Críticas
Dos armas letales, de Baltasar Kormákur
Opuestos complementarios
Entre la buddy-movie y el neo-noir, este nuevo film del director islandés de Contrabando e Invierno caliente aprovecha el carisma de sus dos protagonistas (Denzel Washington y Mark Wahlberg), pero no logra trascender otras limitaciones y deja con ganas de más.
Dos armas letales (2 Guns, Estados Unidos/2013). Dirección: Baltasar Kormákur. Con Denzel Washington, Mark Wahlberg, Paula Patton, Bill Paxton, Fred Ward, James Marsden y Edward James Olmos. Guión: Blake Masters, basado en la novela gráfica de Steven Grant. Fotografía: Oliver Wood. Música: Clinton Shorter. Edición: Michael Tronick. Diseño de producción: Beth Mickle. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 109 minutos. Apta mayores de 13 años con reservas. Copias: 47 (32 en 35mm y 15 digitales 2D).
El título Dos armas letales remite bastante al de Arma mortal y la asociación que buscó la distribuidora local no es antojadiza. Esta nueva película de ese sólido artesano del cine de género que es el islandés Baltasar Kormákur tiene bastante de esas buddy-movies como la que protagonizaron Mel Gibson y Danny Glover o 48 horas, pero también de los diálogos y las situaciones extremas del pulp tarantinesco, de la estilización de Tony Scott, del noir a-lo-Elmore Leonard, del desparpajo del cine clase B y, claro, del espíritu del cómic bien sangriento (está basada en la aclamada novela gráfica de 2008).
Con todos esos elementos, y con la presencia de dos excelentes actores como Mark Wahlberg y Denzel Washington, podía esperarse más que un aceptable film, de esos que se disfrutan sin demasiadas exigencias, pero que nos dejan con gusto a poco, con ganas de algo más.
Y no es culpa de los protagonistas. Los dos astros (sobre todo Wahlberg, que venía de trabajar con Kormákur en la superior Contrabando) son lo mejor del film porque entienden cómo combinar el humor y la acción, y jugar con las contradicciones de sus personajes opuestos (el desinhibido, algo irresponsable de MW vs. el serio, contenido y riguroso de DW).
La trama es un delirio, una acumulación de confabulaciones, traiciones, vueltas de tuerca y golpes de efecto que incluyen desde millonarios robos de bancos hasta la presencia de agentes de la CIA, del FBI, de la DEA, de la inteligencia militar y de los carteles mexicanos de la droga, todos -por supuesto- persiguiendo a nuestros dos antihéroes que, a pesar de sus diferencias, no tendrán más remedio que unir fuerzas para sobrevivir.
Si Wahlberg (se) divierte y Washington impone su habitual presencia en cámara, el director de Invierno caliente le dedica buenos momentos a los secundarios más delirantes (Bill Paxton y Edward James Olmos), pero por momentos diluye el disfrute de las coreográficas escenas de acción apelando a demasiados cortes de montaje. De todas formas, el uso más bien austero de efectos visuales y la apuesta al humor negro son dos características que se agradecen dentro de una película limitada, pero en definitiva bastante agradable.
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