joxe Mari (Jon Olivares), permanece desde hace muchos años en prisión por su participación en ETA, mientras que del menor, Gorka (Eneko Sagardoy), se ha perdido en principio el rastro.
Alguna vez ambas familias estuvieron unidas (Txato y Joxian eran íntimos amigos), pero el separatismo vasco generó un cisma. En una de las primeras secuencias, Txato cruza a Francia para pagar en un bar los dos millones de pesetas del “impuesto revolucionario” que ETA le exigía a muchos empresarios locales. Al poco tiempo, le confiesa a Joxian que ha recibido una nueva carta de los etarras y que el pago debe ser ahora de 25 millones. “Que se termine con un tiro y listo”, dice, pero en la misiva le demuestran que conocen también los movimientos del resto de su familia.
Que es demasiado concesiva con los independentistas (la acción transcurre en uno de esos pueblos rurales donde la izquierda abertzale tenía fuerte apoyo), que no es equidistante, que la empatía emotiva está con Bittori, la ya anciana y muy enferma viuda que vuelve al lugar para descubrir la verdad detrás del asesinato de su esposo... Es probable que los críticos (y los espectadores) españoles tengan opiniones muy diversas sobre el enfoque político de la serie, pero vista a la distancia hay una búsqueda humanista por entender a todas las partes, incluso aquellas que optaron por la violencia extrema.
Más allá de algunas brutales escenas callejeras que me hicieron recordar a mis primeros viajes a San Sebastián, cuando llegar a un cine en la Parte Vieja era casi imposible por los constantes y violentos enfrentamientos entre activistas cercanos a ETA y la Ertzaintza, la mayoría de las escenas de Patria son en interiores y por momentos la dinámica es bastante cercana a la de un culebrón. Cuando, en cambio, se acerca al registro del thriller (en el segundo episodio, Encuentros, los hermanos Joxe Mari y Gorka se escapan a último momento de un operativo policial) la narración gana en suspenso y tensión.
Las diferencias generacionales incluso dentro de una misma familia y algunas historias de amor también malogradas por el contexto violento son otros aspectos que van desarrollándose en esta valiosa y en varios pasajes conmovedora serie sobre cuestiones a veces tan contradictorias entre sí, pero al mismo tiempo tan constitutivas del ser humano, como la memoria y el olvido, la justicia y el perdón, la búsqueda de la verdad aunque obligue a reabrir viejas heridas y la necesidad de una reconciliación para poder pasar a una etapa superadora. En esos conflictos, en esa mirada coral, amplia y abarcadora, reside el principal valor de una serie destinada a la discusión apasionada y -ojalá- al debate honesto e inteligente.
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Sin querer justificar la actividad de ETA, que no era otra que asesinar vidas humanas, algo obviamente reprobable, a muchos os vendría bien informaros de por qué surgió esta organización para entender el origen del conflicto vasco.
La página es de cine más que de política pero considero Diego que es un desatino llamar conflicto vasco a lo que básicamente es terrorismo pero sobre todo nacionalismo reaccionario (en este caso vasco pero el catalán es muy similar, bueno el español, el alemán o el que sea) de una clase burguesa que quiere romper una comunidad política para quedarse con la torta para ella sola. Si hay que excluir al que habla español lo hacemos y nos quedamos en nuestro aldeanismo. La tragedia es que la izquierda compra ese relato. Pablo, ETA era un desquicio que mandaba a matar a cualquier antinacionalista, de izquierda o derecha, es así. Saludos
La primera sorpresa que se lleva el espectador con PATRIA es que no se trata de un documento histórico ni una miniserie propagandística sino de un? culebrón político?, situado en Oria, a 10 km de San Sebastián, donde dos familias se enfrentan por las consecuencias de la violencia política en el País Vasco a lo largo de poco más de dos décadas (1990-2011). Cabe señalar que el conflicto atraviesa cada familia y en algún caso dentro de la misma familia aparecen posición encontradas como la religiosidad de Bittori, que es la viuda de un empresario asesinado por ETA con el ateísmo de su hija Nerea, la lucha por saber la verdad que lleva Bittori frente a un hijo médico que quiere mirar para adelante y nunca termina de superar la crisis o la defensa que hace Miren de su hijo guerrillero involucrado en el asesinato del empresario frente a su marido y su hija Arantxa que cuestionan a la ETA. PATRIA es un intenso drama que funciona mejor a partir de la mirada humanista que hay sobre sus personajes, con dos excelentes actuaciones protagónicas de Elena Irureta (Bittori) y Ane Gabarain (Miren) y con dos muy buenos secundarios como el de Loreto Mauleón (Arantxa, que está postrada en la mayor parte de la miniserie) y Patxi Santamaría (el párroco Don Serapio) Lo más flojo de PATRIA, que afecta parte de la miniserie, está en la parte política donde la ETA parece una organización dirigida por desquiciados que emplean perejiles para cometer crímenes. Aparece varias veces el discurso de la anti política que es la existencia predominante de gente perversa que manipula a los incautos lo que termina invalidando toda intento de desarrollar una militancia política para cambiar la historia (6/10)