Debates

En busca de otro recambio generacional (segunda columna + coda final)

Publicada el 30/11/-0001
A fines de abril escribí una columna titulada LA CRITICA: En busca de otro recambio generacional dentro del debate de OtrosCines.com sobre el estado de las cosas en el cine argentino. Recibí, como suele suceder con toda columna que se pretende más o menos polémica, varios comentarios "a favor" de colegas que se sentían "identificados" con ciertas reflexiones y, en un primer momento, un llamativo silencio de quienes inevitablemente iban a estar en contra (léase los críticos de veintipico y treintaypocos, aclaro que yo tengo 38 años), a quienes de alguna manera estaba "dedicado" el texto.

Pero las respuestas llegaron. Y cómo. Los "chicos" de El Amante respondieron con bastante ofuscación (véase aquí el texto de Ezequiel Schmoller que reproducimos por gentileza de la revista) y con la ya habitual egolatría encarnada esta vez en un texto -interesante, provocativo y muy documentado, como la mayoría de los escritos de Javier Porta Fouz- que también está disponible aquí para su consulta. Y hasta no faltaron voces que cuestionaron mis opiniones, pero con la mira más puesta en despegarse de la línea El Amante, como una nota de Pablo Croci en el sitio El Angel Exterminador, que puede leerse aquí.

Schmoller, a quien no conozco ya que nunca se ha presentado en funciones de prensa ni en festivales ante otros críticos más veteranos (una característica habitual entre sus colegas generacionales que parecen así manifestar su ¿rebeldía? ¿desprecio? ¿simple desinterés? en relacionarse con quienes no son de El Amante, no tienen su edad ni sus mismos gustos), habla en su nota de la edición de Junio de la revista de generalizaciones "tremendas" de mi parte, se queja porque no cito "con nombre y apellido" a los críticos de El Amante, me acusa de "tirar la piedra y esconder la mano" y sostiene que mis comentarios son "irónicos y despectivos". Porta Fouz se arroga en nombre de El Amante el gran mérito de haber sido "la pionera" en la renovación del lenguaje y la forma de posicionarse frente al cine argentino, sólo rescata a Página//12 y desacredita la importancia de La Maga porque no era "masiva" y "no era una revista especializada en cine".

No es mi intención aquí discutir -como si fuera un militante de una organización trotskista contra otro de un partido maoista- quién fue "más revolucionario" o "pionero". Sólo le aclaro al amigo Porta Fouz -indudablemente el gran gurú de la nueva generación de críticos amantinos- que La Maga, medio del que fui editor de la sección de cine durante casi toda su existencia, comenzó a publicarse unos cuantos meses antes que El Amante y que varios de nosotros (quien esto escribe, Horacio Bernades y varios "viejos" más) colaboramos en los primeros números de "su" revista mucho antes de que él ingresara en ella. Y recordemos, también, que así como en su momento Quintín y Gustavo Noriega tuvieron grandes aciertos, también cometieron algunos deslices, como dedicarle la nota de tapa de uno de los primeros números a escribir loas sobre El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela, que meses después se convertiría en el Mal personificado, en la ya mítica portada que oponía su cine "viejo" con lo nuevo que estaba representado en las primeras Historias Breves.

Nadie resiste un archivo, dice un viejo refrán de la profesión periodística y es probable (casi seguro) que cualquiera pueda encontrar en mis críticas (y en la de casi todos mis colegas) textos no muy fundamentados, caprichosos, torpes, defendiendo entonces películas hoy indefendibles. Pero la gran diferencia es que nadie como los autorreferentes escribas de El Amante está tan convencidos de su lugar histórico en la evolución del Nuevo Cine Argentino, de su audacia, de su coherencia intachable.

Y aquí entra a jugar una actitud recurrente y que pinta bastante bien cierta tendencia a la irritación fácil, al exabrupto, a cierta arrogancia rayana casi con la intolerancia: El Amante opina (casi siempre mal) de casi todo el mundo, de medios y colegas, porque eso es sinónimo de provocación, de inconformismo y porque así logra que se hable de la revista, al menos dentro del "ambiente". Ahora bien, cuando alguien -como yo lo hice en mi columna- osa cuestionar mínimamente (porque en verdad hablo de ellos con respeto y valorando su energía y sus conocimientos) algún aspecto de la revista, salen con los tapones de punta. Alguna vez en El Amante se denostó de la peor manera a un colega de trayectoria irreprochable (y sobre todo una persona de bien) como Fernando López porque había hecho una crítica negativa de Battle Royale, de Kinji Fukasaku. Se lo acusó, poco menos, de destruir las posibilidades de que siga estrenando cine japonés de género en la Argentina. No sé si Fernando se enteró siquiera de semejante imputación, pero si lo hizo optó por la mejor alternativa: un elegante silencio.

Pero como aquí hemos decidido no apelar a la elegancia del silencio ni a la discreción insisto en que el sillón vacío que dejó Quintín con su partida no lo ha podido ocupar nadie: ni un excelente crítico como Noriega (quizá porque su actual actividad multimediática se lo impide), ni el gran Marcelo Panozzo (quizá porque siempre ha preferido lugares más laterales dentro de los juegos de poder en las redacciones), ni Porta Fouz, quien evidentemente ha escrito en los últimos años los textos más conscientemente "editoriales", el que ha arriesgado análisis más contundentes sobre tendencias estéticas y comerciales. Mientras con el paso del tiempo, los Russo, los García, los Castagna, los Brodersen, es decir, los viejos carrozas de El Amante (Indio Solari dixit), van perdiendo espacio en la revista, los Brega, los Schmoller, los Campero, los Schell, los Segal, los Trancón, los Masaedo (¡vieron que los nombré!) van ocupando esas páginas con resultados a veces estimulantes y muchas otras, intrascendentes o irritantes.

Me llama la atención que Schmoller se queje tanto del término "incomodar" al que apelé. Si algo no ha hecho jamás El Amante es quedarse en un lugar de comodidad, y ciertamente sus críticos han incomodado, y mucho, a directores, productores, distribuidores, funcionarios y colegas con sus textos. Y está muy bien que así sea. Nadie pretende que El Amante sea condescendiente ni parte del establishment, que defienda el status quo imperante sino que, simplemente, acepte que hay otras voces, miradas diferentes que también pueden ser valiosas. Que en el disenso a veces también se crece, que el debate suma y enriquece. Que, a veces, se puede estar en contra de El Amante y, así y todo, seguir siendo respetados. Porque el "enemigo", se sabe, está en otra parte.

PD: A mí también me gustan Adam Sandler y buena parte de la Nueva Comedia Americana (El Amante dixit). Predicaremos juntos, con Schmoller y compañía, en el desierto.

PD 2 (19-6): Esta columna fue respondida por Javier Porta Fouz en ElAmante.com con un texto titulado No impriman la leyenda que pendula entre lo agraviante y lo insustancioso. Por más mea culpa que haga (la aceptación de ciertos "deslices" históricos de la revista) y aunque incluso confiese en la propia presentación de su texto que los lectores "se enfrentarán a temas que probablemente sean considerados irrelevantes" el eje es hablar de "los yerros de Batlle" (sic) para luego asegurar que "me contesto solo". No se trata de "yerros", Porta Fouz, sino de opiniones que, lamentablemente para vuestra vanidad y egolatría, cuestionan aspectos de la "nueva" generación de la revista que Ud. apadrina y a la que Ud. edita mes a mes.

Evidentemente, en El Amante están acostrumbrados a un sólo tipo de polémicas, la endogámica, la de "a favor" y "en contra" entre sus propios integrantes, como si fuera un grupo cerrado de iluminados que se cantan sus verdades. Una revista que jamás abre el juego a otras voces en sus páginas y que no está dispuesta a escucharlas en otras frecuencias. Por eso, cuando alguien intenta desde afuera discutir ciertos argumentos y aspectos de su trabajo o expone el grado de irritabilidad fácil, muchas veces desmedida, de sus críticos se impone de la otra parte la desacreditación del interlocutor. Podría utilizar aquí varias herramientas demagógicas, como transcribir la catarata de mails recibidos en los últimos días de históricos lectores de El Amante desencantados por lo que leen (o leían) en la revista y que ahora escribieron a OtrosCines.com simplemente como acto de identificación, para compartir esa frustración. Pero no voy a seguir exponiendo los "yerros" de El Amante. Como bien dice Porta Fouz, se trata de una polémica "sin retorno". No me arrepiento de haberla propiciado. Que cada uno saque sus conclusiones. Pero de algo estoy seguro: los "enemigos" de El Amante no son ni Fernando López ni OtrosCines.com. Una vez más, la revista dispara con la mira torcida.

PD 3: Con respecto al affaire López, vean aquí el tono virulento de los textos publicados en El Amante. Huelgan los comentarios. Ratifico lo dicho.

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