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Festival de Gijón 2025: Lisandro Alonso recibió un premio a la carrera y prepara el estreno de “La libertad doble”

El cineasta local Albert Serra fue el encargado de entregarle este domingo 16 una distinción al director argentino en un evento realizado en el Teatro Jovellanos, principal sala del festival, en el que también se proyectó su ópera prima de 2001, que ahora tendrá una suerte de secuela.

Publicada el 17/11/2025
  • Lisandro Alonso, con Albert Serra y el director del festival Alejandro Díaz Castaño (Fotos: Gentileza FICX)

La de Lisandro Alonso y el Festival de Gijón es una historia de amor, de lealtad recíproca, de admiración mutua. El es una especie de hijo pródigo y en el festival sus películas y su figura son poco menos que veneradas. Aquí, por ejemplo, ganó el Premio Principado de Asturias al Mejor Largometraje de la competencia principal por Liverpool en 2008. “Es el festival al que más veces vine en mi vida. Me gusta mucho la propuesta de la dirección artística y cómo la llevan adelante. Me gusta el público, me gusta el lugar, el ritmo y la vibra que tiene. Gijón es una ciudad muy tierna y acogedora”, asegura.

En esta 63ª edición, el realizador -que en junio último cumplió 50 años- recibió el Premio de Honor y además integra el jurado de FICX Premiere, una de las secciones principales del festival asturiano. Para entregarle el galardón vino especialmente Albert Serra, quien pocas horas antes había estado en el Vaticano en un encuentro del Papa con referentes de la comunidad cinematográfica. Ambos participaron además de una charla en el Jovellanos y de un podcast conducido por el crítico Roger Koza.

Lisandro alonso photocall gijon

A propósito de la proyección de La libertad, considerada una película clave del Nuevo Cine Argentino, Alonso confirmó que en 2026, justo un cuarto de siglo después, verá la luz La libertad doble, reencuentro con el personaje del hachero Misael Saavedra. “Cuando hice La libertad, Argentina estaba atravesando una crisis brutal. Pasaron 25 años y el país no está mucho mejor. No sé si está igual o peor, incluso. Ahora que se habla tanto de la libertad –que avanza, que retrocede–, pensé que sería interesante ver cómo fue impactando esta realidad en la vida de Misael”, explicó al diario Perfil.

La libertad doble fue una propuesta de Ilse Hughan, productora neerlandesa ligada desde siempre al cine argentino en general y al de Alonso en particular. Luego de la compleja y por momentos traumática experiencia con Eureka (2023), que tuvo cinco coproductores extranjeros y se hizo con la pandemia de por medio, el director de Los muertos y Jauja optó por “volver a las raíces, a las herramientas y estructuras con las que me inicié en el cine”. La idea, si todo sale bien, es estrenarla en el Festival de Cannes 2026.

En la entrevista con Perfil, Alonso contó la odisea que vivió para rodar La libertad doble en fílmico: “Tuvimos que comprar la película afuera porque en Argentina ya no se consigue ni se revela en 35 mm. Compramos en México a través de un revendedor estadounidense, la trajimos de México a Uruguay, de Uruguay a Buenos Aires y de ahí a La Pampa, donde filmamos. Después las latas volvieron a Buenos Aires, pasaron otra vez por Uruguay y de ahí fueron a España y finalmente a Londres, donde se hizo el revelado. Todo ese recorrido estuvo marcado por la ansiedad y los nervios que te provoca tener todo el trabajo que hiciste solamente ahí. Son 300.000 dólares en película que se pueden perder en esas 60 latas de material expuesto si hay algún problema imprevisto. No es algo romántico. Me organizo mejor rodando en 35mm. Es que las ideas se me organizan mejor pensando en la mecánica de la fotografía en 35mm, en el tiempo que dura un rollo de película, que son apenas cuatro minutos. Pienso en cómo sintetizar, trato de no probar de más, de no filmar por filmar como sí te puede pasar con el digital porque el costo no tiene comparación. Es como practicar un ascetismo que te aleja de los adornos superfluos. Yo me formé con ese sistema y ese rigor que te marcan el costo de los rollos y el revelado. El temor a equivocarme hace que me organice mejor. También fue mejor para Misael, que no estuvo obligado a repetir diez veces algo sin ser actor”.

Serra alonso koza
Serra, Alonso y Koza.


El diálogo de las antítesis: Las cartas filmadas

El punto de partida del diálogo entre Alonso y Serra en Gijón fue la curiosa correspondencia filmada que ambos directores realizaron años atrás. El ejercicio, que ya se había hecho entre otros cineastas, resultó ser una metáfora perfecta de sus estilos opuestos: la carta de Alonso duró 22 minutos, mientras que la de Serra se extendió por dos horas y media en catalán. Alonso recordó que este proyecto surgió en 2008, justo después de Liverpool, cuando se sentía «un poco cansado de más o menos manejar ciertas herramientas similares” en sus películas precedentes. Para él, fue un momento «neolúdico» y un punto de inflexión que lo llevó a un cine más narrativo. «Fue un salto no al vacío, pero a probar cosas que no estaban dentro de mi radar”, confesó Alonso, mencionando la incorporación del poeta Fabián Casas y la llegada de actores como Viggo Mortensen en Jauja y Eureka. Albert Serra defendió la utilidad de estos ejercicios libres: «Muchos de estos proyectos que no tienen, digamos, la presión que tiene una película de ficción pura permiten esto de poder ensayar cosas o poder intentar cosas”. Según Serra, experimentar en formatos intermedios con más libertad es clave, ya que en un rodaje de ficción «todo es mucho más tenso, hay menos tiempo, más dinero, todo es mucho más complicado”.


Dos metodologías opuestas: La abundancia y la austeridad

La conversación viró hacia el contraste absoluto en sus métodos de trabajo. Por un lado, Albert Serra filma en digital y con abundancia de registro (400 horas de material bruto en el caso de La muerte de Luis XIV), para luego trabajar en una «purificación, un depurado» en el montaje. Por otro lado, Lisandro Alonso, que filma en físico (35mm), trabaja desde la «austeridad» y el rigor. Su objetivo es usar la menor cantidad de recursos posible. Para su última película, reveló que terminó con apenas tres horas de material bruto para un film que dura una hora y diez. Alonso bromeó con Serra: «Yo si fuera el productor de Albert, que tiene 400 horas para dejar 398 fuera, lo elimino directamente”. Sin embargo, ambos defendieron que cada método es el camino para llevar la visión del director a su mejor versión. «No es una cuestión de encontrar tu forma de pensar el formato para llevarlo a tu mejor versión posible de la película que quieres hacer”, dijo Alonso.


El peligro del valor de producción y la crisis de la imagen

La discusión se elevó a una crítica feroz sobre el estado actual de la producción cinematográfica, dominada por la presión económica y las nuevas reglas. Alonso lamentó el cambio en la industria, donde hoy una película debe costar «arriba de un millón y medio de dólares» para «existir» y donde el guion debe tener al menos 60 páginas para calificar para subvenciones. Albert Serra introdujo un término clave que subraya la castración creativa de los jóvenes cineastas: «valor de producción». Afirmó que este término se enseña literalmente a los cineastas con el deseo de filmar, lo que supone una «castración» de los festivales que están dejando de seleccionar películas que no cumplen con ese sistema de valores. Serra criticó la falta de «restricciones de rigor» en el cine actual, lo que lleva a la falta de criterio y la centralización del control por parte de productores que no son artistas. Según Serra, esto ha provocado una peligrosa inversión de roles: «Los productores son más listos que los directores que contratan y también contratan a técnicos que entienden mucho más de cine que el propio director”.

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