Críticas

El Perro Molina, de José Celestino Campusano

Hombres de honor

Entre el thriller, el melodrama romántico y el western, el director de Fango y Fantasmas de la ruta indaga en los códigos de los viejos exponentes del hampa enfrentados a un sistema corrupto y a jóvenes sin principios morales. Dos aproximaciones a lo nuevo de un realizador esencial de los últimos años del cine argentino.

Estreno 18/12/2014
Publicada el 30/11/-0001

El Perro Molina (Argentina/2014). Guión y dirección: José Celestino Campusano. Elenco: Daniel Quaranta, Florencia Bobadilla, Carlos Vuletich, Damián Ávila, Assiz Alcaráz y Ricardo Garino. Fotografía: Eric Elizondo. Música: Claudio Miño. Edición: Martín Basterretche. Duración: 88 minutos. Distribuidora: Tren Cine. Apta para mayores de 16 años. Salas: 13 (Village Recoleta, Cinemark Palermo, Gaumont, Artecinema, Hoyts Dot, Hoyts Unicenter, Hoyts Moreno, Hoyts Quilmes, Hoyts Temperley, Patio Olmos de Córdoba, Showcase Norte, Showcase Haedo y Showcase Rosario).

CRITICA 1, por Josefina Sartora

José Celestino Campusano mantiene una coherencia absoluta con su Cine Bruto, expresivo nombre de su productora. En El Perro Molina, vuelve a sus ambientes lúmpenes, ahora más allá de los suburbios, con sus personajes brutales pero dignos: hampones, prostitutas, policías, patrones y ladrones, en un thriller con mucho de western clásico.

Sólo Raúl Perrone ha sabido mostrar el Gran Buenos Aires y el sub-suburbano con el ojo conocedor, la cercanía y la empatía con que lo filma Campusano. Sus personajes tienen códigos de honor propios, que cumplen con rigor, aunque en ellos se les vaya la vida. Su héroe es el Perro Molina, quien acaba de salir de la cárcel y quiere realizar unos últimos trabajos que le permitan retirarse.

Como acostumbra el director, va bordando los distintos hilos de la trama minuciosamente, con historias paralelas que se imbrican unas con otras mediante personajes de catálogo. El Perro debe vérselas con gente nueva, que tiene otros parámetros que no dejan lugar para el honor y lo que empieza como una venganza de pueblo deviene una saga mucho más compleja en un cruce de despechos, robos, amores y, claro, traiciones. De todo lo cual es fácil deducir que, una vez más, el mensaje moralista sobrevuela en toda la historia, o también, yace por debajo.

Como es habitual la película de Campusano tiene personajes muy logrados y el director sostiene que los toma -como a las historias- de la realidad. El Perro Molina está interpretado por Daniel Quaranta, un actor con mayor solvencia que la habitual en los intérpretes de su cine, casi todos con escasa o nula experiencia profesional. Su personaje es un héroe clásico solitario, que ve complicar su destino entre pagar por su libertad o ser fiel a un amigo leal. También es correcta la actuación de Florencia Bobadilla como la mujer que se harta de los maltratos de su marido -policía corrupto- y lo castiga prostituyéndose. Y el Calavera, el proxeneta, demuestra que en el cine de Campusano los duros también lloran por amor. Pero el personaje más sorprendente es el muchacho psicópata, mano de obra sucia de la policía, que vive en el basural, un ser feroz, desbordado y carente de todo principio moral, interpretado por un amigo de su hijo.

Es cierto que esos actores aportan autenticidad y realismo a sus películas, pero si contara con intérpretes que dijeran sus líneas con más naturalidad, y no repitiéndolas en recitado, sus films cobrarían mayor valor aún. Con una puesta más cuidada, imagen más limpia y mejores recursos técnicos, es un placer ver otra representación de esos ámbitos de la marginalidad urbana y social reivindicados por Campusano.

 




Crítica 2, por Diego Batlle

Incansable y consecuente, referente de un cine siempre potente y visceral sobre los conflictos sociales y la marginalidad en el conurbano bonaerense, José Celestino Campusano parece estar buscando nuevas geografías e historias. El Perro Molina -un viejo guión suyo para el que recién ahora consiguió los recursos necesarios- se rodó en la ciudad de Marcos Paz y sus próximos largometrajes estarán ambientados en el barrio porteño de Belgrano, en Valdivia (Chile) y en la zona de Esquel.

El Perro Molina es una película más importante en cuanto a despliegue técnico y de producción (por ejemplo, el uso de grúas y de una cámara Red One), pero al mismo tiempo más contenida, más clásica que sus épicas como Fango o Fantasmas de la ruta.

Inspirada -como todas sus películas- en hechos verídicos, la película se centra en las desventuras de Antonio "El Perro" Molina (Daniel Quaranta), un veterano y curtido delincuente de poca monta, un duro que intenta sostener sus códigos y lealtades en un universo donde todo eso se ha desbarrancado con “pibes chorros” que matan sin pruritos ni mayores consideraciones.

El film tiene otros personajes fuertes: Natalia (Florencia Bobadilla), esposa del abusivo y corrupto comisario Ibáñez (Ricardo Garino) al que decide abandonar luego de múltiples infidelidades de él para ganarse la vida como prostituta; Calavera (Carlos Vuletich), un proxeneta amigo del Perro; y Ramón (Damián Avila), un joven que tiene al protagonista como referente.

Campusano sostiene la narración a partir de conflictos básicos (el triángulo amoroso entre Ibáñez, Natalia y Calavera, la relación maestro-alumno entre El Perro y Ramón; el sueño imposible de retirarse del hampa propio del film-noir), pero aun cuando la película se resiente por momentos por los habituales desniveles actorales o ciertos diálogos demasiado “escritos” y recitados con solemnidad por algunos intérpretes, jamás pierde la fuerza, la convicción y la credibilidad para una historia intensa y atrapante.

Las contradicciones generacionales entre la vieja guardia del hampa y los adolescente descontrolados de hoy, los negocios oscuros de la prostitución y aquellos manejados por la propia policía son algunos de los temas que Campusano expone en los 88 minutos de una película en la que hace un impecable uso de las locaciones de Marcos Paz y se nutre de los propios vecinos en varios de los papeles secundarios.

Con elementos propios del policial y del melodrama romántico (aquí los hombres también lloran), esta nueva tragedia sobre un descastado, sobre alguien que intenta cuidar su linaje pero no logra revertir su destino, resulta un hito más en la prolífica, provocativa, audaz y siempre fascinante producción de Campusano.

(Esta crítica fue publicada en el diario La Nación del 18/12/2014)

COMENTARIOS

  • 18/12/2014 15:22

    <p>Fascinante, realmente fascinante.</p> <p>&iquest;Ser&agrave; por esa mirada casi antropologica sobre la violencia y la transgresi&ograve;n, como forma de estar en el mundo, de vastos sectores de la realidad, ser&agrave; por la magnifica construcci&ograve;n de tensiones y escenas fuertes de su atrapante trama conseguidas con rigor cinematogr&agrave;fico?</p> <p>No se, pero admiro la estetica bruta de Campusano y la din&agrave;mica de lealtades, traiciones, sospechas y c&ograve;digos de sus personajes terribles pero queribles.</p> <p>Incluso no me molestan los recitados o di&agrave;logos demasiado calculados, pero dichos como latigazos, me parece que forman parte de su particular estetica ya que la autenticidad y credibilidad de la historia va por otros carriles.</p> <p>Ojal&agrave; que en las pocas salas de Shoping donde se proyecta y concurren el el fin de semana espectadores amantes del cine fuerte de acci&ograve;n, no les pase inadverida esta pelicula que no los desfraudar&agrave;.</p> <p>Bien por Campusano y ya la estoy agregando en los top 2014.</p>

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