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Entrevista a Maximiliano Schonfeld sobre el fenómeno del cine en Entre Rios
Por Ezequiel Boetti, desde Paraná
El director de Germania, La helada negra, La siesta del tigre, Jesús López, Luminum y Sombra grande asumió la presidencia del Instituto Autárquico Audiovisual de Entre Ríos y en esta charla habla de la coyuntura y de proyectos.
Eduardo Crespo, Celina Murga, Iván Fund, Maximiliano Schonfeld y sigue la lista. La provincia de Entre Ríos entraña la paradoja de tener un conjunto de cineastas de élite incluso cuando no hay facultades de cine ni una industria asentada. Pero el camino empezó a torcerse a partir de 2018, cuando la primera edición del Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (FICER) puso al quehacer audiovisual en la agenda pública. Fue a partir de ese impulso que se consiguió una flamante ley que estableció, entre otras medidas, las creaciones del Fondo de Fomento Audiovisual de Entre Ríos (FOAER) y del Instituto Autárquico Audiovisual de Entre Ríos (IAAER) como organismo responsable de elaborar las políticas destinadas al sector.
El año que se va comenzó con una ley y un organismo específico, pero faltaba alguien dispuesto a tomar el timón. El elegido fue Maximiliano Schonfeld, en quien hace unos meses conviven las facetas de director y de flamante Presidente del IAAER. “La verdad es que la propuesta llegó muy de rebote”, contó Schonfeld a OtrosCines.com, y explicó: “Hubo reuniones a principios de año con el secretario de Cultura (Julián Stoppello) para poner en marcha la ley y después me desentendí del tema. Hasta que algunos realizadores me dijeron que no estaban teniendo más contacto y me preguntaron si podía intentar destrabarlo, incluso cuando no tuviera ningún vínculo. Ahí le escribí al ministro (de Gobierno y Trabajo) Manuel Troncoso y, a partir de ese llamado, me propuso agarrar el Instituto”.
El director de Germania (2012), La helada negra (2015), La siesta del tigre (2016), Jesús López (2021), Luminum (2022) y Sombra grande (2024) hizo un alto en sus tareas durante la sexta edición del Festival Internacional de Cine de Entre Ríos (FICER), que se realizó entre el 11 y el 15 de diciembre en la ciudad de Paraná, para hablar sobre los motivos que lo llevaron a aceptar el cargo, el futuro de su carrera cinematográfica, los directores o productores que hicieron agua en el área pública, las particularidades de la provincia en materia audiovisual, el rol de instituto provincial cuando el INCAA continúa en terapia intensiva y sus planes a futuro.
-¿Qué dijiste cuando te ofrecieron el cargo?
-Les dije la verdad: que me iba a dar clases a Europa en la segunda parte del año y que tenía que filmar. De hecho, asumí y a las dos semanas me fui a filmar. Fue todo muy loco porque no hice más que preguntar por qué no nos estaban respondiendo.
-Sos un director con trayectoria, que estrena sus películas en festivales clase A (su último film, Sombra grande, se presentó en San Sebastián) y tiene cierto reconocimiento internacional. ¿Qué te motivó a aceptar?
-Es que alguien lo tenía que hacer. Y si te llaman, te dan todas las herramientas, toda la libertad y te dicen “bueno, vení a poner en funcionamiento esto”, es muy difícil negarse. Estamos en una época con muchas reflexiones y autocrítica en sector de audiovisual y tenemos que dar pasos… no sé si la palabra es “altruistas”, pero sí dejar de pensar tanto en la carrera de uno y más en cómo podemos salir de forma colectiva. Esta crisis te lleva a hacer movimientos nuevos. Y este era un movimiento nuevo.
-¿La presidencia es un trabajo full-time? ¿Tu carrera como director queda en pausa?
-Estoy tratando de hacer las dos cosas y, para eso, recurro a algunas técnicas de meditación y conexión con la naturaleza. Me obligo a decirme todo el tiempo que esto es efímero, pero al mismo tiempo le pongo mucha cabeza y corazón. Cuando vuelvo a casa a la tarde, si no estoy muy cansado, corto, medito, reseteo el cuerpo y me conecto desde el cine, desde otro lugar. Estamos con varios proyectos, así que intento que las dos cosas convivan.
-Hay varios antecedentes, algunos muy recientes, de valiosos directores o productores que no necesariamente terminaron siendo buenos gestores públicos. ¿Qué características creés que son importantes para ejercer un cargo de este tipo?
-Sí, y los repasé a todos. Es una muy buena pregunta. Una de las cosas de la que más ocupo es que al menos mis pares no me dejen de ver como un cineasta, más allá de que tenga que trabajar con la política. También intento tener un “exceso de claridad” y explicar todo el tiempo dónde estamos parados. Yo estoy de paso y llegué al cargo con una ley reglamentada, pero que no se había puesto en marcha porque hay un mecanismo burocrático administrativo imposible de descifrar. Bueno, a mí me toca ese rol.
-Decís que querés que tus colegas te vean como cineasta, pero es probable, si es que ya no ocurrió, que tengas que tomar decisiones que no sean populares o felices para ellos. ¿Cómo se articularía ahí ese doble rol?
-Con claridad, yo digo lo que me parece. Uno no deja de tener una visión de cómo deberían ser las cosas y acá tengo la oportunidad de ir para ese lado. Pero me hago la pregunta de cómo no convertirme en un político y siento que a las personas que les pasa tienen un deseo de poder.
-¿No es tu caso?
-No, o al menos eso intento. La meditación me lleva a tratar de ubicar el ego en su lugar. Y el cine también te ubica. Vos conocés mucho el mundo del cine de autor, con sus egos y la famosa legitimación, pero en un momento la vida te ubica y te dice “este es tu lugar”, aunque a veces no sea el que quieras. Intento agradecer por donde estoy y por lo que me pasó, pero no quiero que se vuelva una búsqueda constante de legitimación.
Eduardo Crespo, Schonfeld y Tomás Dotta en la presentación del FICER 2024.
La cultura entrerriana
-¿Qué particularidades tiene el sector audiovisual de Entre Ríos respecto a otras provincias?
-Que hay mucho más directores que industria. Es más, no hay una industria, pero sí muchos directores y tenemos la ventaja de estar cerca de Buenos Aires. Después, creo que es una provincia muy arraigada a la poesía, a la construcción de una poética. Siento que los poetas de acá, de Entre Ríos, se preocuparon mucho por construir una poética propia y discutieron mucho tiempo sobre eso. Cuando empezamos a filmar no éramos conscientes de eso, estábamos más preocupados en construir un estilo, una forma, que en el reconocimiento. De hecho, siento que hemos resignado un montón de cosas por ser muy fieles a una forma y a un pensamiento.
-¿A qué te referís?
-Hice residencias y seminarios en todas partes y sé que si meto tal cosa va a funcionar mejor, va a tener más impacto y le va a gustar sobre todo a los europeos. Nos hemos vuelto bastante resistentes a eso porque queremos ser fieles a una tradición, incluso alejándonos de ciertos lugares de legitimación. Si bien no nos podemos quejar porque nuestras películas se han estrenado en Cannes, Berlín o San Sebastián, creo que tiene que ver más que con nosotros, con lo entrerriano. Viajando a otras provincias o hablando con realizadores nos dábamos cuenta de que había cierta tendencia a tratar de, no sé si copiar, pero sí de ver qué se hacía en Buenos Aires. A nosotros nunca nos pasó eso.
-El director del FICER, Eduardo Crespo, destacó entre tus rasgos positivos el de “conocer el territorio” ¿Qué tan importante es estar empapado del laburo de campo?
-Muchísimo. Por distintas cosas de la vida he interactuado en profundidad con otras asociaciones, así que conocí distintos espacios y, sobre todo, intenté generar vínculos con otras disciplinas artísticas. Trato de interpretar la movida cultural entrerriana como algo transversal, lo que obliga a entender dónde está uno y cuál es la historia de cada espacio y cada disciplina, además de estar atento a descubrir. Ahora, por ejemplo, encontré una movida de artes visuales muy potente y con mucha trayectoria que desconocía completamente. Mi idea es involucrarme con eso, contactar a las personas, entender y aprender cómo podemos hacer cosas en conjunto. Trato de tejer.
De festivales, fondos y residencias
-Este año el mercado del FICER sumó a Córdoba, una provincia muy prolífica y con un Polo audiovisual desde hace varios años. ¿Esta suerte de alianzas interprovinciales podrían ser una salida, o al menos un paliativo, ante la situación del INCAA?
-A ver, hay un empoderamiento de las provincias. En la charla sobre el cine del futuro del FICER se habló eso y yo intervine sólo para decir que no nos dejemos romantizar por lo provincial, que no sea algo contra Buenos Aires, que para mí es una región más. Yo quiero que Rodrigo Moreno siga haciendo películas porque las amo y no me importa si es de Buenos Aires. Creo que si los gobernadores y las gobernadoras no quieren perder ese capital simbólico es porque ven la cultura muy de cerca. Lo mismo pasa en los municipios y el impacto cultural que generan estos eventos, como las fiestas o los festivales musicales de los pueblos, en la comunidad. Ellos ven todo eso en vivo y en directo.
-Es mucho más concreto.
-Sí, obviamente tiene un impacto, pero hablar de financiación del INCAA a veces es medio abstracto al lado de desfinanciar la cultura en una provincia o en un municipio, porque acá te cruzás todos los días con los involucrados y tenés que decirles: “Che, este año no vamos a celebrar tal cosa”. Y eso resulta mucho más interesante: uno puede sacar muchas cosas, pero hay algo celebratorio de los pueblos que no es gratis quitar.
-¿Y qué ocurre en el caso particular del cine?
-Creo que logramos imponer como una agenda por la que el cine entrerriano, o como queramos llamarlo, es algo de hecho. Hubo cinco entrerrianos en San Sebastián con distintos proyectos, algo que ninguna provincia, a excepción de Buenos Aires, consiguió. Eso tuvo mucho impacto acá porque se habló mucho de la provincia, así que hay ver cómo sacarle provecho.
-Quizás se puedan obtener más recursos.
-Hoy los pocos recursos de las provincias son los únicos que aparecen. Hay que ser astuto para no dejar a nadie afuera. Va a haber un cash rebate específico para producciones entrerrianas, pero yo querría que también pueda aplicar, por seguir con el ejemplo que decía antes, alguien como Rodrigo Moreno para que tenga la posibilidad de filmar acá. A nosotros nos sirve que directores y directoras así vengan a filmar porque traen recursos, pero también por el intercambio cultural y el aprendizaje. Podemos darle mil talleres de formación a un pibe o una piba, pero seguramente aprenda tanto o más laburando diez días con Moreno. Somos una provincia sin escuelas de cine, así que nos gustaría decir: “Che, vení, te damos la plata y danos algunos cupos para que chicos y chicas puedan meterse en el equipo y aprender”. Necesitamos generar cosas nuevas, porque, además, en la provincia tenemos un problema grave con la cuestión de género. Excepto Celina Murga, los que tomamos decisiones y hacemos películas somos chabones. Pero si mirás el REPIA (el Registro Público de la Industria Audiovisual de Entre Ríos), hay 50% de mujeres.
-¿Qué planés tenés para el sector audiovisual entrerriano, más allá de hacer crecer el FICER y el cash rebate?
-Yo separo mucho el FICER de todo lo otro. Intento que el festival no nos encandile y que no se lleve los recursos para hacer películas. Nosotros salimos a buscar recursos por todas partes dentro de la provincia para no tocar el Fondo de Fomento y el dinero de las formaciones. Si no, tenés a los políticos muy felices con el FICER, pero no filma nadie. Por otro lado, hace unos días hubo una reunión con el Consejo Asesor para discutir el fomento del año que viene. Hubo propuestas que me parecieron súper acertadas y con otras di mi parecer desde adentro, porque yo podría decir que sí a todo para que se vayan contentos pero el expediente no va a salir. Y lo digo con humildad. Al seguir 30 expedientes de todo tipo, ya más o menos me voy dando cuenta qué cosas van a salir y cuáles no. El Consejo me saca mucha presión porque fue elegido por consenso y la única persona que no puede pedir recursos soy yo.
-¿Por ser presidente del Instituto?
-Claro. Entonces, trato de respetar lo que diga el Consejo y decir “esto me parece mejor, esto me parece peor”, porque la idea es que el fomento salga de un consenso. Capaz nos equivocamos y tenemos volver atrás con algunas cosas. Creo que tenemos que tener una especie de “residencia” que dure todo el año y acompañe proyectos entrerrianos, sobre todo de mujeres, algo de lo que hablamos mucho con Celina, e ir dando premios a medida que avance. Siento que el modelo de acompañamiento en el tiempo es el que más funciona.
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