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Crítica de “Marx può aspettare”, documental de Marco Bellocchio (sección Cannes Premiere) - #Cannes2021
El extraordinario director de Salto nel vuoto, Enrico IV, La balia, Vincere e Il traditore incursiona en el documental para indagar en una trágica historia familiar: el suicidio de su hermano gemelo.
Marx può aspettare (Italia/2021). Dirección: Marco Bellocchio. Guion: Marco Bellocchio y Daria Calvelli. Fotografía: Paolo Ferrari y Michele Cherchi Palmieri. Edición: Francesca Calvelli. Duración: 96 minutos.
Todo comienza en diciembre de 2016. Marco Bellocchio reúne en Piacenza a sus hermanos que por entonces estaban vivos (Letizia, Piergiorgio, Maria Luisa, Alberto), cada uno de ellos acompañados a su vez por hijos y nietos, para celebrar varios cumpleaños. La excusa es también que quiere filmar una película sobre su familia, aunque lo que al director realmente le interesa es reconstruir la historia de su hermano gemelo, Camilo, “el ángel alegre y divertido” como lo recuerdan, pero que en verdad se quitó la vida en 1968, entre versiones cruzadas, justificaciones contradictorias y dejando una supuesta carta suicida en la que tiraba una frase desgarradora: "fallé hasta en el amor".
Marx può aspettare (frase tomada de una de las películas de Bellocchio como Gli occhi, la bocca, de 1982) es, entonces, un film íntimo, descarnado, melancólico, hecho desde la culpa por alguien como Marco que nació apenas tres horas antes que su hermano el 9 noviembre de 1939. Pero, mientras él consiguió un enorme prestigio ya desde sus primera películas (su maravillosa ópera prima I pugni in tasca fue premiada en el Festival de Locarno 1965 y La Cina è Vicina, en Venecia 1967), Camilo vivía entre trabajos como profesor de gimnasia y desengaños amorosos. Siempre a la sombra de aquel cineasta exitoso, este tipo sencillo y tímido, sin vocación definida y en plena crisis de identidad, se fue encerrando y deprimiendo cada vez más. Queda claro que Marco no estuvo a la altura de las circunstancias, ya que nunca se ocupó de su hermano en medio de su súbito éxito siendo apenas un veinteañero y su militancia en la izquierda cuestionando el orden (y el arte) burgués.
Si bien el centro de Marx può aspettare es el suicidio de Camilo, Marco reconstruye la historia de su familia: desde un padre que muere de cáncer en 1956 hasta una madre que sufre porque no tiene leche para amamantar, pasando por una comunidad que se refugia en la religión frente al “fantasma” del comunismo.
La estructura es básica: cabezas parlantes (sus familiares), imágenes de archivo de la posguerra y los años '60, home movies y fragmentos de varios films de Bellocchio en los que de alguna manera se vuelve a ese momento traumático (y evidentemente nunca resuelto) de su vida. Confesional y catártica, Marx può aspettare es una película sencilla y sin estridencias. Está lejos del gran cine de ficción de su realizador, pero no deja de ser una historia tan dolorosa como emotiva y profundamente humana. Quizás le haya servido más a él que a los espectadores y no estaría mal que así fuese. El cine también puede tener un poder curativo.
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