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Leviathan, el principio del fin (Talent Press)
Este texto fue producido en el marco del Talent Press del Talent Campus, organizado por la FUC.
Leviathan (2012), de Lucien Castaing-Taylor y Véréna Paravel (Vanguardia y Género)
En la tradición judeocristiana el Leviatan es una bestia marina. En la filosofía política, el Leviatan está ligado al hombre como lobo del hombre. Leviathan es la película que viene a plantear que el hombre es el lobo del hombre y de las bestias, porque el hombre y su tecnología ha superado cualquier monstruosidad imaginable.
Leviathan es una película sobre las tradiciones de los géneros que representa y los conceptos que utiliza. En la historia del documental existe una tradición en torno a la relación del hombre y la naturaleza que específicamente se ocupa de estudiar el tema de la pesca. La pesca siempre fue la vía de exploración de los nuevos realismos, de esta dialéctica de los realismos en la cual cada generación deposita sus prescripciones acerca de la voluntad acercamiento a lo real. Hombres de Arán, Redes y Stromboli son algunos ejemplos de esta tradición de renovación del documental que tienen que ver con un cambio de paradigma acerca de cuáles son las relaciones posibles entre documental y ficción, entre el documental y lo real.
El de Castaing-Taylor y Paravel es un Leviathan digno de su época, ni un monstruo inimaginable ni una sociedad desorganizada, sino una cámara muy pequeña que puede inmiscuirse en cualquier lado, filmar lo que sea. Su Leviathan es un artefacto tecnológico, es la facultad de filmar algo como nunca antes se había filmado porque no era posible, es la facultad de poder ver (y mostrar) todo.
Pero Leviathan no es una película sobre el fin del mundo, esta cámara puede ser silenciada (el cuadro negro) y su facultad de impresionar puede ser pasada al sonido, que aunque es igual de desesperante y sensacional, es más sospechoso, porque es más factible de ser recreado. Lo que vemos es claramente un recorte sobre lo real de ese viaje en barco, pero lo que oímos es imposible de corroborar. Por eso no es una película sobre el fin del mundo sino sobre lo que el fin del mundo podría ser, si no controláramos, o si no fuéramos conscientes y responsables de las posibilidades tecnológicas de nuestra época.
Leviathan se pregunta, con mucha sutileza, escondida bajo ese halo de documental observacional, acerca de los efectos ideológicos del aparato de base. Se pregunta acerca de cómo es posible continuar ciertas tradiciones en una época donde todo es más registrable, y qué es lo que se debe documentar en esta época de nuevos facilitadores. También se pregunta acerca de la función del realizador como operador de estos nuevos aparatos de base. Las nuevas técnicas de borramiento, las máquinas que se operan solas, o las que deben funcionar son la mano del hombre, para ganar autonomía de movimiento y registro, no restan responsabilidades sino que las multiplican. El hombre, detrás y lejos de la cámara, debe tomar mayor responsabilidad sobre lo que registra el aparato, porque en la no intervención directa sobre la toma de las imágenes la distancia crítica sobre la propia producción puede ser mayor, y también puede serlo el análisis sobre estas imágenes. La responsabilidad sobre la mostración de estas imágenes es mayor.
Leviathan es una película muy consciente de todo esto, no en vano es un documental sobre pescadores y pescados, sobre viejos monstruos marinos capturados por los nuevos Leviatanes, las cámaras GoPro.
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