Críticas

Cine argentino en salas

Especial “Relatos salvajes”: Cifras, tendencias y crítica, a 10 años del estreno de la exitosa película de Damián Szifron

El 21 de agosto de 2014 el talentoso director de El fondo del mar, Los Simuladores, Tiempo de valientes y Hermanos y detectives lanzó el que se convertiría en el film argentino más visto de la historia con 4 millones de espectadores. Estrenada a nivel mundial en la Competencia Oficial del Festival de Cannes, nominada al Oscar a la Mejor Películas Internacional y ganadora de más de 40 premios (incluidos el Goya, el Platino, el Sur y el BAFTA), esta propuesta episódica que contó ademas con un imponente elenco jamás reunido (desde Ricardo Darín hasta Oscar Martínez, pasando por Leonardo Sbaraglia, Erica Rivas, Rita Cortese, Julieta Zylberberg, Darío Grandinetti, María Onetto y Nancy Dupláa) vuelve a los cines con motivo de cumplirse 10 años del lanzamiento original.

Estreno 22/08/2024
Publicada el 19/08/2024

Relatos salvajes (Argentina-España/2014). Guión y dirección: Damian Szifron. Con Ricardo Darín, Oscar Martínez, Leonardo Sbaraglia, Erica Rivas, Rita Cortese, Julieta Zylberberg, Darío Grandinetti, María Onetto, Nancy Dupláa, Osmar Núñez, César Bordón, Diego Gentile, María Marull y Germán de Silva. Fotografía: Javier Julia. Música: Gustavo Santaolalla. Edición: Damián Szifrón y Pablo Barbieri. Dirección arte: Clara Notari. Sonido: José Luis Díaz. Productoras: K&S Films (Argentina) y El Deseo (España). Distribuidora: Warner Bros. Duración 122 minutos. Apta para mayores de 16 años.



Damián Szifron (aquí una entrevista que le hicimos en 2023 con motivo del lanzamiento de Misántropo) construyó con Relatos salvajes unas historias extraordinarias que beben de Los monstruos, de Dino Risi, de la comedia almodovariana, del Martin Scorsese de Después de hora; de Un día de furia, de La dimensión desconocida y de Cuentos asombrosos. Referentes que sirven, en definitiva, para trazar una mirada impiadosa, desgarradora sobre la argentinidad al palo, con sus miserias, sus contradicciones, su cinismo y su doble moral.

En su momento Szifron indicó que “desde el comienzo tenía en claro que quería narrar historias independientes, como si fuese una antología de cuentos. No tenía temor a lo episódico, no quería inventar personajes para conectarlos de manera arbitraria en los distintos cortos. Quise ser respetuoso de mi imaginación, de la propia naturaleza y cadencia de cada situación. Había escrito unos 14 guiones y elegí 6 para desarrollar y filmar. Sólo uno, de ciencia ficción, no se pudo hacer porque resultaba muy caro”.

Para el realizador, “la vinculación entre las historias se da por su mirada catártica a las sensaciones y emociones que nos provoca la realidad, sobre todo aquello primitivo y salvaje que tenemos reprimido hasta que explota. Es una montaña rusa emocional sobre gente que está al borde de un ataque de nervios”.

Szifron reivindicó el humor negro en el cine, cuestionó “la solemnidad y la impostación que hay en muchas películas supuestamente importantes” y cargó contra los políticos (“si hicieran bien su trabajo la gente viviría con mayor armonía y no se producirían conflictos como los que narra la película”).

Relatos salvaje no solo se mantiene con fuerza en el imaginario popular sino que incluso anticipó ciertas reacciones y comportamientos sociales que hoy -lamentablemente- son parte de la cotidianeidad argentina. ¿Cómo la recibirá el público en este regreso a las salas? Si tenemos en cuenta que el film nacional más visto en lo que va de 2024 fue el reestreno de Nueve Reinas, de Fabián Bielinsky, está claro que hay un fuerte interés de nuevas (y no tan nuevas) generaciones por volver a ver en pantalla gigante aquellos hoy ya clásicos que tanto nos marcaron.



Reproducimos a continuación la crítica tal cual fue publicada originalmente:

Como para compensar su ausencia de casi una década (Tiempo de valientes es de 2005), Damián Szifron vuelve con una película que, en verdad, son ¡seis! historias sin más vinculación entre ellas que ofrecer en todos los casos una mirada impiadosa, desgarradora y, sí, salvaje (como bien sostiene el propio título del proyecto) sobre la argentinidad al palo, con todas sus miserias, sus contradicciones, su cinismo y su doble moral.

En principio, hay que decir que Szifron contó con los recursos necesarios para desplegar en todas las facetas imaginables su creatividad como guionista, su inventiva visual, su destreza como narrador en un film que encuentra muy escasos antecedentes dentro del cine argentino industrial en cuanto a ambición, riesgo y audacia. La cantidad de figuras convocadas, de locaciones conseguidas y de posibilidades técnicas (incluidos sofisticados efectos visuales) que tuvo a su disposición lo ubican en una dimensión que hasta hace poco parecían imposibles de alcanzar para la producción mainstream local (quizás, en otro registro, Metegol también fue precursora).

Con La dimensión desconocida y Cuentos asombrosos como lejanos pero posibles referentes, Relatos salvajes arranca con un pequeño episodio (Pasternak) incluso previo a los títulos de apertura con Darío Grandinetti en el papel de un crítico de música clásica que, en pleno vuelo y de la manera más inesperada, descubre que todos están a bordo por un motivo en común.

Aquí ya se aprecia una de las constantes de Szifron: el humor negro, negrísimo, que puede alcanzar dosis muy altas de crueldad (la mirada del director hacia sus personajes es una de las cuestiones que seguramente generará más de un cuestionamiento) y hasta irrupciones extremas a puro gore. 

La segunda historia (Las ratas) tiene como protagonistas a Julieta Zylberberg y Rita Cortese, como moza y cocinera de un restaurante de un parador de ruta. Allí llega, en medio de una noche de lluvia torrencial, un candidato a intendente (César Bordón) que, en verdad, es un mafioso y usurero que ha tenido a la familia del personaje de Zylberberg como una de sus víctimas ¿Es la oportunidad perfecta de una venganza tardía? Surge aquí otro de los temas recurrentes en este film de Szifron y que está muy a tono con el debate  de la Argentina contemporánea: el dilema de la justicia por mano propia.

La tercera entrega (El más fuerte) -probablemente la mejor en cuanto a puesta en escena y capacidad de sorpresa- tiene que ver con la lucha de clases, con los prejuicios sociales más arraigados, los resentimientos, la paranoia, esa violencia contenida que crece y crece hasta explotar de la peor manera con un exponente de clase alta (Leonardo Sbaraglia) en su reluciente Audi 0 KM, que vivirá una verdadera pesadilla en una ruta de Salta.

Otra estrella como Ricardo Darín es el protagonista del cuarto capítulo (Bombita) en el papel de un ingeniero experto en detonaciones y demoliciones. El antihéroe debe llegar a tiempo para el cumpleaños de su hija, pero las cosas no saldrán precisamente como esperaba. A pura tensión, Szifron apela a un esquema cercano a Después de hora, de Martin Scorsese; y con algo del Michael Douglas de Un día de furia para describir la indignación del hombre común frente a un sistema burocrático e insensible en un auténtico descenso a los infiernos.

El penúltimo relato (La propuesta) parece inspirado en varios casos de la crónica periodística reciente, ya que un joven de clase alta atropella a una embarazada causando la muerte de ella y del niño por nacer. Sus padres (Oscar Martínez y María Onetto) llaman de urgencia a su abogado (Osmar Núñez) para planear una salida negociada con el fiscal a cargo haciendo cargo del accidente al jardinero (Germán De Silva). El tráfico de influencias, la corrupción generalizada (incluida la Justicia), la mentira y la codicia son los ejes principales de este tratado moral inquietante, provocativo y perturbador.

El cierre es con Hasta que la muerte nos separe, la historia que ofrece más humor (siempre oscuro, claro) y más recursos con un casamiento judío a todo trapo en el que la novia (Erica Rivas) descubre in situ que su flamante marido (Diego Gentile) la engaña con una de las asistentes al evento. En medio de un ataque de nervios por la infidelidad (esta tragicomedia tiene una fuerte veta almodovariana, así como en varios pasajes afloran referencias a la comedia italiana del estilo Los monstruos, de Dino Risi), la humillada protagonista generará un crescendo de locuras y excesos que transformarán al evento en una fiesta a todas luces inolvidable.

Más allá de que, como quedó dicho, no pocos seguramente atacarán a Szifron por la manera en que mira y hasta juzga a sus atribuladas criaturas, lo cierto es que este talentosísimo director, uno de esos auténticos "animales de cine", logra hacer creíble y disfrutable las situaciones más inverosímiles y delirantes sobre esas personas ordinarias que, llevadas a atravesar situaciones extraordinarias, pueden convertirse en verdaderos monstruos.

De más está decir que las actuaciones son impecables, que el equipo técnico se luce en todos los rubros y que hay aquí más ideas por minuto que en buena parte del cine argentino de los últimos años. La polémica, inevitable, tendrá que ver con la ideología y el tono del retrato de una sociedad en descomposición. A nivel artístico, el resultado es apabullante, fascinante y demoledor.


TRAILER DEL REESTRENO



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