Críticas
La araña vampiro, de Gabriel Medina
Los vagabundos de Calamuchita
El talentoso director de Los paranoicos abandona la ciudad y se va a las sierras para narrar un film sobre la supervivencia en condiciones extremas que coquetea con el cine de aventuras y el terror, pero que en verdad es un viaje de autodescubrimiento.
La araña vampiro (Argentina/2012). Dirección: Gabriel Medina. Con Martín Piroyansky, Jorge Sesán, Alejandro Awada, Ailín Salas, Ricardo Hart, Paula Ituriza, Gervasio Usaj. Guión: Gabriel Medina y Nicolás Gueilburt. Fotografía: Lucio Bonelli. Música: Prietto viaja al Cosmos con Mariano. Edición: Nicolás Goldbart, Flor Efron. Dirección de arte: Laura Caligiuri. Sonido: No Problem. Distribuidora: Aura Films. Duración: 90 minutos.
“Todos viven como si fuera un sueño, mierda, como
si ellos mismos fueran sueños o puntos. El dolor o el
amor o el peligro te hacen real de nuevo.”
Jack Kerouac (1958)
El chiste podría comenzar así: “¿Cuál es el colmo de un hipocondríaco?”. La respuesta, claro, dependerá del hipocondríaco en cuestión, pero que te pique una araña venenosa en el medio de la nada y que después te tenga que picar otra más, idéntica, para salvarte la vida, puede ranquear entre las más votadas. Ese “colmo” (de la hipocondría, la ansiedad, la fobia, la paranoia y varios etcéteras) es lo que dispara la acción, el movimiento y la aventura a la que se somete, reticente, el protagonista de La araña vampiro.
Es que Jerónimo ha viajado con su padre a pasar lo que parece ser un fin de semana en una cabaña en una bastante desolada zona de las sierras cordobesas. Queda evidente, de entrada, que tienen una relación un poco seca, cortada, y que el objetivo de esa escapada es, por un lado, mejorarla. Y, por el otro, es un intento -o intervención- del padre por ayudar a un hijo que toma bastantes pastillas y parece tener severos trastornos de ansiedad.
Cuando una araña enorme y amenazante entra a su cuarto, Jerónimo desespera, pero logra matarla y termina durmiendo en el auto, lo más parecido a un espacio seguro que hay en el lugar. Al despertar nota que la araña en cuestión logró picarlo y allí empieza la pesadilla.
Cuando uno dice pesadilla puede imaginarlo literalmente, porque luego de una visita a una médica de la zona que le dice que no es nada grave y le receta corticoides, la película entra en una zona entre onírica y terrorífica. Jerónimo no se queda conforme con la explicación, una misteriosa chica del lugar (Ailín Salas) le recomienda visitar a una especie de curandero, y el hombre le da el más cruento de los diagnósticos: la araña que lo picó es mortal y sólo puede curarse si lo pica otra igual. “Te estás muriendo, pibe”, le espeta.
Jerónimo se une allí a Ruiz (Jorge Sesán), suerte de baqueano, alcohólico, que le sirve de guía durante este extraño camino a una posible curación. Allí la película del director de Los paranoicos pasa a centrarse en la relación entre estos dos problemáticos aventureros, no del todo aptos para la epopeya que implica subir a una montaña a buscar otra araña igual. Jerónimo, por ser un fóbico chico de ciudad, y Ruiz, porque se queda sin su “combustible”. Así, uno podría definir La araña vampiro, de ahí en adelante, como las complicadas desventuras de un borracho sin alcohol y un hipocondríaco sin Rivotril.
Medina se arriesga a meterse en un terreno sin mapas, literal y cinematográficamente hablando. Así como los protagonistas se pierden sin saber bien donde están yendo, La araña vampiro se juega a hacer como película un recorrido similar. Y se agradece. No hay fórmulas que permitan imaginar adonde la historia va a ir a parar y mucho menos cuando contamos con dos guías poco confiables.
No es un film de aventuras ni uno de terror propiamente dichos, si bien esos elementos están en el relato. Es un film de personajes, un periplo de (auto)descubrimiento que usa como metáfora y disparador narrativo a la araña en cuestión, pero que en el centro no es tan diferente como parece serlo a Los paranoicos: es también una historia de alguien que debe enfrentarse a sus miedos e inseguridades, y tratar de vencerlos. Lo original del largometraje -lo que lo saca de la clásica historia de “autoayuda”- es que al ganar algo se pierde también algo, se deja de ver las cosas de una manera para empezar a verlas de otra.
En ese sentido, reviendo la película en su nueva versión (dura unos 5 minutos menos de los que tenía en el BAFICI y tiene una banda sonora mucho más presente, además de una breve escena nueva), queda muy claro el eje puesto en la relación entre Jerónimo y Ruiz, en cómo la extrañeza y las diferencias iniciales (uno es todo intento de control, el otro todo caos) van dando paso al descubrimiento de que comparten más cosas de lo que imaginan: el miedo a enfrentar la realidad y, sobre todo, a ese extraño universo que son los otros.
Los murmullos alucinados de Ruíz (que habla entre dientes del Apocalipsis) y la casi mística subida al Monte de los dos peregrinos ponen a la película en un territorio casi bíblico: el de la trascendencia, la Revelación. Al combinar la frase de apertura del film (una cita a Kerouac, poeta que experimentó con el budismo) y la dedicatoria que Medina hace al final al propio Buda, La araña vampiro invita a ser leída desde esa perspectiva. No hace falta ponerse a leer los haikus del autor de En el camino para notarlo. La película es eso: una aventura hacia el descubrimiento interior.
Trailer del film:
Entrevista a Medina:
-¿Cómo definirías tu película (historia, búsquedas) y cómo fue el proceso artístico y económico para poder realizarla?
-Me cuesta definir mi película, porque fue un acontecimiento bastante visceral que aún estoy tratando de procesar. Quise apartarme de todo lo que sucedió con Los paranoicos, quise enfrentar un nuevo desafío, proponerme algo nuevo, minimalista, contar un cuentito chiquito, ahora que pienso, me gustaría poder definirla como un haiku. El mayor esfuerzo estuvo en poder ser honesto, era más fácil para mí hacer una comedia romántica, atarme a lo que gustó de Los paranoicos, pero eso habría sido traicionarme como cineasta, yo quería hacer poesía y buscar algo nuevo, pensar un mundo nuevo. Y fue muy difícil. Siempre es mas fácil repetir las formulas. Esta es una película pequeña, de bajo presupuesto y que evidentemente no se puede pensar en función de la taquilla. Pude por suerte encontrar productores que apostaran por una propuesta así y obtuve el corte final, algo invaluable para una película tan personal. Me gustaría filmar una película mainstream, pero eso es otra cosa, me lo tomaría como un trabajo de oficio, se aleja de la autoría, hay que trabajar con los productores, que intervienen en el film pensándolo como un producto, no está mal y es lógico. Pero a la hora de pensar una película de mi autoría, cuya premisa es la libertad y la búsqueda artística, necesito plantearme algo nuevo cada vez, como si cada película fuese una ópera prima.
-¿Cómo ves el panorama del cine argentino independiente a nivel de financiamiento, calidad técnica y artística, y posibilidades de difusión comercial?
-La palabra “independiente”, en el cine y en todas las artes, para mi significa independencia de las fórmulas, de las premisas impuestas, de las estéticas predominantes. La independencia radica no en cómo producís tu film sino en la sinceridad y en la libertad con la que pretendés encarar la obra sin depender de la mirada de los otros. A mi no me importa cómo se filmó la película, a mi me importa la película en sí misma, lo otro es anecdótico. El mérito de una película de (Mariano) Llinas, por ejemplo, es la película en sí y no en cómo la produjo, eso a mí no me importa. Es otra discusión, que no debe interferir en lo artístico. Lo lamentable es que películas que fueron producidas por fuera del sistema no puedan ser reconocidas por el circuito oficial y, por ende, queden relegadas a unas pocas salas sin poder llegar a las carteleras de las grandes cadenas. En ese sentido hay una falencia. Y lo otro es la gran dificultad que existe para los operaprimistas que no cuentan con el dinero para filmar por fuera del INCAA, y que se ven enfrentados a una serie de exigencias burocráticas que tornan muy difícil filmar si no te apoya un gran productor. Igual yo siempre digo que todo se puede, basta con poner voluntad y tener fe en tu obra, la fe mueve montañas y yo lo he comprobado.
-¿Te molestaron los dichos de Thierry Frémaux respecto del “suicidio” del cine argentino? ¿Coincidís con la idea de una crisis en el cine nacional?
-“Suicidio” es una palabra fuerte. De todos modos, interpreto que se refiere a que el cine argentino perdió el espíritu de libertad y de búsqueda que lo caracterizó hace una década. Hoy hay pocos cineastas argentinos que buscan la libertad y asumen los riesgos que eso conlleva. Cada vez hay más películas cuyo objetivo es agradar a los jurados de los circuitos festivaleros, y por eso se atan a fórmulas y piensan su cine comparándose con las películas que son premiadas. Directores que se traicionan y terminan haciendo “productos”, si a eso se refiere Frémaux lo entiendo. También colabora mucho lo que está ocurriendo con el fomento de un cine con premisas políticas que responden a un pensamiento único, eso no es arte. El cine tiene que ser libre, incluso si su propuesta es política, pero debe ser abordada con sinceridad, no para complacer al establishment. Esto hablando del cine como arte. El cine como industria requiere ser pensado en otros parámetros, porque es un negocio.
-¿Coincidís con la idea de una crisis en el cine nacional?
-Hay una crisis, y creo que la crisis no pasa por la falta de directores, sino por las elecciones de esos directores. Hay una crisis de valores en toda la cultura argentina y en el cine se traduce en que hay pocos realizadores que asumen los riesgos de una verdadera búsqueda artística que plantee una moral estética independiente y libre, ya sea concibiendo un film de lenguaje clásico o moderno, falta riesgo y búsqueda. Hay películas que se piensan en ese contexto, por supuesto, pero son muy poquitas. Parece que la mayoría de los directores filman para los festivales, o filman para cumplir con el establishment de turno.
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Anoche la vi por primera vez, me gustó, quedé enganchada y más aún porque en éste preciso momento estoy en una cabaña en las sierras de Córdoba. . espero que sea la única coincidencia. . :-) ME GUSTÓ, QUIERO VOLVER A VERLA
<p>Una pena que esté pasando casi desapercibida, porque me vinieron a la mente un par de casos conocidos de gente que jamás ve cine nacional y que sin embargo imagino se engancharían con esta película. Y Piroyansky me puede, es como Pérez Biscayart, esos enclenques con cara de dolobus que te matan.</p>
<p>Muy buen film de suspenso. Impecables Piroyansky y Sesán.</p>
<p>Anoche viernes en la sala del Village Caballito eramos unas diez personas. Una lastima porque la pelicula es buenisima.</p>
<p>Es una película que se mueve entre géneros, me parece que el más próximo es el western con un toque psicológico, Jerónimo es Gregor Samsa y la araña es el proceso de maduración para extirpar miedos tan nocivos que nos impiden crecer. La sexualidad latente, la asunción de una vida responsable, la vida como un camino entre riscos y montañas que esconden no solo misterios sino que hace de la vida una experiencia peligrosa.rnHermosa película. Espero que la taquilla no le resulte tan adversa como en la función del viernes en el Hoyts que éramos cinco espectadores, uno de ellos el asistente de dirección de la película.</p>
<p>la vi en bafici y recuerdo haber comentado en el foro que si se habian propuesto hacer una pelicula de terror lo habian conseguido con recursos expresivos muy genuinos. No habia visto hasta hoy Los paranoicos -consegui una copia en dvd- y era como una deuda pendiente. Realment la pelicula me encantò, de una gran solidez. Un trabajo de Hendler -a quien admiro por todo lo que habìa hecho, incluso como director- realmente conmovedor. Y la labor se Jazmin excelente. La secuencia de seducciòn e indecisiòn culposa entre ambos tiene una atmòsfera insuperable. No se cual es mejor o peor -es un poco loco que hable de su pelicula anterior en este espacio- pero lo que si creo es que Medina es un exelente narrador cinemartogràfico y que sabe crear los climas justos para cada situaciòn.</p>
<p>me muero de ganas de verla a la pelicula de medina, vi el trailer y me gusta, espero poder ir. rnrn</p>
<p>Muy buen analisis el de D.L. - La vi en el BAFICI y sigo considerando que Gabriel Medina es un director talentoso y original - Las sucesivas \"derivas\" que tiene este relato lo hacen mas inquietente aun - Piroyansky y Sesan estan perfectos en sus roles, muy bien acompañados por A. Awada, aqui en un personaje insasible.</p>