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Crítica de “El juicio de los 7 de Chicago” (“The Trial of the Chicago 7”), de Aaron Sorkin, con Sacha Baron Cohen, Eddie Redmayne, Mark Rylance, Jeremy Strong, Frank Langella, Joseph Gordon-Levitt, Michael Keaton y John Carroll Lynch (Netflix)
Entre las apuestas de Netflix para la temporada de premios (demorada por los efectos del Coronavirus en la industria audiovisual) figura el nuevo trabajo como guionista y director del celebrado creador de series como The West Wing y The Newsroom y de películas como Red Social y El juego de la fortuna. Esta minuciosa reconstrucción del controvertido juicio que se les siguió a los activistas de izquierda que lideraron las violentas protestas en el marco de la Convención Nacional del Partido Demócrata de 1968 en Chicago (pleno auge del conflicto de Vietnam) es un relato potente y entretenido a la vez con un ojo en el pasado y otro en el presente de una sociedad como la estadounidense que -otra vez- atraviesa una extrema situación de división política.
El juicio de los 7 de Chicago (The Trial of the Chicago 7, Estados Unidos/2020). Guion y dirección: Aaron Sorkin. Elenco: Sacha Baron Cohen, Eddie Redmayne, Mark Rylance, Jeremy Strong, Frank Langella, Joseph Gordon-Levitt, Michael Keaton, John Carroll Lynch, Yahya Abdul-Mateen II, Alex Sharp, Noah Robbins, Danny Flaherty, Ben Shenkman, Kelvin Harrison Jr., Caitlin Fitzgerald, John Doman y J.C. Mackenzie. Fotografía: Phedon Papamichael. Edición: Alan Baumgarten. Música: Daniel Pemberton. Duración: 129 minutos. Apta para mayores de 16 años. Disponible en Netflix desde el viernes 16 de octubre.
En su segundo largometraje como director después de Apuesta maestra / Molly's Game (2017), Aaron Sorkin vuelve sobre unos hechos que marcaron a fuego la década de 1960 y sobre los que se han filmado varias películas, montado obras de teatro, escrito libros y compuesto canciones. ¿Por qué otra vez? ¿Y por qué ahora? En tiempos en los que la grieta está más exacerbada que nunca por las redes y los medios, en los que un presidente en funciones avala a grupos supremacistas y potencia las fake news y el discurso del odio, y en los que el racismo estructural en la sociedad estadounidense ha quedado expuesto de manera explícita, Sorkin viaja medio siglo atrás para reflexionar sobre cuestiones como la contracultura, la violencia política, las formas de protesta, y las contradicciones y miserias del sistema de su país. En ese sentido, El juicio de los 7 de Chicago no solo es un muy buen drama judicial sino también una mirada valiosa y pertinente.
Aunque es solo el trasfondo y no parte central del relato, cabe indicar que la convención demócrata que declaría a Hubert H. Humphrey como su candidato presidencial (y que luego perdería contra el republicano Richard Nixon) se realizó entre el 26 y el 29 de agosto de 1968. En Chicago, para generar un masivo movimiento de protesta antibélico, confluyeron distintos sectores del progresismo y la izquierda. Varios de sus líderes, como Abbie Hoffman (interpretado por un notable Sacha Baron Cohen) y Jerry Rubin (Jeremy Strong, el Kendall Roy de Succession), del Youth International Party (Yippies); Tom Hayden (Eddie Redmayne) y Rennie Davis (Alex Sharp), de la Students for a Democratic Society; David Dellinger (John Carroll Lynch), de Mobilization to End the War in Vietnam (The Mobe); Bobby Seale (Yahya Abdul-Mateen II), de las Panteras Negras; John Froines (Danny Flaherty) y Lee Weiner (Noah Robbins), fueron detenidos y llevados a juicio al año siguiente acusados de conspiración. Si la suma les da ocho es porque Seale fue rápida y brutalmente apartado de la causa y sentenciado a cuatro años de prisión. Los restantes, entonces, sí son "los siete de Chicago".
Más allá de unos cuantos flashbacks, el corazón de la película de Sorkin es el largo (casi 6 meses) y amañado proceso que se convirtió en un duelo entre un juez despótico y ultraconservador como Julius Hoffman (un excelente villano a cargo de Frank Langella) y dos implacables fiscales como Tom Foran (J.C. MacKenzie) y Richard Schultz (Joseph Gordon-Levitt), por un lado, y los abogados defensores de esos combativos referentes encabezados por William Kunstler (Mark Rylance) y Leonard Weinglass (Ben Shenkman), por el otro.
Entre reconstrucciones e imágenes de archivo, Sorkin nos transporta a unos turbulentos años '60 dominados por los asesinatos de múltiples líderes (JFK en 1963, Malcolm X en 1965 y tanto Martin Luther King Jr. como Bobby Kennedy en 1968) y con una guerra como la de Vietnam que durante dos décadas provocó una grieta insalvable y casi 60.000 soldados muertos. En ese ámbito y en ese contexto es que se desarrolla este courtroom drama, aunque limitarla al concepto “película de juicio” sería minimizar sus alcances.
Es cierto que en algunos pocos momentos surgen ciertos diálogos un poco torpes y recargados que le dan al film un halo de autoconciencia y autoimportancia que no era necesario (porque de por sí ese hecho ya es lo suficientemente decisivo en la historia de los Estados Unidos) y que en toda la narración no aparece un solo personaje femenino medianamente atractivo, potente y desarrollado, pero en líneas generales estamos ante una película que jamás deja de entretener en sus dos horas, que logra exponer las múltiples capas, matices, diferencias y puntos de encuentro entre esos activistas, y tiene un elenco pletórico de estrellas que siempre encuentran algún momento de lucimiento (como el par de escenas del Ramsey Clark de Michael Keaton). Actores que, sin dejar de demostrar su talento, se ponen siempre al servicio de esos aceitados engranajes de las maquinarias de guion pergeñadas por Sorkin, dueño de un estilo (mezcla de ingenio e inteligencia) tan inimitable como inconfundible.
Episodio 7 del podcast "Acerca de Nada" en el que Diego Batlle y Pablo Manzotti analizan el film de Aaron Sorkin
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Coincido con la falta de personajes femeninos. Mas aún cuando Abbie Hoffman en ese entonces era pareja de una conocida feminista del grupo WITCH. Las feministas radicales se movilizaron durante el juicio, además de ser todas antiguerra. Mas allá muchas mujeres formaban parte de los diferentes grupos de la New Left
Interesante propuesta para ver luego de una deliciosa historia de Rohmer que me llegó de regalo de MUBI a mi correo... Rohmer es siempre Rohmer...