Festivales
Reseñas de la competencia Cine del Futuro
Tras un arranque bastante flojo, esta sección ha mejorado mucho en las últimas ediciones hasta conseguir una selección no sólo audaz o experimental sino también bastante sólida. Eso es lo que se desprende, una vez más, de las propuestas de este año.
La historia (construida en largos y virtuosos planos-secuencia en los que se lucen los muy espontáneos niños-actores) es la siguiente: unos chicos rubios y de clase media de 11-12 años son acosados por unos muchachos africanos (primero en un shopping, luego en un tranvía, más tarde en la calle y finalmente en un parque). Parece que quieren asustarlos y robarles sus dispositivos electrónicos y celulares. El espectador, de inmediato, se ve tentado a empatizar con los "blancos" y repudiar a los inmigrantes ilegales en tan sádico proceder. Pero, en su segunda mitad, la inteligente propuesta va ganando en matices y profundiza en la relación interracial hasta llegar a un final demoledor, en el que nadie parece tener la razón. Un retrato impiadoso sobre la sociedad contemporánea en una de esas películas que no pretenden dar respuestas, pero se animan a abrir la discusión a partir de inquietantes preguntas. DIEGO BATLLE
-Los últimos cristeros, de Matías Meyer (2011, 90', México-Holanda. Calificación: 8 puntos
El director de El calambre viaja hasta fines de los años '20 para reconstruir la historia de los últimos cristeros del título, un pequeño y poco equipado grupo guerrillero que siguió luchando en las montañas contra el gobierno anticlerical que los perseguía. A pesar de las propuestas oficiales de una amnistía y de las dudas de muchos ante la inminencia de una derrota, estos soldados católicos deciden continuar la resistencia. Meyer construye un western bello, contemplativo, minimalista (por momentos me hizo acordar a The Shooting, de Monte Hellman, pero también al cine místico de Roberto Rossellini), desgarrador y revisionista, acompañado por un gran trabajo visual, sobre la fe incluso ante la adversidad y sobre los códigos de camaradería masculinos. DIEGO BATLLE
-É na Terra não é na Lua, de Gonçalo Tocha (2011, 185', Portugal). Calificación: 8 puntos
Exploración del pasado y presente de la pequeña isla de Corvo, la más remota de las Azores, con apenas unos 450 habitantes, el documental de Tocha recorre lugares, presenta personajes, muestra la vida y las costumbres de los habitantes, siempre encontrando la forma de combinar la observación, la entrevista y la descripción del lugar. Estructurado en capítulos y por momentos narrado en una especie de diálogo entre Tocha y, calculo, su sonidista, filmado a lo largo de años al punto de transformar a los documentalistas en vecinos más del lugar, la película logra transmitir una precisa sensación de lugar y su larga duración (más de tres horas), si bien puede dar a reiteraciones y producir un cierto cansancio en el espectador, ayuda aún más a sentirnos parte del ambiente, viviendo en ese lugar en el que la tradición, las viejas costumbres, la modernidad, la política y los mitos son parte del mismo, casi continuo, presente. DIEGO LERER
-De jueves a domingo, de Dominga Sotomayor (2012, 96', Chile-Holanda).
Calificación: 7,50 puntos
Rodada casi íntegramente dentro de un auto (y, más aún, desde el punto de vista de quienes viajan en los asientos traseros), esta ópera prima de la joven directora chilena es bastante más que un simple ejercicio de estilo. Un matrimonio está a punto de divorciarse y decide hacer el último viaje (al norte) con sus hijos. Los chicos quieren ir a la playa, ellos tratan de ocultar el malestar que sienten y la ansiedad por definir sus nuevos rumbos personales. Con estructura de road-movie (pero concentrada en vez de abierta a los paisajes), Sotomayor narra con gran sensibilidad, destreza y climas melancólicos aquello que los chicos intuyen (es poco lo que ven de lo que ocurre en la parte delantera del coche) y sienten frente a esa experiencia previa a la ya inevitable disgregación del núcleo familiar. Ganadora de uno de los tres Tiger Awards del reciente Festival de Rotterdam. DIEGO BATLLE
-Ok, Enough, Goodbye, de Rania Attieh y Daniel García (2011, 95', Emiratos Árabes Unidos-Líbano). Calificación: 7,50 puntos
Tragicomedia sobre un cuarentón solitario que vive con su madre (que le sigue planchando la ropa y haciendo la comida), mientras se gana la vida atendiendo una pastelería. Su vida cambia por completo (o no, se verá) cuando la anciana decide irse de viaje y no volver. El se siente traicionado y, claro, muy perdido. Se reencuentra con sus amigos, se relaciona con un niño del vecindario, se contacta con una prostituta y termina comprando (sí, ese es el término) una mucama etíope. El film se sigue con mucho agrado e interés -consigue un tono difícil que no cae jamás en lo melodramático ni en lo grotesco- y el único reparo pasa por unos inserts y relatos en off sobre la dinámica social de una ciudad como Beirut que poco agregan (y hasta perturban ciertos climas). De todas formas, un film más que atendible. DIEGO BATLLE
-Bestiaire, de Denis Côté (2012, 72', Canadá-Francia). Calificación: 7,50 puntos
El canadiense Côté -un director que me gusta mucho- incursiona en el documental observacional (sin música, sin diálogos, con cámara fija) para describir las relaciones entre los humanos y los animales que viven en cautiverio (o directamente muertos). Una academia de dibujo, un taxidermista, un criadero, un zoológico (o, como ahora se conciben, un parque-safari) son los ámbitos que visita el realizador para mostrarnos, tanto en el hermoso verano como en el crudo invierno blanco, cómo se generan estas contradictorias situaciones (de atracción o repulsión). No es la primera vez que un cineasta intenta ir más allá del mero trabajo televisivo de divulgación (recuerdo, por ejemplo a Nicolas Philibert con Nénette), pero aquí el resultado es, en muchos pasajes, realmente bello y fascinante. DIEGO BATLLE
-Tomorrow, de Andrey Gryazev (2012, 90', Rusia). Calificación: 7,5 puntos
Fundado en febrero de 2007, el grupo de arte conteporáneo Voina ( ”guerra” en ruso) mancumuna la intervención cultural con las acciones políticas mediante la realización de intervenciones extremas -o happenings, en la jerga Marta Minujín- en todo Europa del Este. Tomorrow es, entonces, el relato de la forma de proceder del líder de una de las células de este movimiento y de su entorno más cercano, entre los que está su mujer, también militante, y su pequeño hijo.
Relato que luce por demás realista porque el ruso Andrey Gryazev elige articularlo con esa forma tan en boga en los últimos años que es la susesión de filmaciones testimonial-hogareñas (Cloverfield, Actividad Paranormal, [REC], etc). Pero lo veraz no implica necesariamente autenticidad: una leyenda al comienzo del film aclara que “alguno o todos los eventos que se muestran en esta película pueden o no haber sucedido en la realidad”. Y es justamente en esa dualidad entre realidad y ficción donde el film se torna interesante, oscilando entre el retrato emintemente político de la última generación criada bajo el regimen soviético, hoy desecantada con las instituciones -el plano final es emblématico en este sentido-, o la construcción apócrifa de un movimiento idealista que quizás existe tal como se nos muestra , pero quizás no... EZEQUIEL BOETTI
-La Maladie blanche, de Christelle Lheureux (2011, 42', Francia). Calificación: 7,50 puntos
Bello, misterioso, sugerente mediometraje en blanco y negro que transcurre durante una noche de fiesta en un pequeño y pintoresco poblado de los Pirineos. Mientras de fondo se escuchan grandes éxitos del pop de los '80, vemos a distintos personajes que van y vienen por las calles del lugar. Todo es tranquilo hasta que la acción se concentra en la relación entre un padre y su hija de cinco años, en los cuentos que él le cuenta antes de dormir, en las tradiciones del lugar y en unas cuevas milenarias. Así, de lo inocente a lo perturbador, es este viaje que propone en apenas 42 minutos la talentosa Lheureux, un apellido para apuntar. DIEGO BATLLE
-P-047, de Kongdej Jaturanrasmee (2011, 98', Tailandia). Calificación: 7 puntos
La primera mitad de esta película tailandesa es extraordinaria, contando en detalle la vida de dos “amigos” bastante solitarios que se dedican a entrar a las casas cuando sus dueños no están sólo para estar allí, husmear sus cosas y a lo sumo llevarse una camisa o beber de una botella. Pero en una de sus “visitan” se topan con una sorpresa y ahí todo cambia. La trama se vuelve sobre si misma, no se sabe qué es sueño y qué es realidad, a un personaje lo empiezan a llamar con el nombre del otro, y así. Una especie de mezcla de Bourne, con algo de David Lynch, pero con la extrañeza que el misterio y la sugestión entran a jugar cuando el film parecía ir para otro lado. Lo que queda es un híbrido lo suficientemente digno como para ser disfrutable y tratar de hacer un esfuerzo por entender qué pasa cuando las identidades se disuelven. DIEGO LERER
-Sleepless Knights, de Stefan Butzmühlen y Cristina Diz (2012, 82', Alemania). Calificación: 6,50 puntos
Con producción alemana, pero ambientada en un pueblo de Extremadura, Caballeros insomnes es otra de esas películas que tratan de mixturar (abarcar) varios registros. Si bien el eje es la tierna historia de amor entre un hombre que regresa de Madrid (donde se ha quedado sin trabajo) a su casa familiar y un policía del lugar, hay también un registro documental sobre la vida rural, una mirada -en el trasfondo- a la crisis económica y a la decadencia del lugar (hay algo de El cielo gira), una recuperación de las tradiciones con las historias de unos ancianos de la zona y un final musical a-lo-Aquel querido mes de agosto. El film es interesante, aunque la "excesiva" belleza de varias de sus imágenes caen en el regodeo y en el artificio. Por lo tanto, restan más de lo que suman a una narración ya pretendidamente poética y melancólica. DIEGO BATLLE
-Saudade, de Katsuya Tomita, 2011, 160', Japón. Calificación: 6,50 puntos
Uno de esos delirios japoneses que abruman pero al mismo tiempo son atrapantes. Esta tragicomedia negra y coral de Tomita narra las desventuras de varios personajes del decadente pueblo de Kofu, que se ha nutrido de jóvenes inmigrantes tailandeses y, sobre todo, brasileños (de allí el título). Película sobre la difícil integración, las diferencias culturales y las contradicciones que se amplifican en tiempos de crisis, Saudade apuesta muchas veces por el exceso (hasta su duración de 160 minutos es excesiva), pero sale triunfante con sus personajes estrafalarios y su fuerte impronta musical a partir de las vivencias de los integrantes de un grupo de hip hop. DIEGO BATLLE
-Los viejos, de Martín Boulocq (2011, 74', Bolivia). Calificación: 6 puntos
El film arranca con unos materiales de archivo sobre la represión militar a los trabajadores en una zona desértica. Luego, la acción salta unos cuantos años y, ya en color, narra el regreso de un hombre a su pueblo natal. Casi no hay diálogos, todo es parsimonioso, pero se adivina en él una carga de mucha tristeza, dolor y muerte (de a poco, tendremos algunos indicios sobre su pasado). Película sobre la reconciliación y las segundas oportunidades, resulta por momentos subsidiaria de grandes autores (hay algo de Lucrecia Martel, de los hermanos Dardenne y hasta "citas" visuales a Alexander Sokurov), pero el relato -en su contacto con la naturaleza (la humana y la del lugar)- funciona bastante bien. Conocemos poco del nuevo cine boliviano. Vale la pena, por lo tanto, acercarse a esta propuesta. DIEGO BATLLE
-Les Éclats (Ma gueule, ma révolte, mon nom), de Sylvain George (2011, 84', Francia). Calificación: 6 puntos
Para algunos, Qu’ils reposent en révolte (Des figures de guerres) -ganadora de la Competencia Internacional del BAFICI 2011- fue algo así como una revelación y poco menos que una obra maestra. La considero una película valiosa (tan potente en lo político como lírica en sus expresivas imágenes en blanco y negro), pero no de esas que vayan a cambiar la historia del cine. Este segundo film -un "blues" con armónica de fondo- es un sucedáneo de todo aquello que George rodó durante su convivencia (y su lucha) con los inmigrantes ilegales africanos en el puerto de Calais. Al contrario de lo que dice el amigo Sergio Wolf aquí, me resultó un desprendimiento menor, una suerte de lado B (o outtakes) con aspectos interesantes, sí, pero que no agregan demasiado a la película original. Menos de lo mismo. DIEGO BATLLE
-Midori-ko, de Keita Kurosaka (2010, 55', Japón). Calificación: 5,50 puntos
Reconozco el esfuerzo (leí en el catálogo que demandó más de una década de trabajo y unos 30.000 dibujos), pero no me enganché jamás con el universo fantástico, con esa pesadilla apocalíptica que propone esta animación artesanal de Keita Kurosawa sobre las desventuras del viaje ¿imaginario? de una adolescente en problemas. Las imágenes deformes, casi lisérgicas, son en su mayoría en sepia (luego vira de a poco hacia el color) y presentan un universo sórdido y perturbador. No soy un experto en la materia (calculo que a los fans del género en su variante nipona les interesará mucho más). A mí déjenme con el viejo y querido Hayao Miyazaki. DIEGO BATLLE
-Crazy & Thief, de Cory McAbee (2012, 52', Estados Unidos). Calificación: 6 puntos
Entre la ficción y el documental casero (la home-movie), este director (y reconocido músico) construye un film artesanal, precario, urgente, que trata de describir las vivencias, sensaciones y, sobre todo, las fantasías, el mundo imaginario de dos niños (¿sus hijos en la vida real?): la hermana mayor de 8 y el menor de 2 que la sigue a todas partes. Hay lindas canciones de fondo (que sirven para construir una suerte de videoclips), una "trama" que poco importa, algunas observaciones simpáticas y poco más. DIEGO BATLLE
-Dragonflies with Birds and Snake, de Wolfgang Lehmann (2011, 60', Suecia-Alemania). Calificación: 5,50 puntos
Imágenes (propias y de archivos científicos) de pájaros, sapos, serpientes y, sobre todo, de insectos, muchos insectos. Sin diálogos, con una apuesta experimental (la fotografía distorsionada, los colores virados) con estructura de collage, de patchwork visual, y una edición vertiginosa, adrenalínica, que convierten por momentos a la experiencia en un trip ¿lisérgico?, se trata de una reflexión sobre el proceso de la vida que no me interesó demasiado, pero que puede tener sus seguidores. Como decía un poco feliz slogan baficiano, "si no es para vos, no es para vos". DIEGO BATLLE
-Voluptuous Sleep, de Betzy Bromberg (2011, 95', Estados Unidos). Calificación: 5 puntos
El catálogo del festival acierta al definir a Voluptuous Sleep como un “viaje imposible por la electricidad dormida”: al fin y al cabo se trata de lo más parecido al hipotético -e hipnótico- retrato audiovisual de un pulso eléctrico, con toda la connotación neurológica que esto implica. El problema es que la norteamericana Betzy Bromberg, a quien el BAFICI 2007 le dedicó una completa retrospectiva de su obra, dejó de lado el formato del cortometraje en el que habitualmente trabaja para construir, en cambio, un largo de más de una hora y media. Así, gran parte del enorme poder evocatorio de las imágenes filmadas en 16 milímetros se difumina ante su excesiva duración. Una película-experiencia fascinante, sí, pero también tediosa. EZEQUIEL BOETTI
Y además, las dos representantes nacionales:
-La casa, de Gustavo Fontán (2012, 62', Argentina). Ver crítica aquí
-La parte automática, de Ivo Aichenbaum (2012, 60', Argentina). Ver crítica aquí.
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Este director radicado en Berlín regresó a Buenos Aires para rodar un film onírico, experimental y extrañamente político que obtuvo una Mención Especial en el festival francés.
El nuevo trabajo del veterano director chileno bucea en recuerdos, sueños y experiencias tanto personales como familiares con un formato de misiva y patchwork visual.
Coincido con el comentario sobre Voluptuous Sleep y le agregaría que, a poco de comenzar, las imagenes, de una obviedad previsible sumadas a la longitud aumenta el deseo de levantarse, y finalmente este deseo se cumple.