Columnistas

Sitges 09: Los mitos y la épica

Bronson y Valhalla Rising, las dos nuevas películas del danés Nicolas Winding Refn (director de la trilogía de Pusher) resultaron verdaderos hallazgos de la 42ª edición de este festival catalán consagrado al cine de género.
Publicada el 06/10/2009
Desde el subsuelo del Hotel Melià de Sitges, una ciudad costera cercana a Barcelona, escucho los ecos de un festival en marcha. Sólo un piso más arriba, el auditorio del hotel alberga las proyecciones más importantes del Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya, para algunos, el más relevante a nivel mundial en materia de cine fantástico, terror y ciencia ficción.

Durante estos días, trabajo como redactor del diario del festival: una tarea excitante y agotadora. La velocidad de los acontecimientos, el vértigo del día a día, deja poco lugar para la reflexión. Escribo mayormente sobre películas que pude ver en otros festivales y son pocos los films que puedo disfrutar durante estos días. De hecho, este año, cuando atravesamos el ecuador del evento, sólo dos películas me han impactado hasta el punto de despertar mi curiosidad analítica. Se trata de las dos últimos trabajos del realizador danés Nicolas Winding Refn, autor de la trilogía de Pusher. Refn ha presentado en Sitges Bronson y Valhalla Rising, dos films de 2009 sobre hombres abocados a una violenta existencia que persiguen una quimera imposible. Son películas perturbadoras cuyo desbocado esteticismo esconde enigmas que merecen ser estudiados.

“Soy Charles Bronson, el prisionero más violento de Inglaterra”. Así se presenta ante el espectador el protagonista de Bronson, biopic sobre la vida de Michael Peterson, rebautizado con el nombre del protagonista de El vengador anónimo / Death Wish por su manager pugilístico. Peterson/Bronson es célebre en el Reino Unido por haber pasado 30 de los 34 años de su condena en prisión metido en una celda de aislamiento, como castigo por sus múltiples altercados con la autoridad. La curiosidad es que, al mismo tiempo, Peterson ha publicado, desde su encierro, varios libros de poesía y de entrenamiento personal.

En Bronson, Winding Refn convierte la vida de Peterson en un verdadero festín de testosterona fílmica. A golpe de adrenalínicas viñetas (la estética del cómic resuena en la forma del largometraje), la película nos traslada hasta la mente trastornada de un personaje ultraviolento, cuya conducta antisocial choca de frente con la brutalidad del sistema penitenciario británico. Lo sorprendente del caso es que al director le importan muy poco los motivos de la furia salvaje del personaje, su retrato es anti-psicológico. A Winding Refn no le interesa juzgar al personaje, tampoco redimirlo. Su trabajo se centra en la representación de la conducta salvaje del personaje, una suerte de eslabón perdido de una humanidad infantilizada. Además, gracias a la sensacional interpretación de Tom Hardy, en el personaje de Peterson pervive incluso una cierta vulnerabilidad.

No es habitual encontrar una película capaz de salir airosa de la apelación a grandes obras como La naranja mecánica / A Clockwork Orange, de Stanley Kubrick, o All That Jazz, de Bob Fosse. Además, la destreza con la que Winding Refn manipula a placer la estética pop le sitúa en un punto equidistante entre los delirios temperamentales de Tony Scott, los destellos oníricos de David Lynch y las despiadadas farsas de Oliver Stone (Asesinos por naturaleza / Natural Born Killers es otro referente del film). Mientras, en el terreno musical, el director danés construye una ópera monumental en la que Verdi y Wagner se toman de la mano con los Pet Shop Boys; un Grand Guignol con melodías de Scott Walker, Strauss, New Order y Puccini.

Entre la comedia negra y el drama carcelario, Bronson se presenta como un film sumido en el más inquietante misterio: ¿Quién demonios es Michael Peterson/Charles Bronson? ¿Un gallo de pelea nihilista fascinado por la fama? ¿Un artista incomprendido por una sociedad que teme mirarse al espejo? ¿Una aterradora encarnación de los principios del fascismo? ¿El enemigo público nº1 o un héroe trágico de clase obrera? Interrogantes formulados por Winding Refn desde la más visceral e inquietante fisicidad.

“Al principio, sólo estaba el hombre y la naturaleza / Los hombres llegaron portando la cruz y conduciendo al pagano / hasta los márgenes de la Tierra”. Con estos evocativos versos arranca Valhalla Rising, inmersión de Winding Refn en el universo tosco y brutal de la mitología nórdica. Un monumental viaje hasta el corazón del siglo XI, época de oscuridad y guerras santas. La película arranca en las Highlands escocesas, donde un grupo de paganos captura a un poderoso guerrero de fuerza sobrehumana, interpretado por un soberbio Mads Mikkelsen (actor fetiche de Winfing Refn). Después de liberarse, y acompañado del joven Are (Maarten Steven), el guerrero, apodado One-Eye, se unirá a un grupo de vikingos cristianos que deciden zarpar rumbo a la reconquista de Jerusalem, la anhelada tierra santa. Sin embargo, el viaje “cruzado” deparará múltiples sorpresas que pondrán a prueba la fe y la resistencia de los protagonistas.

En Valhalla Rising, Winding Refn, un cineasta fascinado por la estética urbana, descubre el arrebatador potencial expresivo de los escenarios naturales, que le sirven para enmarcar la rocosa presencia de sus protagonistas. Como es habitual en su cine, la violencia más salvaje, estilizada hasta la hipérbole, se desata como una fuerza primitiva y trágica, inherente a la condición humana. De hecho, no falta quien ha emparentado el film con la épica marcial y mitológica de películas como 300 o la trilogía de El señor de los anillos / The Lord of the Rings; sin embargo, los verdaderos referentes de Winding Refn son los viajes de Werner Herzog a los límites de la civilización (Aguirre, la ira de Dios resuena de fondo), la narrativa elíptica y operística de Terrence Malick, la dimensión filosófica de Andrei Tarkovsky, la energía estática de los jidaigeki de Akira Kurosawa y, en un sorprendente giro conceptual del que me advirtió el amigo Markus Keuschnigg, la fuerza declamativa de los Straub.

Entre música de sintetizadores y arrebatadores riffs de guitarra, Valhalla Rising se erige como un poema épico poblado por hombres estoicos dispuestos a cruzar paraísos e infiernos para cumplir su misión: alcanzar el Valhalla, la fortaleza que, según la mitología nórdica, espera a los guerreros que perecen en combate.

COMENTARIOS

  • 25/10/2009 19:29

    ¿Con qué Pinti cenaron? ¿Enrqique Pinti? La verdad que no conozco otro. ¿Qué más has visto de interesante en Roma? Gran abrazo desde Buenos Aires

  • 25/10/2009 19:08

    Hola Diego:<br /> Gracias por la recomendación de "Plan B". La vi en el festival de Roma después de tu recomendación y me pareció un film honesto e interesante. Los dos chicos están muy bien en la película y me picó la hermosura de la relación. Por cierto, anoche cené con Pinti y te dedicamos un rato de nuestra charla. Te dejamos la mar de bien.

  • 22/10/2009 21:45

    Valhalla Rising fue la experiencia más alucinada que tuve en todo Sitges junto con Amer. Y una de las grandes sorpresas. Muy bueno lo de los Straub.

  • 21/10/2009 17:01

    Valhalla Rising es buenisima pero con lo de los Straub se te fue la moto.

  • 8/10/2009 11:17

    Suenan interesantes ambas pelis, Pusher en su momento me interesó, pero estaría bueno poder ver la evolucion de este director ¿Vendrán al BAFICI?

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