Festivales
Roman Polanski, teatro como en el... cine
Venus in Fur, nuevo film del director de Repulsión y El bebé de Rosemary, se basa en una obra teatral con sólo dos actores y una locación, pero el polaco-francés logra darle fluidez con recursos propios del cine.
Luego de su versión de Un dios salvaje, de Yasmina Reza, Polanski adaptó en Venus in Fur otra obra teatral. En este caso, trabajó sobre una de David Ives que a su vez estaba inspirada en la novela de Leopold von Sacher-Masoch de fines del siglo XIX. Su esposa Emmanuelle Seigner y Mathieu Amalric son los dos únicos protagonistas de este film que transcurre íntegramente (salvo la escena de apertura) dentro de una sala de teatro. “Desde que en mi primera película, El cuchillo bajo el agua, trabajé con sólo tres actores, siempre me dije que alguna vez debería hacer una con dos. Esta fue la oportunidad perfecta. Y me decidí a rodarla en francés porque era un regalo para Emmanuelle”, contó Polanski, ganador de la Palma de Oro en 2002 con El pianista.
En un día de tormenta que deja a las calles de París casi vacías, Vanda (Seigner) llega empapada y muy tarde a las audiciones de casting que Thomas (Amalric), responsable de la puesta y de la adaptación de la obra, ya terminó de realizar. Vanda parece una mujer torpe, elemental, con un vocabulario y un look vulgares, y Thomas la recibe con bastante malhumor y desprecio, como si quisiera “sacársela de encima”. Pero ella insiste y logra convencerlo de que él lea la obra con ella. Poco a poco, irá demostrándole que no sólo es la intérprete indicada para el papel sino que es una mujer mucho más preparada de lo que parecía. El film arranca con mucho humor y ligereza, pero con el correr del relato el tono se vuelve cada vez más oscuro, ya que los lugares de poder en esa relación director-actriz se van invirtiendo hasta llegar a un desenlace bastante perturbador. “Hay tantos cambios que en vez de dos personajes parecen cuatro, y ese era uno de los desafíos más interesantes que nos proponía esta historia”, agregó Amalric.
El film es un tour-de-force para los dos intérpretes (impecables) y para un Polanski que es lo suficientemente inteligente como para mover la cámara y quebrar así el estatismo y esa densidad casi inevitable del teatro filmado. Así, más allá de sus limitaciones, la película fluye y convence. Es teatro, sí, pero también es cine.
Calificación: 6,5 puntos
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